Día 6 (11/06/2008) Norte de Manhattan


Antes   

Mapa de Manhattan

   Éste es un día para visitar los museos y las partes de Central Park que no se vieron el Domingo. Es el único día que no se comprará un billete de 24h de transporte público porque el recorrido es por la zona del hotel. Saldremos hacia el Museo de Historia Natural. De ahí pasaríamos por el Edificio Dakota, frente a la puerta del cual fue asesinado John Lenon. Yoko Ono todavía vive en él. Desde ese punto entraríamos en Central Park y pasearíamos por las zonas más conocidas: Strawberry Fields (memorial de John Lenon), la fuente con el lago, la estatua de Alicia en el país de las Maravillas, el palacio de Belvedere,... hasta cruzar al otro extremo, donde se encuentra el Metropolitan Museum. Miraría de comer dentro de Central Park, en el restaurante "Tavern on the green".


   Tras la visita al MET, miraríamos la posibilidad de hacer un crucero por el río Hudson. Podría haber una visita a Times Square para verlo de noche. Nos acostaríamos pronto porque a la mañana siguiente habría que coger un avión temprano.

   Todas las visitas de este día son gratuitas. Estos dos museos de Nueva York tienen un sistema de "pagar la voluntad", pero la entrada no está vetada para el que no pague.

   Los puntos del mapa correspondientes al recorrido de este día:

  0- Hotel Belleclaire
  9- Central Park
 10- Museo de Historia natural
 11- Edificio Dakota
 12- Metropolitan


Después


   Salimos del hotel un poco más temprano que de costumbre, es el último día en esta ciudad y lo que no veamos hoy, ya no lo vemos. Notamos que la calle del hotel está cortada al tráfico y hay largas mesas vestidas con cubiteras y vasos preparados. El hecho estimula nuestra curiosidad, pero nada en los alrededores nos da una pista de lo que pasa - o va a pasar - allí. Tras nuestro desayuno de cada mañana volvemos a la calle del hotel para averiguar de qué iba el tema. Hay un montón de jóvenes con levita y sombrero de juez con borla colgando completamente negros. Por lo tanto, si combinamos esto con los datos que traemos de las series y películas, esto va a ser una graduación. ¡No sabía que teníamos un instituto en esa misma calle. En fin, nos vamos al Museo de Historia Natural.

   A prácticamente la misma distancia que hemos recorrido cada mañana para ir a la estación de Metro, llegamos al Museo por su parte de atrás. Hay un pequeño parque y un monumento, un gran bloque de piedra, como si fuera la base de un obelisco, con una placa con el retrato de Alfred Nobel y en el que están grabados los nombres de todos los estadounidenses ganadores de un premio Nobel. El bloque tiene cuatro caras, con lo que aún queda espacio para los nombres del futuro.

Planetarium del Museo de Historia Natural   Bordeamos el edificio del museo por un lado para llegar a la fachada, donde se encuentra la entrada, no sin detenernos ante la visión del planetarium desde fuera y a través de sus paredes acristaladas. Una esfera blanca enorme hace de sol, mientras la representación a escala de los planetas de nuestro sistema aparecen a su alrededor. Ya en la entrada, vemos dos esculturas de caballos pintados imitando la -para mi incomprensible- fiebre de las vacas que poblaron nuestra ciudad, y alguna más. Un cartel sobre la puerta anuncia una exposición dedicada al caballo, explicando la presencia de los maniquís equinos. El hall es enorme y el centro está presidido, en una estructura que se repetiría en la mayoría de salas grandes, por un esqueleto de, tal vez, un Velociraptor y un diplodocus alzándose y empinando su larguísimo cuello hacia el lejano techo, dejando el cráneo que soporta prácticamente fuera del alcance de nuestra vista. Cuando pasamos por la entrada nos dan un ticket con la cuenta: 15$ por persona y nos piden que paguemos con una breve señal indicando la pantalla de la máquina registradora. Tenía entendido que la entrada era gratuita y se pagaba la voluntad, pero pienso que deben haber cambiado las cosas y le ofrezco la VISA a la taquillera. De esa forma accedemos al museo cuando son casi las 11h.

Museo de Historia NaturalHall principal del Museo de Historia Natural




























   La primera sala es enorme y está dedicada a los mamíferos africanos. Una manada de elefantes preside el centro y todas las paredes de alrededor están repletas de vitrinas hacia una representación de animales africanos. Al principio teníamos la duda de si todos los animales que había en el museo eran animales reales disecados o, más bien, esculturas. Como estaban tan bien hechos tendíamos hacia la primera opción, hasta que vimos, en la sala de pueblos africanos, las mismas representaciones, pero con humanos. Éstas son claramente esculturas de algún tipo, ¡Sólo faltaría!¡Con la que se lió aquí con el "Negro de Banyoles"!. En general, la duda sobre si hay algún animal disecado permanece. Lo cierto es que han creado un entorno fantástico en este museo en el que lo que menos cuenta es si los objetos expuestos son reales o no, todo está orientado a ser lo más didáctico posible y, en el caso de estas representaciones de animales salvajes, prima incluso la parte artística que, como resultado, te da una ventana a una escena maravillosa en 3D. Yo ya conocía parte de esto gracias a la serie "Friends" porque Ross trabajaba en este museo. Como ejemplo, he puesto una de estas representaciones en la siguiente foto.

Museo de Historia Natural   Hay más salas como ésta. Especial mención merece la del mundo submarino, con una enorme ballena azul colgando del techo y dominando el centro de los dos pisos que forman esta sala. Para llegar a ella se atraviesa unos departamentos que el plano dice que están dedicados a la biodiversidad y la mejor manera de homenajearla es con una explosión de animales en paredes y techos, colgando a diferentes alturas. Siguiendo las diferentes ramas evolutivas, te encuentras rodeado de aves, peces, reptiles,... Me pareció espectacular. Pero no todo son animales en este museo, ya que está dedicado a las Ciencias naturales y, por lo tanto, hay diferentes secciones con maquetas y montajes explicando, de la forma más esquemática posible, diferentes procesos de la meteorología, agricultura, evolución, geología, etc... Una gran sala del museo expone minerales donde destaca una enorme roca que resulta ser el meteorito más grande que ha caído a nuestro planeta. Otras salas están dedicadas a las diferentes culturas y contienen vehículos, utensilios, ropas... de culturas precolombinas y asiáticas.

Biodiversidad

   Sin embargo, como ya insinuaba el vestíbulo de entrada, la principal atracción está en el segundo piso, dedicado casi íntegramente, a la prehistoria. Yo ya era un niño aficionado a los dinosaurios muchos años antes de la moda que llegó con "Parque Jurásico". Conocía muchos de esos animales y ya me admiraban las luchas entre un Tiranosaurio Rex y un Triceratops como paradigma de la lucha entre carnívoros y herbívoros por motivos que quedan suficientemente claros con los nombres de sus categorías. Sin embargo, jamás oí hablar de un Velociraptor hasta que llegaron las películas de Spielberg. Así que pude disfrutar con lo que me fascinaba en mi infancia e incluso reconocer algunos objetos, como el fósil de un Archeopterix entero que tanto había visto en fotos, estaba ahí. Estoy convencido que jamás me quitaré la etiqueta de friki después de esto.

Sala del Océano del Museo de Historia NaturalArte en el Museo de Historia Natural














Tiranosaurus RexMamuts


















  La colección es espectacular, todos los esqueletos de los grandes dinosaurios montados a tamaño natural, y el circuito culmina con los Mamuts y la Dinostore donde, evidentemente, algo me llevé: un fósil real -¡lleva un certificado asegurándolo!- de un enorme diente de tiburón por 6$. He comentado lo del certificado porque el precio y el hecho de que tuvieran cientos de ellos en un enorme cubo para que cada uno los manoseara hasta escoger el que quisiera, creaba la duda. Duda que mi mujer no tiene en absoluto, ya que está convencida de que "eso" no tiene 50 millones de años como asegura el mencionado certificado. Bajamos para salir por donde hemos entrado y yo me quedo observando la taquilla. En realidad, los 15$ de la entrada aparecen como precio recomendado. Empiezo a creer que el sistema de pagar la voluntad sigue vigente, sólo que buscan que no lo parezca.

   Al salir del museo, en lugar de seguir la ruta, nos volvemos al hotel porque Eva quiere cambiarse el calzado y visitar una parte de la estancia. Una visita muy relacionada con mi reflexión de ayer sobre lo de "bajar la comida". Este corto trayecto se convierte en una visita turística de "nuestro" barrio: el Upper West, con esas típicas casas con escaleras en la entrada que hemos visto en multitud de películas. La foto de la derecha es de un cartel que me resulta curioso. Avisa de que estamos en una zona escolar y, por lo tanto, está prohibido el tráfico de drogas. Acaba amenazando: "Los violadores serán perseguidos". Por "violadores" se refieren a los de esa ley, no a los de los escolares, aunque me imagino que se perseguirá a ambos, claro. Me estoy liando. El caso es que un aviso como éste pierde mucho sentido cuando dice que no se puede hacer allí algo que igualmente es ilegal en cualquier otro sitio. No sé, a lo mejor soy muy susceptible, pero a mí me suena en plan: "Por esta zona pasean muchas ancianas sensibles, hagan el favor de no asesinar a nadie delante de ellas o podrán ser detenidos". ¿Es que si lo hago en otro sitio no me perseguirán?. A eso me refiero.

Upper WestNo infrinjan la ley aquí
















   Del hotel vamos directos al edificio Dakota. Es un bloque bonito y como peculiar tiene esos finales picudos de los últimos pisos. Está muy bien cuidado y en ambas entradas hay una garita dorada con un portero. En una de estas puertas fue asesinado John Lenon, y uno trata de hacerse composición de lugar. Justo enfrente hay una entrada al parque, así que la usamos para cambiar radicalmente de paisaje. ¡Y no sólo de paisaje!, los ruidos de la ciudad también desaparecen. Un laberinto de senderos recorre multitud de rincones de naturaleza salvaje con algunos puentes de piedra, otros de madera, pero todos cubiertos de vegetación. Los caminos principales están asfaltados, y por ellos circulan bicicletas, motos, coches de caballos, patinadores, corredores,... pero si te apartas un poco de ellos te sientes en la soledad de un frondoso bosque. Sin embargo la ciudad de los rascacielos está ahí, y se deja ver sobre las copas de los árboles en cuanto hay un claro amplio en una estampa preciosa por el contraste.

Dakota buildingStrawberry fields
















   Llegamos a un lago con algunas barquitas, pero nosotros buscamos el "Strawberry fields", un mosaico en el suelo como memorial de la muerte de John Lenon y, a estas alturas, nos debemos de haber alejado un poco, ya que se encontraba muy cerca del edificio Dakota. En cualquiera de los pequeños kioscos que están repartidos por el parque hay mapas del mismo indicando cómo llegar a los puntos de más interés y, gracias a eso, llegamos, no sin dificultad, a nuestra primera meta. El mosaico es un círculo que reza "Imagine" en su centro y que, normalmente, está lleno de flores que colocan los fans del músico a diario, pero hoy no. Están restaurando una parte del círculo y está vallado y muy limpio.

   Nos toca ir a comer y yo ya tenía decidido dónde y, además, ya había consultado el camino también en el kiosco de antes. El "Tavern on the green" es un restaurante mítico que yo había visto en un programa en el que Florentino Fernandez nos enseñaba Nueva York y se pedía una gran ensalada de pollo por unos veintipico dólares, caro, pero dado lo pintoresco y lujoso del lugar, asequible. Para ir teníamos que atravesar algo que en el mapa resaltaba como "Sheep Meadow", así, de paso, veríamos lo que es.

Central ParkSheep Meadow
















   El Sheep Meadow es un vasto espacio de hierba con árboles al fondo y, sobre ellos, los rascacielos. Un buen lugar para fotografías. Hay mucha gente tumbada en el césped y se entiende como la mejor zona de la ciudad donde hacer un picnic.

    El Tavern on the green es precioso (www.tavernonthegreen.com). Una abigarrada decoración a base de espejos y mosaicos de cristales de colores, con grandes arañas colgando del techo. Transmite lujo y pijerío. Tal vez demasiado para nosotros si nos basamos en nuestraTavern on the green indumentaria de bermudas y camiseta contrastando, como un berberecho entre el surtido de una buena pastelería, con los trajes y vestidos de los comensales. Así que, una vez sentados, y con los típicos vasos de agua colocados, abrí la carta con verdadera curiosidad sobre los precios. En cuanto vi los de las bebidas quedamos en que, esta vez, nos conformaríamos con el agua. Después, un gran plato cada uno sería suficiente. Pedimos platos lo más cercanos posible a 20$ - lo mínimo, vamos -. Yo, otra vez pasta. Quedarse con el agua supuso un buen ahorro, con lo que al final, la cuenta no llegó a 100$ para los tres, incluyendo las tasas, aunque no nos llenamos tanto como las otras veces. Eso sí, del surtido de panes no quedó ni uno.

   De nuevo inmersos en el heteróclito paisaje de Central Park, nos condujimos hasta la fuente. Antes de llegar vimos a varios técnicos recogiendo cámaras y equipo de iluminación. Por poco no pudimos ver qué se estaba grabando. Luego, aparece una imagen vista en decenas de películas. La última ha sido "Encantada", con todo un número musical en este escenario: la fuente frente al lago. De aquí salen barcas para recorrerlo remando. A la derecha, mirando al lago, hay una especie de "gran local flotante" donde parece que se esté celebrando un banquete de bodas, tiene tejados, pero está completamente abierto por los lados, sin paredes. Estamos en el centro neurálgico del parque, de aquí nos toca ir hacia el Este para llegar al museo.

Central ParkFuente en Central Park
  















   El trayecto es agradable, pero largo. Pronto detectamos el final del parque por el Este, pero según el mapa, el museo está más al Norte y, aunque en el plano parece cerca, no hay forma de llegar. El camino es agradable, por eso: bonitos paisajes, puentes de piedra, saxofonistas amenizando la tarde, gente acampada, pájaros exóticos, un obelisco, una escultura de un gato negro gigante, y el museo... pero por detrás. Como el edificio es enorme todavía nos queda andar bastante para rodearlo y alcanzar su entrada, ya, de nuevo, en las calles de Manhattan. Esta vez nos hemos cansado.

   En los alrededores de la entrada principal del Metropolitan hay multitud de pintores ofreciendo su obra, ya sea en forma de paisajes o de caricaturas. Nosotros vamos directos a la puerta ya que, sabiendo que cierran a las 17:30h, nos queda una hora para ver el museo. En la entrada me hacen lo mismo que en el otro, me intentan cobrar 20$ por persona. Yo les pregunto, "¿Pero no se paga la voluntad?", a lo que me contestan: "Sí, pero éste es el precio recomendado.". "Pero si yo quiero pagar otra cantidad, ¿puedo, no?", les insisto. "Sí, pero hay un precio recomendado para ayudar al museo.". Ese "Sí" me da alas para el ataque: "Pero sólo queda una hora para que cerréis, con lo que no creo que deba pagar lo mismo que el que ha estado todo el día", y la chica se rinde: "Es verdad. ¿Cuánto queréis pagar?". Y yo, por no quedar mal, saboreo la victoria y le doy lo que recomiendan por una entrada para los tres: 20$. Lo que llamamos un 3x1. Ésta es la forma como funciona el sistema de pagar la voluntad en Nueva York: ellos te presentan una factura por lo que creen que debería ser la entrada y tú, si quieres pagar menos, has de vencer un poco de insistencia y un poco de vergüenza. La entrada es original, se trata de una chapita circular con el logotipo del museo, con un extremo alargado y flexible para que puedas doblarlo en un ojal, de forma que la chapa quede a la vista.

Museo Metropolitan
Templo de Dendur
















   Como no tenemos tiempo que perder valoramos las prioridades de las diferentes zonas. La primera es la egipcia, donde está el templo de Dendur. Se lo trajeron entero desde Egipto tras comprárselo al gobierno. Es el de la foto de la derecha. La sección está bastante completa: sarcófagos, momias, esculturas de dioses y una buena colección de papiros. Atravesamos la parte de arte americano sólo como atajo para las esculturas de Grecia y Roma, ya que le colocaba una prioridad bastante baja, sin embargo, nos quedamos parados ante la esfinge de la tumba de Elizabeth Duveneck, una escultura de su marido, Franck Duveneck, que no podré olvidar jamás. Corresponde a la foto de la izquierda.

DuveneckHall de la antigua Grecia en el Metropolitan
















Papiros egipcios en el MetropolitanArte oriental en el Metropolitan
















  La hora se nos echa encima y hay un templo chino entero en el segundo piso que me gustaría ver. Subimos y atravesamos las salas de arte asirio, islámico, coreano, con algunas piezas espectaculares, y llegamos al chino. No encontramos el templo a la primera, pero dando vueltas por las salas damos con la entrada, sin embargo, una guardia del museo nos dice que está cerrado, mientras vemos a gente salir ¡lo acaban de cerrar!. Yo le suplico: "Un minuto, por favor" y, sorprendentemente (porque no estoy acostumbrado) me dice: "Bueno, un minuto". Le doy las gracias y mientras entramos me repite "¡Pero un minuto!". En realidad es tiempo suficiente porque el templo en cuestión es pequeño. Un patio con jardín y fachadas con los típicos tejados de China. Unas fotos allí y salimos dando las gracias a la guardia con un intercambio de sonrisas. Por alguna razón veníamos con cierto prejuicio sobre el carácter de los estadounidenses y estamos gratamente sorprendidos por la amabilidad que hemos recibido en cada momento y de las personas que se han parado a ofrecer ayuda cada vez que nos hemos detenido para orientarnos.

   Ya está saliendo la gente del museo y nosotros también nos dirigimos a la salida, pero por el trayecto largo: atravesando la galería de Japón y de pinturas europeas. Una vez fuera, la multitud de gente que había dentro del museo - y de la que nosotros formamos parte - invade la amplia calle de los pintores. ¿Qué hacemos ahora?, yo sigo teniendo en mente la visita del Flatiron building, pero está realmente lejos y estamos cansados. Son las últimas horas de luz en Nueva York, pero sólo apetece echarse un rato, por lo que nos vamos en taxi al hotel.

   Esta última noche en esta ciudad vamos a cenar fuera y, además, queremos una sopa. Mi mujer y yo somos muy soperos y no aguantamos muchos días sin tomarnos un caldo. Antes hemos decidido dar una vuelta, de momento vamos a ir a la zona del Empire State Building y luego ya veremos.

Madison Square GardenTras un billete sencillo de Metro por 2$ estábamos ante la fachada del famoso rascacielos. Está en reformas y en un juego de palabras digno de nuestros diarios deportivos las pancartas que cubrían los andamios ponían: "Empire State Rebuilding". Todo el rascacielos está iluminado hasta donde llega la vista, allá en el lejano cielo, donde la punta aparece con llamativos colores. El Chrysler también destaca por sus luces. Avanzamos un par de manzanas al Oeste, entrando en algunas tiendas de souvenirs. En una de ellas pregunto el precio del iPhone libre que hay en el escaparate: 500$. ¡Y encima es el modelo viejo!. Definitivamente me olvido de traerme uno. Llegamos al jardín de la plaza Madison, perdón, al Madison Square Garden. Un enorme bloque cuadrado y una gran caseta enfrente con una gran pantalla y una gigantesca pelota de baloncesto en el techo. ¡Todo es grande!, aunque en la foto tal vez se vea demasiado pequeño. Tan grande es el bloque que casi nos vamos sin ver el estadio, que está detrás. De vuelta miro el mapa y analizo las opciones de ir a ver el Flatiron Building. Es ahora o nunca.

Times Square de noche   Al final es nunca, decidimos volver y cenar por los alrededores del hotel, pero de camino, paramos en Times Square. Repetimos porque nos imaginamos que si todas esas pantallas e iluminación ya eran espectaculares durante el día, por la noche iba a ser una maravilla. Y así es. Cuando llegamos hay incluso más gente de noche que la que había en la mañana de anteayer. La luz brilla por doquier en esa zona y todas las tiendas que hay allí se unen en dar color y brillo. Nos paramos en una que tiene el escaparate repleto de parafernalia de Batman. Incluyendo uno de los pingüinos cuyos cerebros fueron controlados por Danny DeVito. Las aceras están tan repletas de personas que muchas pasan por la calzada. Realmente es agobiante. Nos volvemos a la tranquilidad del que va a dejar de ser nuestro barrio. Dejamos las bolsas con compras que siempre estoy cargando en la habitación y miramos los menús de los restaurantes de alrededor en busca del que tenga alguna sopa. Cuando digo restaurantes, más bien me refiero a bares con mesas delante de la barra. El segundo ya nos vale.

   La cena nos sale baratísima. Paseamos un poco y nos da por meternos en un bar ¿una noche de fiesta justo la víspera del día que más tenemos que madrugar? Pues algo así. En realidad es temprano y el bar no es un enjambre de gente pasándoselo bien: hay tres clientes en la barra, cada uno únicamente acompañado de su copa, y dos camareros. Comenzamos con una ronda de cervezas, pero pronto vemos que van a caer unas cuantas más.  Cada vez que salgo a fumar a la puerta me viene alguien diciendo que es un "homeless" y que si le doy dinero. Sólo una hora más tarde veo la bandera arco iris y la encajo en el contexto de un bar con sólo hombres y las maneras de uno de los camareros. ¡Si a ellos les da igual a nosotros más! Así que, cerveza tras cerveza, vamos metiendo a los camareros e incluso algún cliente en nuestra diversión/conversación, y nos pilla la madrugada de vuelta al hotel.