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Día
11
(16/06/2008) Traslado a San Diego y visita del Gaslamp Quarter
Antes
Este día habría que madrugar ya que queremos apurar alguna
visita
más en Los Angeles antes de salir para San Diego. Estas visitas podrían
ser Disneyland o la catedral de cristal, en Anaheim, un barrio del Sur
que nos pilla de camino, o algún otro estudio, como la Warner, que
queda cerca del hotel.
La idea sería aprovechar la
mañana en uno de estos sitios y llegar para comer a San Diego, una vez
salvados los 195 Km, en alrededor de una hora y tres cuartos.
Ya en la ciudad, queremos visitar el Gaslamp Quarter, donde
todavía se conservan edificios de la época en que Wyatt Earp y sus
amigos y familiares montaron un casino, la época del duelo del OK
corral. Después, si diera tiempo queremos visitar Balboa Park.
Podríamos dejarnos alguna parte del parque para mañana por la mañana.
Esas son las visitas que nos hemos puesto como obligadas para
esta ciudad. Mucha gente que pasa por aquí aprovecha para ir a Tijuana,
cruzando la frontera con Méjico, pero teniendo en cuenta que el
ambiente de Tijuana está algo enrarecido en cuanto a cantidad de
prostitución y drogadicción, hemos preferido no malgastar tiempo en
esta visita sólo por el placer de sellar el pasaporte conforme hemos
estado en otro país. Es más práctico.
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Después
Está demostrado que lo de madrugar no es lo nuestro. Salimos
del
hotel pasadas la 10:00. Durante el check out le pregunto al
recepcionista por los sitios donde se puede ver la señal de Hollywood,
no nos queremos ir de aquí sin la típica foto de las letras en la
montaña. Me señala en un mapa donde está e incluso me indica cómo ir lo
más cerca posible, pero a mi me sorprende que uno de los lugares
reseñados sea el mirador en el que habíamos estado hace un par de
noches, en Mulholland Drive. El aparcacoches nos trae nuestro 4x4 - no
estamos acostumbrados a estos lujos, la verdad - y salimos directos
hacia allí, ya sabiéndome el camino.
Las vistas de
Los Angeles desde Mulholland Drive durante el día son espectaculares.
La ciudad se funde con
el horizonte y los rascacielos del downtown son siluetas en el mismo.
Pongo foto, naturalmente. Luego subimos por las escaleras a la parte de
arriba, la misma desde la que bajaron unos turistas que nos asustaron
cuando estuvimos por la noche. Finaliza en un mirador circular y, a la
izquierda de la ciudad, de forma que nunca se podría ver desde abajo
porque la taparía la propia torre en la que estamos, aparecen las
letras blancas y desalineadas en plena pendiente de la colina. Aunque
están algo lejanas y escoradas se ven muy bien y nos hacemos unas fotos
posando con ellas (luego más tarde, al descargar las fotos, descubrimos
que salimos posando ante un trozo de montaña vulgar y sólo con la ayuda
de una buena lupa se podría detectar la señal, motivo de la foto. Por
esa razón la foto que pongo a la derecha es la única que está hecha
allí, sólo enfocando la señal, y con el zoom a tope).
Contrariamente a lo que muchos podrían pensar, las letras de
Hollywood en la montaña no se ven desde gran parte de Los Angeles. De
hecho, hay que ir a una zona muy concreta para que aparezcan con
claridad. Y nosotros no vamos a esa zona para ahorrarnos unos minutos e
ignorantes, todavía, de que las fotos que tenemos son muy mejorables.
Los estudios Warner se encuentra en el otro lado de la autopista, en la
parte de atrás de la colina donde están las letras, así que desandamos
un
tramo de la ancha carretera, aunque ahora en el sentido contrario
tenemos la salida que queremos ahí mismo. Después de la fantástica
experiencia de ayer, hemos
preferido esta visita a la de Disneylandia. También existe un argumento
de tiempo: el necesario para ambas visitas es tan dispar como todo un
día y entre una y dos horas. Así que también gana por visita más corta,
ya que la Warner son sólo estudios de cine, no tiene parque de
atracciones.
Siguiendo el mapa, pronto damos con los estudios, gracias
también a la famosa torre del depósito de agua. Si no sabéis a qué me
refiero, es la de la foto de la izquierda. Los estudios son muy
grandes, claro, pero hay señales que te llevan al parking del VIP tour.
Sólo por aquí pueden ir los visitantes. El precio por dejar el coche es
de 5$, estés el tiempo que estés. La entrada del VIP tour, ya a pie,
está flanqueada por dos estatuas gigantes, al estilo de los templos
egipcios, sólo que aquí los "dioses" son Bugs Bunny y el pato Lucas.
Queremos comenzar la tanda de fotos ahora con ellos, pero yo sé que no
se van a mover y tengo prisa por entrar. Al tratarse de una visita tan
improvisada, realmente no sé los horarios, y ni siquiera se si la
podremos hacer; es muy tarde para lo que tenía pensado: las 12:10h.
Todavía en el exterior hay un guardia de seguridad con un scanner tipo
aeropuerto, es negro, completamente calvo, bastante "grande" y algo
mayor. Cuando pasamos nosotros me pregunta de dónde somos, yo le
contesto que de Barcelona y él hace un gesto de aprobación. "¿La
conoces?", le pregunto entonces y él se muestra ofendido y simpático y
me contesta "Por supuesto. ¡Los juegos olímpicos del 92!". Entonces le
menciono al Dream Team y nos muestra todas sus sonrisas. Muy majo.
Dentro vamos directos a preguntar, aunque ya vemos cosas que
nos
llaman la atención. No hay problema para hacer la visita. "¡Qué bien!",
me digo. Son 45$ cada uno y nos ponen en el tour de las 13:00h, que
entrará a las 12:30. Al parecer, hay un tour cada media hora y tal como
llega la gente se les asigna el siguiente en el que hay sitio. Nos
dan
un cupón a cada uno que nos descuenta un dólar en cualquier helado. Yo
lo uso inmediatamente y salgo a echar un cigarro ya que no podré fumar
en todo el tour. Al entrar le pregunto de lejos al de seguridad
si he de pasar el control otra vez y él me reconoce y me
indica
que entre directamente. Al pasar junto a él me ofrece un "give me five"
que acepto con gusto. Los minutos que quedan de espera los pasamos cada
uno en un sitio, Eva está en la tienda de regalos, Trini haciendo fotos
y yo posando, y es que en la sala están los trajes originales de Mr.
Freeze y el que Harry Potter usó en la primera película (unas cuantas
tallas menos que el de la última, la verdad).
Cuando llega el momento nos introducen en una sala (una
especie
de mini cine) y nos proyectan un documental de la historia de los
estudios Warner en donde sacan pecho de sus éxitos. Tras la media hora
de proyección, salimos al exterior para ponernos ya al cargo de nuestra
guía. Una joven con uniforme junto a una especie de carrito eléctrico
con asientos y que conduce ella misma, se nos presenta y nos da unas
breves indicaciones. Una de ellas nos emociona bastante ya que nos
comenta que vamos a pasar por zonas donde están rodando en este momento
y que si viéramos a algún actor o actriz famoso o reconociéramos a
alguien que abortáramos cualquier intento de llamar su atención: ni
gritos, ni alharacas, ni nada. Resumiendo: que nos cortemos un poco
porque la gente está trabajando.
Abandonamos la
zona del VIP Tour y paseamos un rato por la calle, la misma por la que
acabo de pasar en coche, para entrar, tras un control de seguridad, en
lo que son los estudios en sí. Durante este corto trayecto nos pregunta
por productos de la Warner de los que seamos fans. Yo destaco la serie
"Friends" y la saga "Matrix". También menciono a Harry Potter.
Lo primero que vemos es una zona de calles de estilo
Brooklyn:
fachadas de ladrillo con escaleras de incendios. Una de esas calles
está acordonada y vemos en el interior que están rodando. Gente con
focos, cámaras, etc... aunque no identificamos a nadie. No puedo evitar
comparar con la visita de la Universal, donde en ningún momento vimos
esto: un rodaje. Luego caigo en que ayer era Domingo y que tal vez si
fuéramos hoy, lunes, también habríamos podido ver gente trabajando
allí. Es
casi la hora de comer así que el resto de rodajes que vemos los
pillamos recogiendo. Hasta que llegamos a una zona diferente, llena de
casas unifamiliares con jardín y un parque en medio con una glorieta y
una iglesia. Hay preparado un inmenso catering y se congrega mucha
gente de pie. Nuestra guía nos comenta que este tipo de celebraciones
las hacen cuando acaban una temporada de una serie. Ésta en concreto
parece pertenecer a "Gilmore girls", pero como no he visto un capítulo
no puedo reconocer nada. Sin embargo sí reconozco otras cosas: cuando
pasamos cerca de la iglesia juraría que es donde Julia Roberts prepara
su boda en "Novia a la fuga" bajo la atenta mirada de Richard Gere. El
parque y la glorieta me suenan mucho. Y es que, tal como nos
cuentan, constantemente se aprovechan estos decorados para grabar
multitud de escenas, buscando diferentes ángulos, para que no parezca
siempre el mismo sitio. La guía me llama la atención sobre una casa de
las varias que hay con jardín, me dice que ya que soy un fan de
"Friends" debería saber que esa casa era donde vivían los padres de
Ross y Monica en la serie. Yo no la recuerdo, no debo ser tan friki.
Seguimos atravesando decorados, fachadas de edificios con sus
herméticos comercios, como si atravesáramos una gran ciudad, sólo que
sin gente paseando y viviendo, sólo grupos congregados aquí y allá con
los utensilios de rodaje.
Por fin nos paramos en
una calle muy ancha, ambientada como si fuera de Chicago. La guía nos
cuenta esto y que, cambiando un poco los colores, carteles, etc...
pueden cambiar la calle para que pertenezca prácticamente a cualquier
ciudad. Hay una gran cafetería y, en frente hay una entrada con
escaleras con un diseño muy marcado, que sobresale del resto de
paisaje: es la entrada del ayuntamiento de Gotham, donde el pingüino
daba sus discursos. Y justo donde acaba aparece un hospital entero. El
County General Hospital. Son todos los exteriores de la serie
"Urgencias", emblema de la Warner y trampolín de George Clooney. Así
que nos introducimos por la entrada de las urgencias, como no podía ser
de otra manera, y damos a un espacio abierto, cuadrado, cuyos
lados son fachadas con falsas entradas al hospital.
Y digo falsas porque ninguna de las puertas es útil. Se
pueden
ver pasillos y otras puertas en el interior, pero son aún más falsas,
porque éstas ya están directamente pintadas sobre la pared con los
pomos clavados a ésta. Por ejemplo, en la foto de arriba a la derecha,
se puede ver la famosa puerta automática de la serie, pero está
entreabierta, y siempre ha estado así. Nos comenta la guía que en
realidad el efecto de atravesarlas era de montaje. Podían haber dos
hablando que se dirigieran hacia ellas, y luego se cortaba para grabar,
ya en interiores, la conversación una vez atravesada la puerta. Otra
curiosidad son la serie de tubos, creando cuadrados concéntricos que
"techan" este patio abierto. Son para hacer llover sobre la zona. Nos
cuentan algunas anécdotas sobre George Clooney durante los años en los
que estuvo grabando la serie y nos muestran la pequeña canasta de
baloncesto donde jugaba él como parte de una de esas anécdotas.
La guía es una máquina de contar curiosidades sobre la
creación
de series y películas, curiosidades en forma de pequeños detalles en
los que nunca habrías pensado. Este discurso nos lleva a la cafetería
por la que pasamos antes y que ahora nos paramos a analizar. No
entramos, sino que la observamos a través de la cristalera. Está
totalmente montada por dentro y se ve que es muy utilizada. Muchas
escenas en el interior de una cafetería resultan estar grabadas aquí.
Un corto trayecto en el carrito nos lleva a un aparcamiento
repleto de vehículos de servicios: ambulancias, coches de policía, de
bomberos, furgonetas de diferentes empresas de reparto, taxis, etc...
Poco presagio yo que, en realidad, lo que vamos a ver es otra
cafetería: el Central Perk. Y es que, dado que la serie "Friends" ha
tenido tanto éxito, tras desmontar los decorados para dar paso a otras
series, decidieron mantener el emblemático bar de la serie para las
visitas. Y ahora me encuentro en él. Todo es más pequeño de lo que
parece, pero indudablemente es él. Lástima que un cordón te impida
adentrarte en el café, sentarte en el sofá o tocar la guitarra de
Phoebe, que se la han dejado ahí, en su sitio, como se puede ver a la
izquierda de la foto. Se encuentra en una especie de enorme nave, donde
han dejado un pequeño pasillo y una puerta de madera que da al pequeño
rincón que ocupa.
Después caminamos hacia otra nave
vecina y entramos en una pequeña exposición de coches de películas de
la Warner. Destacan el Batmóvil - el que conducía George Clooney - y la
moto de Robin, la furgoneta de Scooby Doo, el carro y armas de Troya,
junto con el casco de Aquiles-Brad Pitt, que no es precisamente de
metal. En la foto de la izquierda, el coche vapuleado por el
sauce
boxeador en Harry Potter, con los baúles y la jaula de Hedwig y todo;
en la de la derecha, entre varios vehículos de Matrix, donde se
encontraba la moto en la que Trinity protagoniza una espectacular
persecución en autopista en Reloaded, el que usaban Morfeo "y su banda"
en Matrix, custodiado por unas cuantas figuras del agente Smith, que
dadas la escenas finales de la última película de la trilogía, deben
haber unas cuantas miles por ahí.
Al final de la visita nos proponen hacer una foto ante un
croma.
Nos muestran que la imagen que pondrán es la de la locomotora de Harry
Potter llegando al andén para que actuemos en consecuencia. Ellas
parecen no enterarse y posan sonrientes, yo me muevo mirando
sorprendido la "invisible" locomotora y, por qué no decirlo, salvando la
foto, je je.
Al salir de allí nos cruzamos con otro grupo y alguien nos saluda.
Resulta ser el tejano, con su hijo, que ayer estaba haciendo el VIP
Experience de la Universal con nosotros. ¡Qué curioso, ha planeado lo
mismo!
Un nuevo paseo en carrito nos
lleva a donde la guía nos cuenta que ruedan las series. Vamos a ver el
set de rodaje de una. Sin embargo, antes de bajar, nos piden las cámaras
de fotos y video y las guarda en un compartimento del vehículo bajo
llave. El mensaje está claro: no podemos sacar imágenes de lo que vamos
a ver. En la entrada aparece un enorme logo en la pared, la serie se
llama "Two men and a
half". No la conozco, pienso que no la deben dar en España, sin embargo
me extraña ver que uno de los protagonistas es Charlie Sheen, como se
deduce de la caravana con su nombre que hay en la puerta. Nos sentamos
en una grada que ocupa todo el lateral de la nave, aunque tiene poca
profundidad - no más de diez filas de público -, mientras la guía nos
cuenta curiosidades y truquillos de los rodajes. Delante tenemos un
comedor con un pequeño jardín, un tabique lo separa de un dormitorio y
el siguiente tabique lo separa de un espacio vacío. Nos cuentan que los
dos decorados que podemos ver son fijos en la serie, mientras que el
tercero se monta para cada capítulo. Por ejemplo, si hay una visita al
médico, en ese espacio se pone la consulta. De esta forma el público
tiene acceso visual a todas las escenas. Esta serie, como en su día
hizo "Friends", se graba con público en directo y las risas que se
graban vienen de él. Digamos que las risas que oímos son genuinas. Otra
curiosidad es que los escenarios son más pequeños de lo que serían en
la realidad: tienen menos superficie. Y, por lo tanto, los muebles los
hacen a medida, más pequeños, para que cuadren con el conjunto. Según
se ve queda mucho mejor en cámara. Luego pude ver algún capítulo de
"Dos hombres y medio" y reconocí los decorados, y puedo decir que lo
que en televisión parece un amplio comedor, con un sofá normal, en vivo
parecía un comedor hobbit.
De nuevo nos conducen,
todavía sin las cámaras, hasta un lugar que la guía llama "museo". Algo
me dice que voy a echar mucho de menos la cámara.
El museo es una exposición de objetos de películas. Varios
guardias de seguridad vigilan que nadie consiga
burlar una
foto o tocar algo demasiado. Sin embargo, no pensamos en ello mientras
nos imbuimos, a nuestro aire, entre los diferentes maniquís con trajes
y objetos en vitrinas. Nos llamamos unos a otros, "mira, esto es de
Matrix", "ven, aquí está lo de Casablanca". Los trajes de Batman y
Superman, los vestidos de Ingrid Bergman y el traje de Humphrey Bogart
en "Casablanca", junto con el piano, que nos parece increíblemente
pequeño. También vemos algunos de los brillantes Oscars ganados por los
estudios. Me paro ante los maniquís con los trajes originales de Neo,
Morfeo y Trinity. También están los implantes que se ponían los actores
en la nuca con el conector y algo de pelo. Me quedo admirando el
aparatoso artefacto que usaron en la primera para sacarle el parásito a
Neo. El parásito en cuestión está a su lado. Cientos de cosas que nos
dejan maravillados y lamentando no tener más que nuestra memoria para
llevarnos estas imágenes a casa. Pero eso no es nada. De repente oigo
que la segunda planta está enteramente dedicada a Harry Potter y para
allá que subimos, no sea que nos digan que se ha acabado la visita sin
haber pasado por allí.
No hay tiempo material para
imbuirlo todo. Ante mis ojos aparece una colección con prácticamente
todo lo que se ha usado en las cuatro primeras películas de Harry
Potter. La quinta es demasiado reciente como para que esté representada
todavía. Vi las vestimentas del trío protagonista en todas las
películas. Analicé todos los elementos del baúl de jugar al Quidditch,
centrándome en la snitch dorada, sin alas, claro, ya que éstas se
añaden por ordenador. Toqué el sombrero seleccionador y casi toco el
diario de Tom Riddle, tal y como quedó al final de la cámara secreta.
Tantos y tantos objetos familiares, pero desde la distancia, hasta hoy.
Bueno, para no parecer más friki todavía voy a parar aquí
los comentarios de la visita. Solo diré que no pude reprimir una
lamentación a la guía porque nos imposibilitaran hacer fotos ahí, que
me correspondió con un escueto "Es así", en una traducción literal,
que correspondería mejor a un "Es lo que hay".
El
tour acaba con este fin de fiesta y la mente trabaja en retener lo que
acabamos de ver durante el trayecto de vuelta a la puerta del VIP tour,
esa con Bugs Bunny y el pato Lucas. Cuando me devuelven la cámara de
fotos la miro diciendo "lo que hubiera dado por tenerte hace media
hora", pero la cámara no entiende lo que le digo, es un objeto
inanimado y he de darme prisa por volver a la realidad y dejar de
hablar con las cosas porque me toca conducir. Antes de despedirnos nos
regalan la foto con la locomotora de Harry Potter. Bonito detalle. Al
salir, nos cobramos las
fotos de la entrada que no hicimos al llegar debido a las prisas, y
porque teníamos que resarcirnos de las ganas de usar las cámaras.
Sacamos el coche y salimos del polígono a Riverside Drive. Mi
intención es salir disparados para San Diego y comer allí, aunque sea
tarde, pero se acercan las 15:00h y nuestros estómagos nos recuerdan
que ya nos estamos pasando la hora de comer. La calle tiene varias
ofertas y escogemos un restaurante italiano. Aparcamos en la calle, a
diez metros de la entrada. No recuerdo si alguna vez habíamos aparcado
en este país sin pagar, pero la avenida es amplia y la cantidad de
vehículos pequeña, con mucho sitio para dejar el coche. "Bacco
Trattoria"
reza la entrada y el restaurante está vacío, excepto por un hombre
mayor, sólo en una mesa. A mí me recuerda a los típicos restaurantes
italianos de la mafia, a lo mejor he visto demasiadas películas, pero
lo comentamos: esto es Los Angeles y tampoco sabemos muy bien donde
estamos. Eva y yo, resabiados con el tamaño de los platos en este país,
decidimos compartir uno de pasta y uno de carne, Trini se pide una
superensalada con grandes trozos de queso. Los platos, efectivamente,
son enormes, de pedirse sólo uno, así que salimos saciados por 40$ los
tres.
Ahora sí, nos vamos a San Diego. ¡Dios mío,
las cuatro pasadas!. Lo de Balboa Park queda definitivamente para
mañana. Según miré, debería ser un viaje corto, de poco más de una hora.
Nos perdemos un poco para llegar a la autopista 5 que nos
llevará
a San Diego y que tenía una entrada allí mismo. Nos encontramos con
algo de tráfico, pero vamos tirando. Cuando llevamos un poco más de una
hora comienzo a fijarme en las salidas porque por tiempo deberíamos
estar llegando. Sin embargo la salida anuncia ¡Anaheim!, ¡es la salida
de Disneylandia!¡Todavía no hemos salido de Los Angeles!. No sé qué ha
pasado, seguramente calcularía el tiempo desde la ciudad sin fijarme
que
atravesar esta vasta urbe puede ser incluso más largo. Tampoco ayuda el
"estilo" de Los Angeles, en el que estás atravesando la ciudad, pero
desde la autopista, viendo árboles y arbustos, no notas la diferencia
con un trayecto interurbano. De lejos divisamos la catedral de cristal,
pero el caso es que no sé a qué hora nos plantaremos en San Diego.
Pues pasadas las 18:00h, tras parar en un lugar llamado
Encinitas
a llenar el depósito. Pero como la cantidad de salidas de la autopista
son muy liosas y mi capacidad para perderme por la ciudad hasta
encontrar lo que busco es bastante alta, alcanzo a aparcar en
un
parking al aire libre en la 6ª avenida - paralela a la 5ª, donde está
el Gaslamp Quarter - a las 19:52. Poco tiempo tenemos, la verdad. Pongo
para un hora de aparcamiento y bajamos a recorrer la calle, al menos es
subir y bajar
por la misma. Está anocheciendo y lo primero que notamos es un gran
ambiente. Hay multitud de bares y restaurantes y todos están llenos.
Paseamos unas manzanas arriba y abajo, los edificios parecen antiguos.
De acorde con la guía hay algunos de ellos que son contemporáneos de
Wyatt Earp, pero poco más queda del personaje.
Hablamos sobre venir a cenar aquí ya que el ambiente invita a
ello. Vamos primero al hotel y luego volvemos. Antes de llegar al
parking, me acerco al portero de un lujoso hotel a preguntarle por el
nuestro.
Le muestro la reserva, donde pone la dirección, pero no conocen ni la
calle ni el hotel "California Suites" (era más tipo motel y muy barato
en comparación con el resto de precios que vi de hoteles en San Diego).
Nuestro portero implica al botones, al que tampoco le suena de nada,
pero va a buscar una especie de guía para encontrarme la calle. Y menos
mal que pregunté, porque resulta que está más cerca de Los Angeles que
de San Diego (exagerando un poco). Hemos de volver a la autopista en
dirección a Los Angeles y salir donde nos dicen, unas cuantas salidas
más al norte. Luego tendremos que preguntar por allí.
¡Y vaya si preguntamos!. Decenas de veces. Además, cuanto más
entrada la noche, menos gente a la que preguntar. Nadie conoce este
puñetero hotel, ni esta puñetera calle. Todo es una extensa zona, más
tipo polígono que otra cosa. La pesadilla de dar vueltas perdidos
durante horas por una ciudad extraña retorna con más fuerza que nunca.
Llamo al hotel, pero no saben dónde estoy, para decirme como llegar.
Finalmente, pero muy finalmente, un gasolinero me da unas indicaciones
claras y encontramos la calle aunque, sorprendentemente, una vez en la
calle correcta, acabamos obligados a entrar en la autopista. Ahí ya me
quiero morir.
Salgo, me pierdo por otra zona,
encuentro la autopista y vuelvo para volver a salir donde estaba.
Vuelvo a encontrar la calle y a recorrerla, más lentamente, hasta que
me doy de bruces con la entrada a la autopista de nuevo. Esta vez no.
Como ya es medianoche y apenas hay coches doy marcha atrás, justo en
una entrada desapercibida, un instante antes de pillar la autopista,
encontramos el "California Suites". "Al menos mañana no tardaremos nada
en pillar la autopista", digo, siempre optimista, pero las mujeres
están hasta la coronilla de estar en el coche.
En
la recepción comento lo que nos ha costado llegar, pero sólo recibo una
expresión de "¡Vaya!", ¿o tal vez es "¡Y a mí qué me cuentas!"?. En
fin, me dan un mapa del complejo, me señalan la habitación, me entregan
la llave de la misma y de la puerta externa para llegar a su zona, que
a estas horas de la noche está cerrada.
Descansamos un poco y nos acordamos de que tenemos que cenar. Salimos,
pero está todo desierto y cerrado. Una gasolinera a lo lejos nos ofrece
la única
luz. Allí compramos sandwiches y comida de ese estilo y cenamos en la
habitación. Hoy he acabado harto de coche. Teóricamente era uno de los
días en los que menos conducía, mañana es el que más. Vámonos a dormir.
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