Día 16 (21/06/2008) Yosemite National Park


Antes   

Mapa de Yosemite NP   Hemos de salir temprano de donde hayamos hecho noche en dirección al Parque Nacional de Yosemite. Nuestro propósito es entrar por Tioga Pass que, aunque es un camino más largo, es también el más bonito. Una vez alcanzado Lee Vining, cruzaremos el parque de derecha a izquierda e iremos parando donde más nos guste. La idea es  visitar el valle, pasando por el Visitor's Center y caminar hacia alguna cascada. He escogido la doble cascada llamadas upper y lower Yosemite falls. Después nos dirigiríamos al Sur, hacia el hotel Wawona, donde hacemos noche. Pasaremos cerca de la carretera que va a Glaciar Point y nos tocará decidir si hacerla o no. El hotel está cerca de Mariposa Grove, un bosque de secuoyas imprescindible. Si llegáramos con tiempo podríamos visitarlo ese mismo día, si no, seguramente quedará para el día siguiente por la mañana.

   Referencias en el mapa:

 25 - Valle y camino a cascadas
 26 - Glacier Point
 27 - Hotel Wawona
  5  - Mariposa Grove
 

Después



Bishop   Nos levantamos con energías nuevas tras la dura jornada de ayer. Bishop se nos presenta muy diferente a la luz del día. Por todos lados vemos alguna extravagancia que hacen de esa calle principal un lugar ecléctico y pintoresco: una cabina de teléfonos inglesa, un Cadillac rosa, algún que otro vehículo francamente indescriptible. Vemos un par de coches que parecen venir de otra época, pero de una que nunca existió, antigua e imaginaria. Los colores vivos se han desparramado sobre esta ciudad, como si hubieran caído desde una lluvia nocturna y los tonos chillones se presentan a la luz del día con toda su fuerza. Una muestra podría ser la foto de la izquierda, donde la roja cabina londinense no puede esconderse entre el amarillo chillón que le envuelve, incluyendo uno de esos vehículos que parece de la época de los impresionistas, por diseño y color. Curiosamente, toda esa parafernalia anuncia una enorme panadería que, a la hora de la verdad, anda escondida ante un montón de hiedra.

   Hacemos el check out porque no tenemos desayuno y ya estamos en ruta en la carretera por la que llegábamos anoche. Los paisajes que nos escondió ayer la noche son maravillosos, y seguro que habrá algunos otros por los que no pasaremos - no sé si decir "afortunadamente"- de incalculable belleza. Las montañas nos acompañan todo el viaje con sus cimas nevadas, al igual que los abetos, puntiagudos, en un plano más cercano. Pasamos cerca de un lago, podría ser Mono Lake, pero como no estoy seguro no digo nada. Paramos en una gasolinera porque no quiero arriesgar a tener urgencias de combustible en medio del Parque Nacional, donde me imagino que habrá poca provisión. Hay una tienda al lado: Deli Café, donde nos metemos a tomar desayunar. Las mujeres necesitan su café y yo comida. Cuando veo los perritos calientes tengo claro qué voy a desayunar, y al final los tres desayunamos lo mismo. Apenas 5$ por todo.

   Tras la breve parada continuamos nuestro camino hacia las montañas, cuyas nevadas cumbres cada vez están más cerca.

LagoMontañas nevadas
















   Cuando llegamos a la altura de Lee Vining, cerca de donde estuvimos ayer por la noche, tomamos el desvío para Tioga Pass que nos adentrará en el Parque Nacional de Yosemite y la carretera pasa, de estar rodeada de montañas a estar en ellas físicamente. Tras unos kilómetros, la nieve hace aparición en los lindes de la carretera. Resulta increíble pensar que ayer estábamos en uno de los puntos más bajos sobre el nivel del mar y a temperaturas rondando los 50º, y ahora, a la mañana siguiente, empezamos a dudar de que nuestra ropa veraniega sea la adecuada. Sobre todo cuando nos vemos obligados a parar cuando en el paisaje, que había transcurrido entre dos grandes picos, aparece una cascada. Nos hacemos fotos en él y también sobre la nieve, tocándola, por lo irreal que nos parece su presencia tras la experiencia de unas horas antes, con una noche mediante.

   Un poco más adelante hacemos otra parada junto a un gran y precioso lago. Es el lago Ellery, como reza el letrero que también indica que estamos a 9538 pies de altura. No tengo ni idea de cuánto es eso, pero empiezo a preocuparme por el tiempo si la belleza del lugar nos hace seguir este ritmo de paradas. ¡No llegaremos nunca al hotel!

Tioga PassLago Ellery
















   Pasamos por otro lago, pero no paramos, aunque sí lo hacemos un poco más adelante. Esta vez toca pagar la entrada al parque. Sacamos el ticket en una máquina, son 20$. Como en el Death Valley, tenemos que pasar por el Visitors Center para que nos den la documentación. Van a ser las 13:30h y todavía nos queda un trecho dentro del parque hasta llegar al Visitors Center, o a comer.

   Sin embargo, 10 kilómetros después hemos vuelto a parar. Hay varios coches en un espacio abierto a modo de aparcamiento y gente pululando por los alrededores de unas cabañas. Es Tuolumne Meadows. En principio es una parada técnica, de mantenimiento de nuestros cuerpos. ¡Para ir al lavabo, vamos!. Pero sucumbimos a la tentación de disfrutar del entorno y caminamos hacia una gran pared de granito llamada Lembert Dome. La explanada de hierba está llena de personas haciendo picnic así que, al poco, cruzamos al otro lado de la carretera buscando más intimidad con el paisaje. La hayamos en una explanada alfombrada por una hierba verde amarillenta, totalmente rodeada de abetos, y con un pequeño lago en medio, con los picos nevados al fondo. Nos tumbamos, nos hacemos algunas fotos y nos volvemos al coche porque hay que continuar. Es todo tan precioso que en cada parada nos está costando reanudar la marcha. No es que haya nada que hacer, pero cuando no se está acostumbrado a entornos con esta carga de belleza parece obligado entregarse a horas de contemplación.

Lembert DomeTuolumne Meadows
















   Continuamos tras remolonear un poco. Cada vez estoy más decidido a parar lo menos posible, pero tras saltarme algunos puntos puedo resistirme a que bajemos en el lago Tenaya. Más fotos y más contemplación y, rápidamente, nos ponemos en ruta de nuevo. Por el camino freno un par de veces porque Eva anuncia que hay un ciervo. El primero no llego a verlo, el segundo se queda, en los lindes de la carretera, pero entre los árboles, lo suficiente como para que lo contemplemos los tres. Está escondido, pero muy cerca, a unos 4 metros. Hacemos fotos desde el coche, ya a zonas boscosas, ya a impresionantes calvas de granito, pero el hambre aprieta y la hora de comer está pasando. Estoy deseando llegar al final de esta carretera: la Tioga Road. Aun así paro en otro punto lleno de coches. Un infinito abismo de granito se abre a nuestros pies. No podemos ver el final por lo árboles, que inexplicablemente crecen en la roca  de forma salteada. Pero aunque la pared luzca algo lampiña, al ser tan larga, el final acaba desapareciendo tras los abetos. Sin embargo, la razón por la que la gente para en este punto no es esa pendiente, sino la amplitud del paisaje que aparece sobre ella. No soy consciente de lo grande que es lo que estoy contemplando hasta que me doy cuenta de que las zonas oscuras que aparecen sobre las montañas son las sombras de las nubes: El cielo entero está reflejado en el paisaje.

Paisaje en Tioga RoadLago de montaña
















   Por fin, sobre las 15:00 llegamos al final de la carretera. Si miramos el mapa del principio de la página, veremos que acabamos de cruzarnos el Parque Nacional de derecha a izquierda. Bajo hacia mi izquierda y me dispongo a llegar al valle, donde están los hoteles y el Visitors Center. Comeremos tarde, pero comeremos. Sin embargo, antes de salir del primer túnel que me encuentro, vemos un montón de coches parados de forma tan desordenada que incluso tapan mi carril. Pienso que debe haber pasado algo, pero es salir del túnel y quedarse con la boca abierta. Yo también paro ahí y nos bajamos sin dejar de mirar el panorama que se nos abre a la derecha: el río Merced avanza, entre dos grandes montañas, hasta llegar debajo de nosotros, desde el fondo del vasto valle, con varias cascadas asomando. Una foto vale más que mil palabras, y en este caso más aún. Es la de abajo a la izquierda. Aunque también nos quedamos con la sensación de que no hay foto que le haga justicia.

   Poco después, tras cruzarnos con un par de trenecitos de los rangers con turistas, llegamos a la altura del río. Aquí hay algo más de tráfico, pero el paisaje sigue siendo maravilloso, ya que esos saltos de agua que hemos visto de lejos aparecen aquí en pleno esplendor. Vemos el Visitors Center, pero seguimos la señal hasta el Ahwahnee, que es un hotel que sé que tiene restaurante.

Rio Merced desde Tunnel View   La entrada es toda de madera oscura. Una larga tarima a la derecha, donde se encuentra la puerta, con un techo que finaliza con unas columnas a la izquierda del coche. Un poco más adelante aparcamos y entramos al hotel sin bajarnos de esa tarima que forma una acera. Una vez dentro no nos sorprende que la cocina esté cerrada, pero al menos nos proponen la carta de "tapas" del bar. Enseguida me doy cuenta de lo caro que es comer allí y pedimos, dentro del rango de precios más bajos, sopas, humus y sándwiches con agua para beber. De esta forma conseguimos que la cuenta no se vaya a más de 20$ por persona. Estamos sólo en el amplio comedor, ¿Solos?, No. Dos ardillas han entrado por los amplios portales abiertos a la terraza y una se atreve a llegar a la mesa de nuestro lado porque el premio son unas sobras de comida. Nosotros queremos darle de nuestra exigua comida, pero su atrevimiento no llega a tanto. Un pájaro, parecido a una abubilla, pero en azul y con la cabeza negra, se posa en la barandilla de la terraza y nos quedamos observándolo hasta que se va. De estos no hay en Europa. Los animales y el entorno han amenizado la comida. No pedimos postre, si no que recuperamos el coche para llegar, por fin, al Visitors Center. Allí nos dan unos mapas y compramos algunos souvenirs en la enorme tienda de al lado. Todavía habrá tiempo para hacer una visita más. De hecho será la única que hagamos, porque todo lo que hemos visto hoy ha sido en ruta. Así que seguimos las señales hasta la upper y lower Falls: dos saltos de agua juntos, en dos niveles diferentes de altura. Aparcamos, aunque la fila para ello está lo suficientemente llena como para tenernos que alejar un poco para hacerlo. Regresamos, ya convertidos en peatones, a la entrada del camino y pasamos junto a un BMW aparcado que nosUpper Fall en Yosemite obliga a pararnos y sacarle fotos. Es un coche completamente personalizado de forma monotemática: Hello Kitty. La matrícula, el rosa por doquier,... incluso los asientos están forrados y los reposacabezas son cabezas de Hello Kitty. Miramos alrededor convencidos de que seríamos capaces de descubrir al dueño o dueña a primera vista. No hay nadie. Seguramente estará en las cascadas o camino de ellas, así que vamos hacia allí. Yo me espero una versión de "Una rubia muy legal", con chihuahua gay y todo.

   Desde aquí ya se puede ver la cascada de arriba, la upper fall, y es un salto de agua impresionante. Conforme nos adentramos en el camino nos vamos encontrando solos mientras nos envuelve una naturaleza salvaje. Esta naturaleza puede atacar, y lo descubro al subirme a un gran tronco caído para hacerme una foto y llenarme de hormigas en pocos segundos. ¡Dios mío! He podido morir devorado. Hay que ir con mucho cuidado y estar alerta en este entorno salvaje y hostil... ¡A ver si el BMW va a ser mío!

   Poco después el camino se ensancha y, con una visión más amplia, aparecen una decena de personas entre las que van y las que vienen. Entre ellas no detectamos a Reese Witherspoon, pero sí a un anciano japonés vestido de Superman. Sí, ya, es surrealista. En realidad es un japonés, ya mayor, vestido con camiseta y bermudas pero, cubriéndose la espalda con una capa roja que lleva atada al cuello y que usa para... pues no sé, como no sea para volar... El resto del camino se me hace corto persiguiendo a uno de esos pájaros azules para hacerle una foto. Al final tengo cientos de ellas, pero ninguna buena. El cabrón me evitaba como si yo fuera un paparazzi. Esto es lo mejor que pude sacar:

Ave azul de Yosemite

   Pasamos por un puente de madera para esquivar un arroyo formado por el agua que cae verticalmente. Todo este paisaje de bosque conífero es también precioso y disfrutamos de cada paso. A estas alturas ya se puede oír el continuo sonido del agua contra la roca y llegamos a la cascada para embobarnos una vez más. Es la Lower Fall, y hay bastante gente y multitud de buenos lugares donde hacerse fotos. Los nombres no son nada originales, "Upper" vendría a significar "la de más arriba" y "Lower" "la de más abajo", como "Fall" es cascada la traducción de los nombres es tan clara como "la cascada de más arriba" y "la cascada de más abajo". Así seguro que no te confundes.

Camino de Lower Fall Lower Fall en Yosemite




























   Un letrero indicando "Upper Fall" hace adivinar que se puede acceder hasta la cascada de arriba, pero intuimos que debe requerir tiempo, subida e incluso algo de escalada. Así que disfrutamos un poco más de lo que tenemos delante y reanudamos la vuelta al coche con la sana intención de llegar al hotel antes de que se haga de noche. No quiero conducir entre abismos de granito sin un ápice de luz. Llámame cobarde, pero ya he tenido lo de las hormigas hoy :-P

Bosque en el camino a Lower FallCamino a Lower Fall




























   Esta vez vamos bastante a piñón. El sol ya se ha ido y la luz se extinguirá con él. Desde hace rato, las cunetas de la carretera están repletas de piñas caídas, abiertas y vacías. Sin embargo no son piñas "al uso", son medio metro de piña. Así que en una de éstas, que veo que no hay coches en ninguna dirección, paro y le digo a Eva, que está de copiloto, que se haga con una. Ya llevaba cavilando hacía rato este souvenir. La piña es tan grande que nos hace sentir más pequeños, por comparación. ¿Qué clase de bichos se comerán estos piñones?¿Ardillas de 10 metros?.

   Pasamos por el desvío que nos llevaría a Glacier Point, pero desechamos esa opción enseguida. Debemos continuar hasta el hotel sin desviarnos por nada. Sin embargo, no me puedo resistir a otra parada. De repente, la hilera de abetos de nuestra derecha se acaba y se nos abren unas magníficas vistas. Si todavía nos quedaban por ver los dos picos más famosos de Yosemite: El capitán y el Half Dome, ahí están. Prácticamente era el único motivo para ir a Glaciar Point. La foto que hacemos aquí es maravillosa y mañana descubriremos que es el lugar exacto desde donde se ha pintado el logo del parque. Así que esta foto la tendréis en la página siguiente.

   Finalmente llegamos al Wawona, todavía con luz, aunque realmente son los últimos rayos. Hacemos el checkin y nos advierten de que no dejemos absolutamente nada de comida en el coche. Cuando pregunto "¿Por qué?" me contestan que es por los osos. Yo me rio incrédulo, pero me muestran un cartel con fotos de lo que un oso le hizo a un coche de ese mismo aparcamiento para hacerse con la comida que había dentro y, ciertamente, no se puede convencer a alguien más gráficamente.

Hotel WawonaHall del hotel Wawonna
















   Así que lo recogemos todo y compruebo varias veces que no quede ni un resquicio de comida, luego subimos hasta nuestras habitaciones, dejamos las cosas y salimos a dar una vuelta. El entorno es fantástico. Estamos en el segundo piso, pero todos los pasillos son también terrazas y se respira una tranquilidad enorme. Vemos que acaban de terminar una megabarbacoa y ya no queda nada para nosotros, ¡Lástima!. Disfrutamos del paseo mientras la luz natural desaparece.
   
Hotel Wawona

   Dentro del hotel el ambiente también es estupendo y un pianista intenta amenizar la velada añadiendo humor a su música. Nosotros nos sentamos en unos bancos del porche y cenamos allí. Estamos tan a gusto que incluso pedimos champán. Nuestra sorpresa viene cuando lo que nos traen es un botellín de Freixenet. Comenzamos a hablar con la guapísima camarera, queriéndole hacer entender nuestro entusiasmo al recibir una bebida que ha sido embotellada al lado de nuestra casa. Una cosa lleva a otra, y nos acaba contando que los que trabajan allí viven en una especie de villa al otro lado del río, y que en invierno están incomunicados. También nos explica que las alertas por oso son reales y que a veces bajan para comer.

   Poco más tarde, estamos conversando con una pareja de holandeses que nos dan noticias de la Eurocopa. Nos explican que España lo está haciendo muy bien y que han ganado todos sus partidos. Yo le pregunto si han jugado ya los cuartos de final y me dice que no, que lo harán mañana ante Italia. Entonces yo vaticino: "¿Contra Italia?. Pues ahí se acabará todo. Ya lo verás".