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Día 13
(18/06/2008) Las Vegas
Antes
Día para dedicar enteramente al Strip de Las Vegas.
Dependiendo
de los hoteles visitados el día anterior, visitaríamos los que nos
faltan. Con preferencia por el Bellagio, Paris, Caesar's Palace,
Venetian, el volcán del Mirage y el espectáculo de piratas del Treasure
Island. También podemos pasar por el Stratosphere, la famosa torre de
Las Vegas y, si hay tiempo, conducir hasta el Downtown, los antiguos
casinos con el Golden Nugget y el famoso neón del vaquero subiendo y
bajando el brazo. Ahora se llama Freemont Street y han techado esa
calle con la pantalla más grande del mundo para atraer a la gente. Si
no se hiciera este día se tendría que hacer el siguiente.
En el mapa, nuestro hotel está abajo, así que se
trataría de hacer las visitas en orden ascendente.
A las 19:30h tenemos que estar en el Caesar's Palace, porque
tenemos entradas para el concierto de Elton Jhon en el Coliseum. Con
las entradas nos venían dos billetes para el monorail, que está
representado en el mapa por una línea verde.
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Después
No hay prisa por despertarse. Tomamos el desayuno en una
cafetería de la segunda planta. Unas pastas y unos cafés después,
nuestra idea es, primero, huir del calor, y segundo, probar la piscina.
Como ambas son perfectamente compatibles nos dirijimos hacia allí.
El calor del desierto es algo diferente, más seco. No es el
sol
que quema, es el aire, con lo que la sombra ayuda poco, parece que no
hay forma de huir de él, a no ser que te rodee otra cosa que no sea
aire caliente: agua. Así que yo no salgo de la gran piscina en todo el
rato que estamos alli. Hay mucha gente y no pillamos hamaca hasta que
llevamos más de una hora allí, pero como ya he dicho, yo no la uso
mucho. Las toallas las pone el hotel, y al salir hay que dejarlas en el
lugar provisto para ello.
Subimos a la habitación a
cambiarnos. Vivir Las Vegas de día ha de ser una experiencia muy
diferente a la de la noche. Y lo es, pero sólo por fuera, por dentro
los casinos - el nuestro tenemos que cruzarlo de nuevo para salir -
siguen en su estado atemporal, con el mismo ritmo de gente, " a media
entrada" como se diría en una retransmisión deportiva, y la misma luz.
El aparcacoches nos trae nuestro vehículo
que está ardiendo. Eso es que lo dejaron en la última planta, la única
que no tiene techo. Supongo que esto tendrá algo que ver con no haber
dado propina. Nos metemos en el coche y recorremos el Strip hacia
arriba, si seguimos el mapa, hasta el Stratosphere. La idea es mirar
tiendas y comprar algunas camisetas y souvenirs varios.
Esta calle es muy transitada, y ya nos va bien, porque
podemos
disfrutar de las vistas de los hoteles. La torre Eiffel del París me
parece más "real" a plena luz del día. Pasamos por el Caesar's Palace,
superando la línea de hasta donde llegamos anoche, con el coliseo,
donde hoy entraremos a ver un concierto. Más abajo aparece la torre del
Venetian, que parece tan espectacular que dan ganas de entrar ya. Los
hoteles se vuelven menos atractivos en la parte final, cuando llegamos
a la torre Stratosphere. Justo a su lado vemos un enorme letrero en una
nave que pone que es la tienda de chinos más grande del mundo. Como
delante hay un gran aparcamiento, no nos resistimos al reclamo y
acabamos dentro.
No tengo elementos de juicio
suficientes como para aseverar que es la tienda de chinos más grande
del mundo, pero sí puedo decir que podría serlo. La nave es enorme y
pronto nos perdemos por ella. Yo diría que hay de todo. De todo. Así
que me encuentro en una situación complicada si quiero mencionar
aquí una muestra de su oferta. Nosotros nos ponemos a probarnos
sombreros ridículos y a hacernos fotos con ellos. Miramos ropa y
souvenirs. Me resulta muy curiosa una pared llena de réplicas de
muñecos porque, de izquierda a derecha, tenemos monstruos como zombies,
fantasmas, el bigfoot, etc... y, de repente, junto a ellos, aparece
Houdini, luego Einstein, Freud y Edgar Allan Poe al final. No se qué
criterio han seguido para los muñecos. Estos personajes han
sido
unos monstruos en lo suyo. También están muertos, con lo que puede
haber un enlace con los fantasmas. Y espero por el bien de la humanidad
que no haya ningún vínculo con los zombies. Al final me decido por unas
cuantas cosas como un paquete de fichas o unos dados con mi nombre.
Al salir, en lugar de meternos en el coche, aprovechamos que
está
bien aparcado, y gratis, para pasear por las calles de detrás de la
torre. Hay varias tiendas de camisetas y las ofertas dicen que por 15$
te puedes llevar 3. Destacan las dedicadas a todo lo referente a CSI
Las Vegas, incluso con réplicas de los tres cuartos que usan en la
serie. Volvemos al coche con varias camisetas cada uno.
Estoy deseando comer en uno de esos famosos, rebosantes y
baratos
buffets de Las Vegas y, aunque encontramos una amplia oferta de
All-you-can-it anunciados por el camino, estaba decidido a probar el
del Bellagio porque presentía una más alta calidad allí. Mi hermana,
que la noche anterior se la había pasado entera recorriendo todos los
hoteles, con lo que ya nos había adelantado en visitas, prefiere irse a
hacer la siesta. Así que la dejamos en el hotel y nos adentramos con el
coche en el Bellagio, en busca de un parking que pronto encontramos. Me
extraña que no encuentre ningún tipo de barrera ni ticket para entrar.
Aparco, bajo techo, y me sigue extrañando que no haya máquinas para
pagar ni nada. Al final no tengo más remedio que aceptar que el parking
es completamente abierto y gratuito.
El Bellagio por dentro no nos decepciona. Parece que estés
visitando un palacio y los materiales, ya sean falsos o no, dan el pego
perfectamente. Hay algunos toques diferentes, como el colorido y enorme
collage de grandes flores de cristal que decora gran parte del techo de
la entrada, o un jardín de fantasía, montado en un espacio abierto
entre las calles de tiendas de marca, con un tren eléctrico entre un
paisaje de árboles animados y un gran nido de águila, con polluelos
gigantes que se mueven como autómatas. No accedemos a la zona de la
piscina, tampoco buscamos si poder hacerlo o no, pero el lujo de esa
zona desde una ventana nos hace capturar la imagen con la cámara, como
se puede ver aquí abajo.
Al fin, nos decidimos a atravesar el casino para llegar al
restaurante. Hoy vamos a probar el buffet de aquí. Encontramos una
pequeña cola y un letrero ya nos indica que el precio es de 19,95 $ por
persona. Yo, que había leído tanto sobre los buffets de Las Vegas, lo
esperaba incluso más barato, pero el tamaño que se intuye desde donde
estamos me presagia que merecerá la pena.
Y la
merece, tal vez esperaba más marisco, pero hay de todo y buenísimo. No
se si cenaré, pero es difícil resistirse a probar algo nuevo y de
aspecto genial sólo porque tu estómago ha decidido que no le caben más
cosas. Eva ha conseguido comedirse en las cosas más consistentes, pero
salimos de ahí con la idea de ir al hotel a hacer la siesta. Hemos de
ayudar al trabajo extra que tendrá esta digestión.
Nos despertamos ya avanzada la tarde y caigo en que tenemos
que
recoger las entradas del concierto una hora antes del comienzo, esto
es, a las 18:30 máximo, así que me ducho y
cambio a toda prisa y dejo a Eva en sus labores de restauración hasta
que vuelva con las entradas. Calculo que me pondré rápido en el
Caesar's Palace, ya que tengo ticket para el monorail. Salgo del
Excalibur, atravesando su casino, con el mapa del strip en la mano:
tengo que ir a la estación del MGM, que lo tengo delante. Cruzo el
puente a paso rápido y me introduzco en esa mole, pero una vez en medio
de su casino, ya no se para donde tirar. Pregunto, me indican, llego
hasta el final y comienzo a ver las indicaciones para el monorail.
Cuando llego a la estación estoy exhausto. Compruebo la hora, todavía
hay tiempo. Me subo en el trenecito y no me da mucho tiempo a disfrutar
de él ya que en dos paradas estoy en la del Caesar's Palace. Este hotel
está al otro lado, y no hay, como ya pasó para llegar al monorail, un
camino directo, sino que tengo que atravesar el Flamingo por dentro.
Otro enorme casino, todo de rosa y con olor a algodón de azucar. Por
fin salgo a la calle, por el puente, mi destino delante, pero cuando
llego al monumento romano no veo la taquilla. Pregunto y, ¡oh
sorpresa!, he de atravesar el casino entero para llegar a la taquilla. ¡Pero si puedo ver el Coliseo aquí al lado!.
Llego pasada la hora de
recogida, pero a los de la taquilla les da igual, hasta antes de que
empiece el concierto podía hacerlo. Ahora ya es tarde para lamentar las
enormes manchas de sudor y, visto lo visto, tampoco tengo tiempo de
hacer esta odisea de casinos dos veces más: una para buscar a Eva y
otra con ella. Así que decido llamarla, mientras me acerco a una barra
de bar a comprar un botellín de agua. Esto ha sido horrible. Mirad el
mapa del principio, para ir del Excalibur al Caesar's Palace, que está
a dos manzanas - vale que las manzanas aquí son algo gigantes - me han
hecho atravesar, de punta a punta, ¡4 casinos!. Mi experiencia con el
monorail es de decir: nunca más. Por lo tanto, mis indicaciones a Eva
es que se pille un taxi y la traiga a este hotel, donde la estaré
esperando en la entrada.
Para cuando llega yo ya estoy de los nervios pensando que no
vamos a llegar a tiempo por segunda vez el mismo día. Atravesamos el
casino - otra vez - y nos plantamos ante la puerta de entrada que,
aunque falta poco para la hora, tiene pinta que vamos a esperar un poco
allí. Con esta costumbre que tienen estos hoteles de tener que
atravesar sus enormes casinos a toda costa, vamos a comenzar a
llamarlos "cansinos". Hoy me he hartado realmente de caminar entre
ruletas y mesas varias.
Cuando abren las puertas
nos llevamos la primera sorpresa: las cámaras de fotos y video están
prohibidas y nos obligan a dejarlas directamente en una caja con un
pequeño ticket a cambio. Eva me pregunta si estamos cerca de la primera
fila y yo le contesto que sí, pero de la primera fila del tercer
anfiteatro. Las entradas eran muy caras y pillé esa zona en el segundo
- y último - piso porque eran de las más baratas, aunque "más baratas"
signifiquen 80€ cada uno. Por ese precio creo que no se puede llamar
"gallinero".
El concierto nos ha gustado, aunque
Elton John esté demasiado mayor como para hacer según que cosas. Un
intento de saltar sobre ese piano rojo casi acaba en ridículo
aterrizaje de bruces en el suelo. Ahora entiendo porqué no dejan
grabar. Imágenes
sugerentes en una enorme pantalla, divertidos comentarios - se mete con
Celine Dyon -, enormes tetas inflables (y otras cosas), ...
toda
una puesta en escena de no sé muy bien qué. En fin, las canciones son
bonitas y merecía la pena estar en esas primeras filas de abajo porque
al final esa gente sale a bailar con él al escenario.
Salimos con el ánimo alto por haber presenciado un gran
espectáculo y a un mito del rock. Tras
recuperar la
cámara nos damos una
vuelta por el Caesar's Palace, lleno de esculturas y monumentos romanos
entre calles del estilo de la capital italiana repletas de tiendas de
ropa de marca y restaurantes con ese techo ofreciéndonos un falso cielo
diurno.
Llegamos a un rincón en el que se concentra
una muchedumbre ante uno de estos monumentos, en el que hay actores
representando un espectáculo con luces, sonidos y humos. La parte alta
de esta escultura se abre para que surja otro personaje, por
una
plataforma. Como hemos pillado esta performance empezada no sabemos de
qué va, pero nos quedamos hasta el final.
Cuando
acaba la gente se dispersa y seguimos nuestro paseo. Pasamos por una
juguetería con un gigantesco caballo de Troya, exactamente el de la
foto. Me pregunto si sabrán que poco tuvo que ver con los romanos.
Nos toca volver a atravesar el enorme casino para salir. Nos
quedamos mirando la sala de las apuestas. Todos los casinos de aquí
tienen una, con multitud de pantallas gigantes ofreciendo todo tipo de
retrasnmisiones deportivas y con grandes marcadores dando datos
constantemente.
Pasamos por muchas fuentes, pero ya en el
exterior aparece la Fontana de Trevi iluminada. Vemos un par de
restaurantes, pero ya hemos decidido cruzar la calle para ver el
Venetian y, seguramente, cenar allí. Hoy toca cenar ligero ya que en el
buffet no hemos escatimado en comida.
El Venetian destaca desde lejos con la torre de la Plaza de
San
Marcos, pero al llegar aparece también el puente de Rialto y unos
canales con góndolas, que continuan en el interior, por entre las
clásicas fachadas de Venecia. Francamente espectacular. Nosotros no lo
probamos, pero puedes darte una vuelta en góndola por la ciudad que es
este hotel e incluso pedirle al gondolero que te cante algo. Así que si
digo "Canales en el Venetian", no me refiero a que actúe un bailador
español.
Evitamos
atravesar este casino y subimos a la segunda planta por unas
escalinatas de palacio, con grandes pinturas clásicas en paredes y
techos. Al llegar arriba nos reciben multitud de tiendas y
restaurantes. Hoy cenaremos un plato de pasta. Siendo como es un parque
de temática italiana sobran restaurantes ofreciendo este tipo de
comida. Nos sentamos en la terraza de uno de ellos. Lo de terraza es
subjetivo, porque aunque parezca que estamos en el exterior del
edificio en un día soleado, seguimos dentro del hotel, y fuera es de
noche. Uno de esos enormes platos lleno de spaguetti a la marinera es
suficiente para saciarme.
Al salir seguimos nuestra ruta cruzando la calle. Estamos en
el
exterior del Mirage. Yo busco el volcán que se que tiene este hotel y
que entra en erupción cada media hora, pero no lo encuentro. Resulta
que está en obras y oculto entre lonas. Mala suerte, esto ya no lo
vemos.
Justo al lado de este hotel está el Treasure Island, el
primer hotel al que nos dirijíamos ayer una vez establecidos en Las
Vegas. Hemos llegado un poco tarde para aquel espectáculo, e
irónicamente también para este. Y es que justo al llegar vemos que el
cúmulo de gente que se había apiñado ahí se dispersa. En este preciso
momento acaba de terminar el espectáculo de los piratas en el barco,
ese que aparece en "Miss agente especial 2". Así que, como no
vamos
a esperar al siguiente pase, hacemos unas fotos del barco y el pueblo
pirata y decidimos volver al hotel. No es muy tarde, pero mañana nos
toca madrugar para la excursión al Cañón del Colorado.
Tenemos que pillar un taxi, pero como ha acabado el
espectáculo
hace nada hay mucha gente con el mismo deseo, lo que dificulta bastante
el tema. El primero que paramos nos lo quita descaradamente una pareja.
El segundo nos lo intentan quitar, pero al haberte pasado ya una vez,
te transformas en perro y pegas un par de ladridos defendiendo tu
territorio.
Ya en la habitación, Eva se acuesta,
pero yo siento un gusanillo alimentado por la experiencia de ayer en el
casino del Paris y decido bajar a probar suerte en el nuestro. El
ambiente es algo diferente: me hago sitio en una ruleta, las dos
crupiers son chinas, y a mi alrededor son todo chinos también. La idea
es la misma que ayer, cambiar 40$ y cuando se gasten parar de jugar.
Intento seguir también el mismo sistema para apostar que ayer, pero
aquí no funciona. Es como si la bola siempre cayera por el sector que
menos se paga. Llego a recuperar un momento apostando por los pocos
claros que los chinos dejan libres en el tapete, pero cambia la crupier
y me funden los 40$ en un santiamén. Es como si pudieran elegir el
número que vaya a salir. Quien sabe...
No hay más que hablar, me toca subir a la cama.
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