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Día
4 (9/06/2008) Centro de Manhattan
Antes
Hay mucho que ver,
así que sería conveniente madrugar un poco.
El hotel está en la calle 77, subiremos hasta la 79 y pillaremos el
metro de la línea roja para bajarnos en la estación de la 42, de la
misma línea, comprando un billete de 24h. Allí está Times Square y en
Times Square el Toys'R'us
cuyas fotos de otros viajeros me han parecido alucinantes. Saliendo de
allí, a dos manzanas tenemos Bryant Park, el parque que está enfrente
de la Biblioteca Pública, y detrás de ésta pasa la 5ª Avenida. Desde
este punto, dependiendo de la hora y de las ganas de caminar, podremos
bajar hasta el Empire State Building y el Madison Square Garden en un
trayecto bastante largo hacia el Sur, o seguir hacia el Este en un
trayecto corto a ver Grand Central Terminal.
Como habremos sacado un ticket para poder usar todo el
transporte
público que queramos durante 24h, dependiendo de lo que nos interese
más, subiremos por la 5ª avenida andando o en bus hasta la zona
del Rockefeller Center. Delante está la catedral de St. Patrick's, allí
tenemos que mirar cómo subir al Top of the Rock para disfrutar de sus
vistas. Un poco más arriba está el MOMA en el que lo que realmente
querríamos ver es "La persistencia de la memoria" de Dalí (o el cuadro
de
los relojes), pero poco antes de marchar leí en su web que ese cuadro
estaría cedido a una exposición en el extranjero.
La idea es llegar lo más cerca posible de Central Park. Allí
hay
dos tiendas que me interesan: FAO Schwarz: la juguetería donde Tom
Hanks toca el piano con los pies en "Big", y la moderna tienda de
Apple, donde quiero mirar de traerme un iPhone.
No
creo que nos sobre tiempo, pues en las tiendas se puede uno consumir lo
que quiera hasta que cierren, de tiempo y de dinero, así que de allí
iríamos al hotel. Posible salida a cenar, tal vez al Riverside.
Visitas del mapa para el recorrido de ese día, todas en la
zona
etiquetada como Midtown. Solo se paga en el "Top of the Rock" y en el
Moma, ambas visitas junto al Rockefeller Center:
0-
Hotel Belleclaire
1-
Times Square
2-
Rockefeller Center
3-
Catedral de St. Patrick
7-
Empire State Building
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Después
No somos de madrugar. Así que salimos del hotel
sobre las
10:00h
y, como éste es el único hotel de nuestra ruta que no lleva el desayuno
incluido,
camino del metro nos metemos en una especie de pastelería con mesitas.
Unos cafés y unas pastas después ya estamos en la estación de metro "79
St". No hay taquilla, pero no es difícil hacerse con los billetes en
las máquinas. Uso la tarjeta para sacar 3 billetes de 24h a 7,50$ cada
uno
y los usamos enseguida para pasar a la estación. La estación de Metro
no tiene nada que ver con las que hemos visto en otros países. La
primera impresión es de una estación inacabada, luego, cuando te
acostumbras, es más bien funcional. Es decir, sin detalles, el techo
lleno de vigas, las paredes sin decoración ninguna, etc... Se ve mucho
metal, pero cuando finalmente llega el metro, añade todavía más metal
al conjunto. Parecen vagones completamente hechos de hierro por fuera,
y también lo serían por dentro si no fuera por el suelo y los asientos
de plástico duro, como en casi todos los sitios. Funcional de nuevo, no
se pierde el tiempo con detalles de diseño o decorativos, pero eso,
estando limpio, tiene su encanto también.
El
trayecto no es largo: 5 paradas, pero me sirve para mirarme bien el
mapa de la red de metro y descubrir que hay dos tipos de estaciones:
unas en las que paran todos los trenes y otras en las que no paran los
expresos y que son clara mayoría. La "79 St." de la que venimos es de
estas últimas, pero si hubiéramos bajado hasta la "72 St." hubiéramos
podido pillar un expreso y la distancia hubiera sido, evidentemente la
misma, pero sólo una parada. Quedo conmigo mismo en recordarlo mañana,
puesto que tenemos que hacer un trayecto largo y este punto nos puede
hacer ganar mucho tiempo.
Bajamos en la 42 y
seguimos la señal de "Exit" hasta una de las salidas. La que sea, ya
nos
ubicaremos fuera. La salida al exterior nos sorprende en una calle
estrecha abarrotada de teatros: Spamalot, El fantasma de la ópera,
etc... Parece que todos están aquí, pero esta calle no se llama
Broadway, sino 42. Antes de sacar el mapa para saber hacia dónde ir, el
final de la calle, por nuestra derecha, ya deja asomar grandes
pantallas
y anuncios. Eso va a ser Times Square, así que nos dirigimos hacia
allí. Pasamos por un restaurante de la franquicia "Bubba Gump", salida
de la película "Forrest Gump", y nos prometemos probarlo alguno de
estos días.
Nos quedamos de pie, con la boca
abierta, durante unos segundos. Times Square es espectacular por
exageración. Es un rincón completamente saturado de anuncios, tanto
gráficos, como en pantallas enormes. Los rascacielos se convierten en
meros soportes publicitarios o incluso es la propia fachada la que hace
de pantalla para anuncios, noticias, programas de televisión,.... "¡Se
han pasado!" o "Se les va la olla", si eres más de argot, debe ser el
pensamiento habitual del que llega aquí por primera vez. La
concentración de taxis amarillos es también extraordinaria en este
punto. Te puedes pasar un buen rato únicamente mirando alrededor y sin
moverte del sitio. Es el paisaje más dinámico que puedo imaginar, todas
las pantallas van cambiando sus contenidos e incluso pueden dar un
cambio de color al ambiente de un minuto a otro. Yo ya he localizado,
en la acera de enfrente, el Toys'R'us así que se cuáles van a ser
nuestros siguientes pasos.
"Esto no es una tienda", nos decimos cuando
entramos y
contemplamos esa enorme noria luminosa. Hay varias plantas circulares
con un gran hueco en medio que se ha llenado con una noria de tamaño
real, la primera que yo haya visto indoor. Luego a disfrutar de las
secciones de la tienda. Por un lado nos quedamos observando los cientos
de peluches de todo tipo y tamaño, después pasamos por debajo de un
superman salvando a un camión que está colgando del techo, es la zona
Marvel, donde también hay un Spiderman colgado y el traje de Batman y
la maqueta del Batmóvil originales
usados en la última película: "Batman Begins" y, claro, también hay
cientos de action figures a la venta. Hacemos una batalla de
espadas de luz en la zona de Star Wars. Oímos unos rugidos y llegamos a
la puerta de "Parque Jurásico", franqueada por un tiranosaurio mecánico
de tamaño natural, ¡Alucinante!. En la zona de Lego hay esculturas
enormes hechas con este juguete que incluyen un Empire State Building
con su King Kong, la estatua de la Libertad y el edificio Chrysler,
entre otras cosas. También pasamos por lo que sería la casa de Barbie
si ésta midiera 1,70m. Al final, salimos con una compra de un peluche y
una escultura de Darth Mouth de 50 cm por tres veces menos de lo que
vale en Barcelona.
Todavía
en Times Square, paramos
en un típico puesto de perritos calientes y nos comemos uno cada uno
por 1,25$ por cabeza. Es un segundo desayuno que nos ayuda
a sortear la
manzana - de las horizontales - que nos separa de Bryant Park. El
parque es pequeño, pero muy coqueto. Se trata de un cuadrado de césped
rodeado de árboles, sobre las copas de los cuales, asoman los
rascacielos y, entre ellos, el Empire State. Eso le da un aire exótico,
para lo que estamos acostumbrados. Sorprende
ver que, al estar frente a la Biblioteca, es una zona verde dedicada a
la lectura y hay multitud de sillas y mesas a la sombra de
esos árboles, con estanterías portátiles
repletas de libros para su uso público. Este parque acaba en la 5ª
avenida, con lo que tengo que empezar a despejar la disyuntiva que
traía para este punto: ¿pillar un metro hasta el Empire State o hasta
el
Flatiron Building?, pero esto está más pensado para mañana; ¿subir por
la
5ª avenida?, aunque el punto donde estamos todavía queda lejos de la
zona de
tiendas, o llegar hasta Grand Central Terminal. Nos decidimos por esta
última porque está mucho más cerca, porque es la única que no lleva
interrogantes, y porque las vistas del Chrysler
Building ejercen de canto de sirena que te llama a acercarte más.
Siguiendo ese canto hacemos una manzana más y ya podemos ver la entrada
de la estación con el rascacielos más bonito de la ciudad de fondo.
Corresponde a la foto de la izquierda. Sin embargo, justo en ese punto,
me encuentro con uno de los grandes problemas a la hora de planificar
una jornada con Eva: las zapaterías.
Esperábamos fuera, echando fotos a las magníficas vistas. Yo
entraba y la localizaba extasiada en medio de cientos de zapatos.
"¡Mira qué precios! ¡Y qué bonitos!", me dice. "Todavía está en la fase
en la que se los quiere llevar todos. Queda mucho", pensaba yo. Nos quedamos una eternidad
esperando en la puerta de la tienda
hasta que saliera con el par elegido. Así que cuando entramos en Grand
Central Terminal ya era la hora de comer. Por fuera tiene una fachada
clásica acosada por los altos edificios que la rodean, por dentro es
espectacular. Todo es mármol blanco (o al menos lo parece) y el techo
está pintado de azul oscuro plagado de estrellas donde se indican las
constelaciones. Hay mucha gente transitando por aquí. En las escaleras
de la foto derecha de arriba se rodó la famosa escena de "Los
intocables de Elliot Ness", donde un cochecito con un bebé cae por
ellas en medio de un tiroteo. También hay tiendas y, en una librería,
me adjudico los tres libros de "El señor de los anillos" que, aunque
suene de friki, en inglés están mucho más caros en España. Estamos
cansados, hambrientos, cargados con enormes bolsas con las compras del
Toys'R'us y delante de una estación de Metro que hay dentro de la
estación, así que decidimos ir al hotel, dejar las cosas, y comer por
allí.
Aprovechamos que hay una lanzadera entre esta estación y la
de la
42 St de Times Square para regresar a nuestra línea y, aprendida la
lección, nos subimos a un expreso para ir al hotel, con lo que nos
ponemos en un periquete. Ya descargados, comemos en un restaurante de
barrio con pinta de típico americano, pero regentado y servido por
chinos. Un plato combinado de carne, arroz y calamares nos sale por
unos 5$ por persona. ¡Otra comida tirada de precio!. Y con las pilas
cargadas nos dirigimos a la 5ª avenida por la zona del Rockefeller
Center. ¿La mejor forma de ir?, pues caminar un poco más hasta la
estación de la 81 St para poder pillar la línea naranja que tiene
parada allí.
Enseguida vemos la catedral, aunque el
Rockefeller Center debería ser más evidente, pero no lo es. St.
Patrick's es realmente pintoresca. Cuando lo normal es asombrarse ante
la magnificencia de una catedral, en este caso se te hace enana rodeada
de rascacielos. La reconozco como la catedral de Gotham en las
películas de Batman. Nos asomamos a hacer unas fotos por dentro, pero
no vamos más allá. Están celebrando misa y pasando el cepillo: esa
canasta como de mimbre culminando un palo largo. Cruzamos la avenida
porque intuyo que la entrada del Rockefeller Center ha de estar por
ahí. Ante la falta de alternativas nos metemos por una especie de
paseo,
ya dentro de la manzana, con una fuente rectangular rodeada de muy
cuidada vegetación. Efectivamente, la típica imagen de este centro
aparece al final de ese pequeño paseo: el Prometeo dorado. Es muy
conocido
este punto como pista de patinaje sobre hielo en invierno, ¿pero qué es
en verano?, pues un bar. En el nivel de abajo los patinadores han
cedido su sitio a una gran terraza con gente tomando algo. Nos
apuntamos porque las mezclas de zumos de la carta y los copones
decorados que vemos servidos a los demás nos seducen.
Nos sirven nuestras mezclas de zumos con algo de alcohol,
bien
fresquitos. Se agradece refrescarse de esta manera y es que, aunque el
calor no es tan exagerado como en las ciudades anteriores, es. Mi
teoría es que, al pasear entre edificios tan altos, no puedes evitar la
sombra y eso amortigua mucho las altas temperaturas.
Tras este rato de descanso nos dirigimos a lo que entendemos
que
debe ser el Rockefeller Center en sí. Entramos por la espectacular
puerta del edificio más alto, pero sólo encontramos un portero y unos
ascensores, ¡esto no es!. Salimos de ese edificio de oficinas y nos
metemos en otro de al lado, pues tampoco. Aunque parezca mentira no
llegamos a encontrar el centro comercial que deducíamos de la palabra
"Center" en Rockefeller Center. Así que, como sí encontramos una caseta
donde vendían entradas para el "Top of the rock" compramos 3, a 20$
cada una. Seguimos las indicaciones de la taquillera y nos metemos en
una calle que habíamos visto alguna vez en alguna serie o película.
Unos neones clásicos que escriben "Radio city" y, en nuestra acera,
otros neones dibujan "NBC studios" y "observation desk". ¡Pues va a ser
esto!. Sí que lo es. Antes de subir por el ascensor pasas por unas
vitrinas con micrófonos y auriculares antiguos. ¡No sé de qué va esto,
la verdad!. Imagino que tendrá algo que ver con lo de "Radio city" de
enfrente. Al final de esta pequeña exposición y antes de hacer cola en
el ascensor, te hacen sentarte en una viga con una enorme foto del
paisaje de Manhattan desde un rascacielos en blanco y negro de fondo.
Creo que
tratan de emular la famosa fotografía de los trabajadores almorzando
sobre una viga en las alturas de la construcción de un rascacielos.
Cedemos porque no te puedes escapar, pero como sé que me la van a
tratar de vender a precio de oro, no le pongo mucho interés.
Lo del ascensor es de esas cosas alucinantes que no te
esperas.
Proyectan imágenes en el techo, rollo video clip, acompañadas con
música psicodélica. Todo muy dinámico y muy compaginado, pero el truco
está en que la proyección del techo transparenta hacia el hueco por el
que el ascensor está avanzando a gran velocidad, haciéndose
setenta y pico pisos en pocos segundos. Todo pega entre sí y la música
-
o el sonido - acaba justo cuando el ascensor se para. Así que sales, ya
arriba, reflexionando sobre lo que acabas de experimentar. Aunque no
por mucho tiempo, porque enseguida adviertes las vistas que hay más
allá de los ventanales y eso atrapa tu atención por completo. El
mirador está en el piso de arriba, así que subimos a él estimulados por
lo que ya hemos visto. Evidentemente, quedamos maravillados.
Seguramente habrá un debate sobre qué vistas son mejores, si las del
Empire State Building o las del Top of the Rock. Yo ya me había
decidido por éste último, y por eso estamos aquí. Mis razones: que aquí
no hay que hacer cola y es más barato, mientras que en el Empire State
hay que esperar horas, y que este rascacielos es bastante feo. ¿A que
esta última razón no se entiende a la primera? Tranquilos, que la voy a
desarrollar: el rascacielos del Rockefeller Center es bastante sobrio y
no destaca por su belleza, mientras que el Empire State Building es
majestuoso y debería ser una visión imprescindible en el paisaje. Da la
casualidad de que el único punto de Manhattan desde el que no se puede
ver el Empire State es desde él mismo. Además tampoco puede acceder a
vistas a Central Park, mientras que las de aquí son impresionantes.
Las máquinas fotográficas echan humo. El mirador es una zona
abierta y ancha de la fachada de piedra del edificio y le han puesto
unos cristales, de unos 3m, como única separación al vacío, a través de
los cuales se divisa la ciudad. Hay unos bancos de madera para
descansar y varios visores, de diseño antiguo, repartidos por la zona.
Para pasar al otro lado del edificio, para acceder a las vistas del
Norte de Manhattan, se pasa por una sala muy extraña. No parece que
haya nada particular hasta que te introduces en ella y, dotada de
sensores de movimiento o de sonido o de ambos, se ilumina cual
discoteca de diferentes colores según lo que haces. Es sorprendente y
divertida, pero parece algo fuera de lugar. Pasamos un buen rato allí
disfrutando del paisaje, y es que cuando estás ante algo así, te
resistes a dejarlo. Incluso nos empeñamos en sacar una buena foto de la
catedral desde aquí, con esa cruz que proyectan todas ellas al cielo,
apurando el zoom, pues queda bastante lejos allá abajo.
Ésta es una de esas visitas de las que sales pensando que ya
lo
has visto todo de la ciudad, que en realidad podrías marcharte ya. Pero
ciertamente nos quedan todavía dos días muy densos. El tiempo dedicado
al Rockefeller Center nos ha devuelto a la 5ª avenida a las 19:30h.
Tenemos media hora antes de que cierren las tiendas.
Así que nos
ponemos a subir la calle hacia la meta representada por esa parte verde
que se divisa a lo lejos y nos olvidamos del MOMA porque ya está
cerrado y porque no tienen el cuadro que queremos ver. Pasamos por
varias tiendas entre las que destacan la de la NBA y la Disney. Nos
paramos a hacernos unas fotos en Tiffany's, con sus puertas blindadas -
o emulándolo - y los diamantes del aparador que inspiraron la novela de
Truman Capote y que, posteriormente, encumbraron a Audrey Hepburn en la
versión cinematográfica. Una iglesia por el camino y la torre Trump
llaman también nuestra atención y llegamos al final, a Central Park,
con la luz del sol disipándose rápidamente. La tienda de Apple está
abierta, pero caigo en la cuenta de que no hemos pasado por la FAO
Swartz. ¿Nos la hemos pasado?. No, está justo detrás del cubo de
cristal con la reluciente manzana, pero ya está cerrada. Bueno, al
menos podré preguntar por el iPhone. La tienda está bajo el suelo y se
accede por un ascensor de cristal que te baja desde el cubo. Ahí hago
esta foto, digna de una adivinanza en plan "¿Qué es esto?"
Pues esto es el cubo transparente, con la manzana luminosa,
vistos desde el ascensor que nos baja a la tienda en sí. Ésta es
enorme, llena de gente probando portátiles y iPod's que están a
disposición del público, y con grandes áreas de ocio. Me acerco a un
mostrador y me confirman lo que había leído por internet: no hay
iPhones. Están pendientes de que salgan los modelos 3G el 11 de Julio
y, hasta entonces, no tendrán en las tiendas. Pues nada, para esa fecha
ya no estoy en USA, así que me olvido del tema. Cuando salimos ya es de
noche y estamos cansados. Decidimos pillar un taxi hasta el hotel, que
no está tan lejos. El metro en Manhattan es un sistema rápido y
eficiente de transporte, pero tiene un problema de diseño cuando el
desplazamiento que requieres es horizontal. Las líneas recorren la isla
en vertical y, salvo pocas excepciones, requieren de al menos dos
transbordos cuando quieres moverte de Este a Oeste o viceversa.
Damos por concluido el día. Una visita al
supermercado que descubrimos ayer y cena y descanso en la habitación.
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