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Día
5 (10/06/2008) Sur de Manhattan
Antes
Para
ese día hemos dejado la zona Sur de la isla. La idea es ir a la
estación de la 79 y comprar un billete de 24h. Sin cambiar de línea nos
bajaríamos en Chamber St. De ahí un paseo por la zona, con algunas
iglesias, hasta el World Trade Center. Ahí mismo está el Century 21, el
outlet donde he leído que la compra de ropa está mejor. Después
seguiremos bajando hacia Battery Park donde, cerca del castillo,
deberíamos encontrar donde comprar los tickets para el ferry que va a
Liberty y Ellis islands. Nosotros sólo queremos bajar en la primera
para ver la estatua de la Libertad de cerca. Por esa misma razón,
desestimé la opción de hacer el viaje gratuito en el ferry de Staten
Island: nos ocuparía mucho más tiempo y no visitaríamos la isla, por
ahorrarnos 8€ por persona.
Como no tengo muy claro el tiempo que nos llevarán estas
actividades no sé dónde nos pillará la comida. La ruta que quiero
seguir, tras bajar del ferry, sería subir por Wall Street hasta el
Ayuntamiento, donde nace el puente de Brooklyn, para luego seguir hacia
los piers donde se come un pescado excelente. Ahí hay una oficina de
Tckts, donde no suele haber cola y donde se pueden comprar entradas
para los espectáculos de Broadway de ese día a bajo precio. Después
podríamos pasarnos por Chinatown y, de ahí, desplazarnos a la zona del
Empire State Building y bajar hasta el Washington Square Park, donde
hay un arco del triunfo y llegar hasta el Flatiron Building. Un
rascacielos superestrecho que no me gustaría perderme. Parece mucha
cosa para un día.
Por la noche, si hemos comprado entradas, iríamos a Broadway,
antes o después de cenar, según vaya la cosa.
Las visitas para el recorrido de ese día serían:
0-
Hotel
Belleclaire
4-
Wall Street
5-
Estatua de la Libertad
6-
World Trade Center
8-
Flatiron Building
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Después
Desayunamos en la pastelería de siempre - de
siempre desde
que
estamos aquí: dos días-. La verdad es que tiene
un buen surtido. Para hoy hay un recorrido muy largo y está por ver
cuánto de ese trayecto logramos hacer. Sin embargo la primera etapa es
muy clara. Compramos otro billete de 24h en la máquina del metro. Como
la pastelería está a medio camino de la estación 79 St. nos subimos en
el tren en ella, pero sólo para bajarnos en la siguiente: 72 St. y
esperar a un expreso que no tarda en llegar. Son cuatro paradas hasta
Chamber St. en este tipo de metro. Cuando salimos saco el mapa para
ubicarme porque no me oriento sobre dónde está el Sur. Hay mucha gente
por la acera, trajeada la mayoría y con bastante prisa, pero aun así,
se nos para un hombre y nos ofrece ayuda. Le pregunto por el World
Trade Center, pero reacciona como si no me entendiera, yo decido
cambiar mi respuesta por si hay algún tema sensible de por medio y le
digo que buscamos el Century 21. Ahora sí, me indica con exactitud.
Estábamos muy cerca. Se trataba de bajar 3 ó 4 manzanas de las cortas
hasta llegar a la enorme zona de obras que es el World Trade Center
ahora. Todo el área está vallada, con lo que no hay mucho para ver
aquí. Enfrente, hay una iglesia con un jardín repleto de lápidas. Todo
el conjunto se ve tan antiguo que, si fuera Europa, nos arriesgaríamos
a afirmar que la iglesia y el cementerio serían medievales.
Evidentemente no tiene relación con lo sucedido allí, pero no podemos
evitar notar la ironía.
Un poquito más abajo localizamos el Century 21, con un
termómetro
que marca 89º. Sí, esa temperatura es real, pero en Fahrenheit, que es
como lo miden aquí, como las millas, los galones, los acres, las
pulgadas y los pies... ¡todo diferente!. En realidad son unos 32º de
los nuestros, lo que no está nada mal después de venir del infierno de
más de cuarenta en las otras ciudades.
El Century 21 es un outlet de ropa. La primera planta
dedicada a
la ropa de hombre y la segunda a la de mujer. Enseguida nos fusionamos
con el interior. Yo, la verdad, no soy de comprar ropa y, por lo tanto,
desconozco el valor de las prendas e incluso muchas de las marcas, pero
Eva lo sabe todo. Pasamos mucho rato allí dentro. Excepcionalmente, más
rato en la planta de caballeros que en la de... ¿damas?¿doncellas de la
corte? mujeres, para que nos entendamos. Nos llevamos unos tejanos
Calvin Klein, otros blancos marca Nautica - marca desconocida
totalmente para mí-, un polo Hellfinger, o algo así, y varias prendas
de
lencería. Total: 100€ redondos. Yo sólo me hago una idea del ahorro que
hemos hecho cuando Eva me dice que los tejanos blancos valen 150€ en
Barcelona ¡ellos solos!.
Iniciamos un tranquilo
paseo hacia la punta de la isla. Había leído que esta zona era la más
antigua de Nueva York, donde se formó el asentamiento holandés y así se
siente. La iglesia anterior era un preámbulo de estos edificios e
iglesias que transmiten antigüedad. Pasamos por la entrada del túnel de
Brooklyn, el de la película "Pánico en el túnel" y, justo detrás,
aparece Battery Park. Es un parque muy amplio. Justo al entrar nos
encontramos con "The Sphere", una escultura que presidía la plaza que
había entre las torres gemelas, y que se colocó aquí, mostrando todos
sus daños, heridas que le acreditan como testigo excepcional del 11S.
Pasan de las 11:30h. Se nos va la mañana y todavía
no hemos
hecho
casi nada del recorrido. Eso sí, yo ya voy cargado con una bolsa enorme
con las compras, algo que ya empieza a ser habitual. Como el parque es
muy abierto, la vista puede detectar las zonas
lejanas, con lo que enseguida vemos el fuerte y el final de la
isla. Nos dirigimos hacia aquél para verlo, sin saber que, justo
ahí dentro, se encontraban las taquillas para el crucero a Liberty
Island. Solo yo me pongo en la cola porque las mujeres han preferido
quedarse en la sombra, sólo reservada al perímetro de esta
circunferencia. La cola no es larga, así que tardo poco en hacerme con
los billetes, valen 12$, ida y vuelta, y son válidos para 3 días, pero
nosotros los
vamos a utilizar inmediatamente. Seguimos las indicaciones hacia la
orilla, una corta cola en los controles de seguridad - y es que hay más
arcos detectores de metales que en muchos aeropuertos-, y ya estábamos
en la última cola, la que espera a que llegue el ferry. Esta espera es
algo más larga, pero las vistas son preciosas. Tenemos un pier antiguo,
la estatua de la Libertad a lo lejos y el skyline de Nueva Jersey en la
otra costa. Desde aquí podemos ver como unos niños, en el parque, usan
el calor como excusa para pasar un buen rato con una de esas fuentes
que echan chorros de agua hacia arriba, como se puede ver en la foto de
la izquierda.
Cuando llega el ferry embarcamos. Es grande y tiene un piso
cerrado con grandes cristaleras y otro piso arriba, abierto, sólo
cubierto por una lona. La lógica de las vistas dicta que la mejor
posición al comienzo es en la popa (detrás) para ver el skyline de los
rascacielos de la parte Sur de Manhattan y, a medio viaje, cambiar a la
proa para ver la Estatua de la Libertad en todo su esplendor
mientras se acerca. El monumento es impresionante y, ya de lejos, el
dorado de la antorcha brilla como fuego ayudado por el sol. El barco se
acerca por la cara derecha de la estatua y atraca por el lado
izquierdo, con lo que tienes las vistas de los 180º del frontal en los
últimos minutos del viaje.
La isla está formada por
un parque en la parte de atrás del monumento donde hay una exposición
sobre la construcción de la estatua que gira alrededor de las figuras
de Bartholdi y
Eiffel, que aparte de la torre, también hizo el esqueleto metálico de
este coloso. El pedestal es del tamaño de un edificio - de un edificio
de
Manhattan - y había una larga cola para entrar en él, cuya entrada no
estaba incluida en el billete del ferry. Yo ya había leído que ya no se
podía subir a la corona de la estatua y lo único abierto era este
pedestal, donde había una exposición, así que estaba bastante
convencido de que no íbamos a entrar, sentimiento que esa cola bajo el
sol no hizo más que confirmar. Los dos puntos fuertes de la isla son,
evidentemente, la estatua de la Libertad, imponente y tan grande y alta
que se hace difícil poder posar en una foto donde se nos vea a nosotros
y a ella; y las vistas del río Hudson con las orillas de Nueva Jersey y
Long Island como coros de la imagen central y predominante de
Manhattan. La foto de abajo a la derecha, se hace eco de esas vistas,
que también disfrutan las gaviotas. Todas excepto una, que me mira
diciendo: "¿Es que no hay gaviotas en tu país?". Sí, sí las hay, ¿y
tú?¿cómo es que piensas en castellano?.
Pasamos bastante rato en la isla, es otro de esos sitios de
los
que te resistes a irte, pero se nos hacía la hora de comer, así que
aprovechamos que había un ferry atracado para subirnos. El camino de
vuelta es un poquito más largo porque para en Ellis Island, donde está
el museo de inmigración, del que me había hecho la idea de que era
prescindible. Durante el trayecto pude pensar en cómo seguir nuestra
ruta al llegar. Estaba muy claro que no podríamos encaminarnos hacia
arriba, visitando todo Wall Street y pasando por la plaza del
Ayuntamiento y los juzgados hasta los piers. La idea ahora, mapa en
mano, era llegar a Wall Street y, desde allí ir en Metro hasta Little
Italy, ya que mi hermana tenía el antojo de comer los típicos
espaguetis
con albóndigas, antojo que también se convirtió en el nuestro.
Ya hay hambre, pero quedamos en hacer una rápida visita a
Wall
Street antes de irnos a comer. Plano en mano, escojo el camino más
directo hacia Wall Street. Sé que por la zona hay una escultura de un
toro, muy famosa, que no vamos a tener tiempo de buscar. Salimos del
parque por el lado contrario por el que habíamos entrado y, ahí se ve,
por medio de un enorme letrero, la terminal de los ferries gratuitos
que van a Staten Island. Nosotros vamos en dirección contraria, hacia
los edificios. Pasamos por una casita de ladrillo, al estilo de
Filadelfia. Después vemos la majestuosa fachada de la antigua casa de
aduanas, con robustas columnas y comenzamos a subir por Broadway que,
por esta zona, no hace tanto honor a su nombre, ya que es más bien
estrecha. Luego nos percatamos que toda esta zona está formada por
calles estrechas que nada tienen que ver con las amplias avenidas del
resto de Manhattan. Es como el casco antiguo de cualquier ciudad
española, sólo que no tan antiguo. También es la
zona financiera y está
repleta de gente trajeada comiendo por la calle. Las furgonetas con
"hot dogs" y hamburguesas pueblan las aceras para abastecer este tipo
de demanda. Donde Broadway hace curva, hay una pequeña zona verde y, al
llegar a ella, vemos un grupo de personas agrupadas en torno a algo.
Resulta ser la famosa escultura del
toro, frente a la que se ha
improvisado una cola de turistas para hacerse la foto con él. No
perdemos el tiempo en la cola, hacemos nuestras fotos de la escultura
entre turista y turista. Cuando nos vamos, le toca el turno para la
foto a un joven con pantalones cortos que decide que la quiere montando
a lomos del toro, así que da un ágil salto hasta colocarse a horcajadas
sobre el animal de bronce. Aunque esa postura no dura más que un
segundo, ya que el mínimo contacto de sus piernas desnudas con el metal
al sol hace que salga inmediatamente rechazado de nuevo al suelo,
provocando las risas de todos los que ahí estamos. ¡Aquí sí que hay un
toro (bull) que te da alas!
Seguimos Broadway hacia arriba hasta una iglesia, la Trinity
church, enfrente de la cual, comienza Wall Street. Nos introducimos en
la calle sorprendidos porque resulta ser la más estrecha y oscura de
todas, como se puede ver en la foto de abajo, a la izquierda. ¿Seguro
que aquí está esa fachada de templo griego del Federal Hall y el
edificio de la bolsa?. Pues sí, a pocos metros de ese comienzo de la
calle ya vemos la famosa estatua de Washington presidiendo la
mencionada fachada, y en la calle perpendicular, llamada Broad St., el
edificio de la bolsa con una enorme bandera estadounidense cubriendo la
fachada. Que ésta es la base del famoso Dow Jones lo atestiguan unos de
esos displays electrónicos ofreciendo valores en un infinito scroll
horizontal y los brokers - porque vestidos así no pueden ser otra cosa
- fumando en la puerta del edificio.
Nos sentamos en unos bancos. El rinconcito tiene su encanto,
y ya
hemos finalizado nuestro recorrido de la mañana. Busco en el plano del
metro la mejor forma de llegar. Justo a nuestro lado está la entrada a
la estación de Broad St, así que siguiendo esta misma línea hasta
Bowery llegaremos rápidamente a la zona de Little Italy.
Así lo hacemos. El paisaje, al salir, es muy diferente: las
avenidas vuelven a ser amplias y todos los rótulos están en chino. Me
puedo orientar gracias al Empire State Building que asoma a lo lejos,
así que empezamos a deambular por la zona buscando "la pequeña
Italia" que supongo que aparecerá cuando acabe el rollo chino. En la
calle Grand, a una manzana de la salida de Metro, aparecen los colores
de la bandera italiana decorando las calles y los cartelitos en cada
farola con el Welcome to Little Italy o piccola Italia, según.
Descartamos las primeras opciones por caras o por no aparecer
"spaguetti with meatballs" en el menú que todos tienen fuera.
Finalmente nos decantamos por el restaurante Grotta
Azzurra,
en la calle Mulberry porque tiene un menú realmente barato: 8$, aunque
nosotros vamos por el menú "caro", de 16$, que es el que
incluye
nuestro capricho.
Cuando
vamos a un sitio de comida
rápida tenemos barra libre de cocacolas, pero cuando es un restaurante
no, sin embargo, hemos notado que siempre nos sirven un gran vaso de
agua con hielo y limón a cada uno sin haberlo pedido. Al parecer, esta
bebida viene por defecto y es gratuita, si pides algo más, obviamente,
lo pagas. Lo recordaremos para la próxima vez, porque en ésta
ya
hemos pedido nuestros refrescos y nos vemos con dos grades vasos
enfrente cada uno. Mientras esperamos que nos traigan la comida - yo he
pedido una escalopa, además de los deseados espagueti - veo
que tienen
puesto el Grecia-Suecia de la Eurocopa, y entonces recuerdo que hoy
debutaba España. Todo viene junto porque unos españoles de otra mesa ya
habían preguntado al camarero por ese partido y le oigo responder que
España ha ganado a Rusia 4-1. Parece que hemos empezado bien, pero yo,
hasta que no pase de cuartos, no voy a hacer mucho caso. Además de la
dificultad añadida del cambio de hora y el turisteo. Por ejemplo,
mientras se jugaba ese partido estábamos en la Estatua de la Libertad.
No tengo suficientes bemoles como para decirles a mi mujer y mi hermana
que no visitaremos el icono de Nueva York porque dan fútbol, la verdad.
Otra cosa con la que estoy encantado sobre la comida de este país es la
cantidad. Yo soy de comer, y me encanta saciarme de espagueti
con un
sólo plato.
Salimos llenos y lo que apetecía era
caminar un poco para bajar la comida, aunque nunca he sabido que es
exactamente eso de "bajar la comida". Y es que conozco el lugar más
abajo de mi cuerpo al que pueden llegar estos espaguetis y,
sinceramente, espero que eso pase bastante más adelante, en la
intimidad de mi habitación. El caso es que este paseo vespertino nos da
la oportunidad de visitar Chinatown. Yo sólo sé que quiero ir para
abajo - el Sur - donde están los dos puentes, Brooklyn y Manhattan, y
los juzgados y el Ayuntamiento. Así que sin salirnos de la calle
Mulberry, bajamos cinco manzanas - la última especialmente larga -
atravesando un paisaje que difícilmente te recuerda que estás en USA.
Dejamos atrás las tiendas de souvenirs de Little Italy, con todas sus
referencias a la Mafia, para ser los únicos caucásicos - si es que esa
ha sido alguna vez nuestra raza - de por aquí. Las tiendas
son
las típicas "tiendas de chinos" como las llamamos en todas partes de
España, abarrotadas de artículos en un aparente desorden, sólo que aún
más baratas. Como un ejemplo, que no ayudará a separarme de la estela
de friki que ya os habréis ido formando, me compré un Vegeta y un A20
con tres bolas de dragón por 0,50€ al cambio (es posible que no sepas
de que hablo, pero muy muy muy barato).
Estamos en
China: sólo se ven chinos, no hay ni un letrero ni señal con caracteres
románicos... Pasamos por un parque donde están jugando a béisbol, otra
parte tiene una especie de chiquipark, y todos los bancos
están
ocupados por algún anciano. Cuando miro el mapa veo que estamos
realmente cerca de la entrada a los puentes de Manhattan y Brooklyn,
pero nadie lo diría. Ya estamos cansados y queremos irnos al hotel, sin
embargo, aunque cuando llegamos a la entrada de esos puentes sólo vemos
señales para entrar en ellos en coche, por lo que no habrá otra bonita
foto de ellos, sí que culminamos la bajada en la plaza donde están los
juzgados y el Ayuntamiento. A la izquierda el edificio de los juzgados,
bastante imponente. A la derecha una calle que se ve desde allí: pura
China. ¡Hasta el logotipo de Citibank está en mandarín!
Es momento de volver al hotel. No encuentro buena combinación
de
Metro, pero sí de autobús, gracias a un mapa de los servicios de bus en
Manhattan que venía en un folleto que me había llevado de Grand Central
Terminal. Si pillamos el 15, que comienza justo aquí al lado, nos sube
hasta donde queramos.
¡Incluso pasamos por la ONU! Algo que no tenía
previsto ver. El problema es que nos sube por el lado Este de
Central
Park y nosotros estamos en el Oeste, pero detecto un bus horizontal que
se hace toda la calle 79. Ése será nuestro trayecto, y así aprovechamos
nuestro billete de 24h.
El trayecto en autobús es entretenido. Te lo pasas mirando el
exterior ya que atravesábamos zonas que no íbamos a ver de otra forma.
Sin embargo, las cámaras de fotos no actuaron hasta llegar al edificio
de Naciones Unidas: un característico rascacielos plano, con forma de
ficha de dominó. Cuando detecté que entrábamos en la zona del
Upper East, una vez rebasado el comienzo de Central Park, me puse a
controlar
las calles para bajarnos lo más cerca posible de la 79. La 78 cumplió
ese objetivo. Aún tuvimos que esperar un rato al autobús 49, que
atravesaría el gran parque, para llevarnos cerca del hotel.
Otra cena traída del supermercado y a reponernos del
cansancio
acumulado. Hoy habíamos andado mucho. Hasta nos alegramos de no haber
podido pasar por los piers y haber conseguido una entrada para
Broadway.
Volver a salir por la noche se nos haría muy cuesta arriba.
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