Día 1 (6/06/2008) Llegada a Nueva York y traslado a Washington


Antes   

  Este día tenemos previsto aterrizar en el aeropuerto JFK de Nueva York a las 12:45. En ese mismo aeropuerto tendremos que ir a la oficina de Hertz para recoger el coche que deberemos conducir hasta Washington. Me llevo los mapas de la zona con el recorrido hasta el hotel en la capital estadounidense. Son 227 Km que debería tardar en recorrer 3h 45'. Si cuento en llegar rápido, con una parada para comer, podría ponerme en Washington hacia las 17:00 h. Con lo que, habiendo luz, podría hacer una visita a la Casa Blanca por fuera (no se puede visitar por dentro), aprovechando que está muy cerca del hotel y, hacia el otro lado, mirar, también por fuera, el edificio Hoover, que es la base del FBI y que hemos visto en tantas películas. Miré la posibilidad de hacer una visita en el interior y encontré información sobre tours guiados y gratuitos, pero el último lo hacen a las 16:00h y a esa hora no habremos llegado. Además, no me queda claro, pero me parece entender por algunas webs que esos tours ya no los hacen desde el 11S (Como el de la Casa Blanca y muchos otros).

Ruta Costa Este

     Otra premisa para este día es descansar. Relajarnos en la piscina. He pedido el "Romance Package" por muy poquito más para que tengamos champán y bombones en la habitación. El motivo de esto es poder aceptar el jet lag. En teoría, para nosotros, serán 6 horas más, y nuestro objetivo es vencer al sueño hasta las 22:00h (las 4 de la madrugada para nosotros), que es lo que aconsejan para una rápida adaptación a este nuevo horario.


Después


   Bueno, aquí tenemos un día perfecto para ilustrar el motivo por el que se ha creado esta web. Como se pueden cruzar las cosas y alejarse de un plan, a priori, tan sencillo. Bueno, tampoco es para tanto. Al final todo ha quedado en anécdotas graciosas.

   Aterrizamos en el JFK incluso unos minutos antes de la hora prevista. El vuelo de 8 horas se ha pasado bien entre las dos películas y algunas series, las comidas, snacks y bebidas. Nos han puesto "Algo pasa en Las Vegas", una película perfecta para el viaje que acabamos de emprender: empieza en Las Vegas y los siguientes dos tercios en Nueva York. ¡Vamos a ver todo eso y más!. Cargamos las maletas en un carrito y salimos del aeropuerto siguiendo el icono de coches en los letreros. La oficina de Hertz debe estar por ahí, pero no, es la parada de taxis. Primera foto con los típicos taxis amarillos y... pues tocará preguntar cómo llegar.

   Sin embargo no llegamos a hacerlo. Un viejecito nos pregunta dónde vamos y, tras responderle, nos coge el carrito y se empeña en llevarnos. ¡Ya está!¡Ya nos quieren sacar dinero nada más llegar!. Le insisto diciendo que no hace falta y empeñándome en llevar yo el carrito, pero el anciano es pertinaz. Mientras le seguimos por caminos y ascensores que no conocemos creo encontrar la forma de que nos deje. Le digo que acabo de llegar y que no tengo dólares, ya que mi intención es sacar con la VISA más tarde. Reviso que los 800$ que me he traído en efectivo no están a la vista y no pueden delatar mi mentira. Pero él dice que no importa, que le podemos dar euros. Le digo que sólo tengo monedas sabiendo que las monedas no pueden cambiarse y, por lo tanto, no le van a servir de nada. Pero tampoco le importa y me dice que monedas está bien. ¡No lo entiendo!. En un momento dado nos quiere meter en un tren y yo, que no sé adónde nos lleva, busco cualquier referencia que me diga que entrar en ese tren no está bien, pero me encuentro, en el mapa del recorrido, con que una de las estaciones del final pone "Car rental". ¡Pues va a ser que sí vamos bien! Además el personaje no intimida como para pensar en algún acto violento. Bajamos del tren, nos metemos en otro ascensor y seguimos más pasillos... Madre mía, nos dejó en la puerta de Hertz y yo pensando que si no llega a ser por él nos hubiéramos pasado las vacaciones en ese aeropuerto. Se ha ganado la propina, pero, por otro lado, no quiero delatar que le he estado mintiendo todo el camino, así que decido ser coherente y darle unos 5€ en monedas. Me mira en plan "¿Qué es esto?" y le intento responder diciendo que eso son casi $10. Otra mentira, por cierto. O cuando menos, una exageración.

   En fin, olvidémonos, ya estamos en Hertz. Un poco de cola y cuando me explican un poco las reglas me preguntan si mi acompañante tiene carnet y la quiero incluir como conductor adicional. Yo, viendo que me quieren sacar otros dólares, le contesto que es mi mujer, que sí tiene carnet, pero que no lo va a usar. Sin embargo me sorprenden diciendo que si es mi mujer no hay recargo en ponerla como conductor adicional. Una buena noticia, dado que ella se ha sacado el permiso de conducir internacional y yo no. El coche es un Ford Scorpio muy grande y automático, por supuesto. Pues vamos allá. Me pongo los mapas que traigo con las instrucciones para llegar a Washington desde el aeropuerto a mano y arranco. Pronto descubro que algo no anda bien. Ya me suele pasar que con un coche de alquiler el primer contacto con el embrague dé como resultado un par de caladas, pero aquí no hay embrague, lo que no controlo es el freno. Esto es nuevo, yo había conducido coches automáticos en el año que estuve trabajando de botones en un hotel y, aunque hacía muchos años de eso, recordaba que era muy sencillo: poner la marcha y a correr. Sin embargo, aunque el coche tira para adelante bien, cualquier toque en el freno se convierte en un frenazo en seco. Tanto como para que Eva se comience a preocupar por su cuello tras dos paradas de sopetón. ¡Y sólo hemos recorrido unos 5 metros en el parking!. La salida del recinto es de película cómica, mis pruebas con el freno, obsesionado por desentrañar ese misterio, daban como resultado un coche que tras avanzar unos pocos metros se clavaba en el suelo, de golpe, como si se le hubiera anulado cualquier opción de movimiento. Ni siquiera la inercia, que sólo sentíamos nosotros en forma de movimiento convulso hacia delante con violento rebote contra el respaldo. "¡Así no vamos a llegar a ninguna parte!" me dice Eva, y tiene razón, pero yo sigo confiando en encontrar cómo se reduce en ese coche que parece no tener más opciones que la de pasar a 0 km/h en milésimas de segundo. Incluso llego a calarlo, y yo que estaba convencido que un automático no se podía calar, os puedo jurar que yo lo he hecho. Pues con esa imagen intentamos llegar a la barrera que indica la salida del parking, donde hay un guardia de seguridad al que tenemos que mostrar un papel que nos han dado en la oficina de Hertz. El guardia lleva rato mirándonos y, viendo que no alcanzamos a llegar, se acerca a nosotros. ¡Dios mío lo que tiene que estar pensando! Si yo fuera él no nos dejaba salir de allí. Sin embargo su única voluntad es la de recoger el papel, acaba de recorrer 10 metros para hacerlo viendo que nosotros éramos incapaces de llegar a él. Intento bajar la ventanilla, pero se activan los limpiaparabrisas. Le intento explicar que no sé cómo bajarla mientras aprieto botones y lo activo todo menos la ventanilla. Me da una risa histérica, pero él sigue ahí esperando serio y a Eva y Trini les leo el pánico en la cara. Por fin, uno de los botones baja la ventana. Le doy el papel y le digo que no sé qué le pasa al freno. Él mira un segundo dentro y me dice "Está todo bien". "¿En serio?", me digo, "¿me va a dejar salir así?". Pues allá vamos. Me dispongo a salir al tráfico de Nueva York para conducir 230 Km con un coche al que no me atrevo a tocarle el freno. Bueno, si como dice el plano es todo autopista, efectivamente, voy a procurar no frenar hasta Washington, allí ya veremos. No me parece un buen plan, pero no tengo otro.

    Una curva muy despacio, veo la incorporación a la autopista a la que las instrucciones me dicen que debo meterme y me meto. Así que ya estoy en la autopista y no he tenido que frenar para nada. Tal vez tenga unas horas de relax, ¡estoy histérico con el puto freno!, si en la autopista pongo una velocidad constante difícilmente voy a verme obligado a frenar. Pero sólo hay que mirar delante para ver cien millones de coches y todos parados en un caravanón increíble. Tengo que frenar, pero tengo tiempo. Tengo que pulsar el pedal muy despacio y muy suave. Lo toco un poco y no pasa nada, lo aprieto un poquitín más y ahí está, el Conduciendo por los alrededores del JFKpuñetero e inevitable frenazo que nos está haciendo polvo los cuellos, sin embargo esta vez nos golpean por detrás. ¡Dios mío! El primer accidente en mi primer minuto conduciendo por Estados Unidos ¡Y tengo que conducir unos 4000 Km en este viaje!. Salgo del coche, la mujer del coche que me ha dado también. Está hablando por teléfono. Miro mi coche y no tiene nada, ¡Qué alivio! Suelto un "no se ha hecho nada, menos mal" y ella me contesta "el tuyo no, pero mira el mío", miro el suyo y está abollado todo el frontal y la matrícula colgando por uno de los lados. Le explico que soy extranjero y que es un coche de alquiler, ella me pide los datos míos y del alquiler sin parar de hablar por teléfono. Le digo que lo siento, que no entiendo qué pasa con los frenos y ella, en su conversación telefónica, dice "dice que le pasa algo en los frenos". Entonces se me enciende la luz, está hablando con su compañía de seguros y quiere agarrarse a algo para que la culpa sea mía. Yo pienso "pero me ha dado por detrás, la culpa siempre será suya", y luego "pero estoy en otro país, es posible que aquí sea diferente", así que cuando me pregunta que qué les pasa a mis frenos ya he preparado mi defensa, algo patética, consistente en bajar rápidamente mi nivel de inglés y aprovechar que la palabra  "brake" que ya había usado como sustantivo también sirve como verbo para cambiar mi declaración anterior. Mi respuesta: "a mis frenos no les pasa nada. Quería decir que he frenado porque están los coches parados delante". Ella no me hace mucho caso, se anota todos los datos que le han pedido por teléfono y se va. Yo me voy al arcén y me fumo un cigarro porque estoy hasta los huevos del coche y llevo 5 minutos con él. Las chicas me dicen que no nos vamos a ir de allí hasta que no me lea las instrucciones. No puedo seguir así, claudico y me las leo. Encuentro algo que me llama la atención: las instrucciones dicen que se arranca con la marcha D, que además coincide con un recuerdo que me viene de mi época de botones ¡ya podía haber llegado antes el recuerdo ese!, mientras que yo llevo puesta la marcha P1. Arranco con la marcha D y ¡todo va bien!, reduce, frena si le das más fuerte, en fin, lo normal ¡un coche!. Podemos  seguir con el viaje, sin embargo no puedo quitarme de la cabeza una duda, que todavía persiste a día de hoy, ¿por qué un fabricante de coches iba a poner una marcha que sólo sirve para joderte el cuello?. Yo no le encuentro utilidad ninguna: esos coches tienen sólo dos pedales, y con esa marcha, no puedes tocar uno de ellos, ¡¡¿para qué cojones sirve eso?!!

   Bueno, a partir de ahora esto sólo puede ir a mejor. Hay mucho tráfico y vamos muy lentos, pero alegres haciendo fotos: un autobús de Fredy Kruger por ahí, un deportivo por allá. Mientras, vamos siguiendo el mapa con aparente sencillez. En un momento dado empiezan a haber menos coches hasta que podemos circular libremente. Demasiado. Llevamos cerca de una hora a buena velocidad y todavía no hemos cruzado el primer puente.

Long Island

   El aeropuerto JFK está en una isla, en la misma en la que están los barrios de Brooklyn y Queens, llamada Long Island, pero el aeropuerto está cerca de la unión de la isla con el continente, ¿por qué no hemos salido de la isla?. Ya te lo digo yo: estamos a punto de descubrir porqué se llama Long Island.  El aeropuerto JFK es lo gris de la parte inferior izquierda de la isla, debajo de donde pone "Valley Stream" y el puente que lleva al continente está justo a la izquierda. ¿Está claro el recorrido hacia el continente? Bien, pues yo empecé a sospechar que podría estar yendo en dirección contraria a la altura de donde pone "Brentwood" y salí con la intención de cambiar de sentido en esa carretera exactamente en Holbrook. Sí, buscadlo. No, está más a la derecha todavía. Encima al salir en Holbrook me obligan y pierdo de vista la carretera. Entro en un laberinto de calles con casitas y césped, todas parecidas y ya no sé dónde estoy, en qué dirección está el continente, ni en qué dirección está el mar (y es una isla), ni si quedarme en estos barrios típicos de película (esas en la que el padre ha de llevar a su hijo al Instituto y seguramente se perderá su partido de Béisbol porque trabaja mucho) a vivir. Paro, me bajo y me fumo otro cigarro porque estoy hasta los huevos de este puto coche y de este puto país ¡y llevo hora y media en ambos!.
Ellas echan fotos a las casitas. Esto es Holbrook:

Holbrook

   Todo son casas así: jardines cuidados y la bandera resplandeciente. Mirando el lado bueno, es bonito, y no lo hubiéramos visto de no habernos perdido tanto, además la gente, muy amable, me indica cómo salir de allí. Yo pregunté por el aeropuerto, no quise preguntar por Washington porque no quería que se estudiara mi caso en los Institutos como ejemplo de ineptitud.

   Ahora ya sí. Volvemos a encontrar tráfico en las cercanías del aeropuerto y decidimos parar a comer una vez alcanzado el continente. Le hicimos varias fotos al puente Vezarrano, es bonito, pero también se las hicimos por lo que nos había costado llegar a él.

Puente VezarranoCruzando el puente Vezarano
















   Total, que paramos a comer en un área de la autopista a la hora en la que calculaba que llegaríamos a Washington. En la autopista ya no hubo más errores ¡Sólo faltaría!. Ya nos estamos riendo de todo lo que ha pasado. ¿Qué habrá pensado el guardia al ver tal ineptitud al volante?¿que no llegaríamos a 1 Km?, pues tenía razón.

   Las carreteras son buenas y rodeadas de árboles espesos que dan la sensación de estar en la naturaleza. Se ven señales advirtiendo que se te puede cruzar un ciervo e incluso vimos el cadáver de uno en la cuneta. Increíble.

   Nueva Jersey se nos hizo un poquito largo, pero es que hay que cruzar el estado entero en longitudinal. Pillamos el puente Delaware con el ocaso del sol. Pasamos por Baltimore ya de noche y llegamos a Washington ya pasada la hora hasta la que nos habíamos propuesto aguantar despiertos. Al menos eso sí lo conseguimos. A pesar de que los nombres de las calles son en orden alfabético me costó encontrar la calle I. La ley de Murphy se presenta en todas partes y tras localizar el nombre de la calle en la que estábamos, seguimos el orden lógico: M,L,K,J... ya llega ¡H! ¿Hache?¿Dónde está la I?. A la derecha, otra vez a la derecha, ésta no puedo, ahora: E,F,G,H,... ¡J!. Pues parece que nuestro hotel está en la única calle que han quitado. ¡Mira tú por dónde!. Preguntando y con el mapa llegamos al hotel. Estábamos en un tramo donde esa calle no está. Ni visitas, ni piscina, ni cenar, directos a la habitación. Hemos cogido el día más largo de nuestra vida y nos los hemos pasado metidos en un avión y en un coche: mis piernas se quieren divorciar de mí. El champán y los bombones estaban en la habitación. ¡Jo! No nos apetece más que dormir. Son las 23:40. Buenas noches.

Puente DelawareHabitación del Hilton Downtown en Washington