Día 8 (2/12/2010)   Viaje a Bangkok

Antes   

   Nos toca el camino más largo por carretera de todo el viaje que nos ha de dejar en Bangkok. Lo más pronto posible un taxi nos llevará a la frontera con Tailandia y pasaremos los trámites que han de ser mucho más rápidos y sencillos en esta dirección. Recogeremos el coche que habíamos dejado en un parking y haremos las 4-5 horas de camino hasta el aeropuerto de Bangkok, donde devolveremos el vehículo, esperemos que sin contratiempos, y finalizaremos el recorrido con un taxi hasta nuestro hotel en la capital. Decidiremos qué visitar dependiendo de la hora de llegada, pero la noche, seguramente, será para pasear por Khao San Road y su mercado.


 Ruta Día 8


   La ruta en el mapa está marcada por:

A.-   Siem Reap
B.-   Paso fronterizo en Poipet
C.-   Bangkok


Después

   Día fácil. Habíamos quedado para que el taxi nos pasara a recoger a las 8:30h, pero cuando salimos unos diez minutos antes de esa hora ya estaba allí.

   Una plácida travesía de dos horas nos deja en la frontera, y unos 20 minutos más tarde ya estamos en Tailandia de nuevo. El único momento a destacar en este periplo es cuando el taxista, a medio camino hacia la frontera, para el coche y nos dice que va al lavabo, lo vemos mear en la cuneta de la carretera, y vuelve para reanudar el trayecto con absoluta normalidad.

   Nuestro coche está en el parking, pero tardamos más de la cuenta en sacarlo porque no encuentro el ticket. ¿Recordáis mis dudas sobre qué hacer con él al dejarlo?. Pues yo también las recuerdo y estoy convencido que lo dejé en el coche, pero al final me lo había llevado en un estrecho bolsillo de la bolsa de mano. Total, que nos ponemos en ruta hacia Bangkok, y hacia entregar el coche hacia las 11:45h. Hora estimada de llegada: las 15:00h. Y casi la clavo, si no fuera por el tráfico de la ciudad.

   Como he conducido tan bien por Tailandia no tengo miedo de meterme en Bangkok con el coche y cuando llama el del alquiler quedamos directamente en nuestro hotel.

Trafico en Bangkok   La capital asoma y nos comenzamos a rodear, primero de coches con los colores más extravagantes - entre los que destaca el rosa chicle de los taxis - y después de rascacielos.

   No encuentro muchos problemas a conducir en Bangkok en lo que respecta a la conducción en sí misma. Hay que echarle morro para ir cambiando de carril en calles atoradas de coches. El problema principal es el de la orientación, no se ven los nombres de las calles y nos guiamos por un hospital que está señalizado para acercarnos a la zona del hotel.  En cuanto nos acercamos un poco a esa zona estamos parados mucho rato. Hay semáforos eternos, y llegamos a la puerta del hotel a las 15:45h. Allí nos espera el de Siam-rent-a-car que se lleva nuestro vehículo y me devuelve los 5000 Bt de depósito. Estoy muy contento con la experiencia con el coche, pero al poco nos acordamos que le hemos dejado unos cuantos víveres debajo del asiento: un paquete de magdalenas, otro de pan de molde y una bolsa de patatas fritas.

   La habitación es la sorpresa del día. Yo sabía que sería buena, pero no tanto: es como un apartamento de 40 m2, con despacho, sala de estar, dormitorio y un inmenso baño con enorme bañera y una ducha aparte (también tiene una pantalla de plasma de 32"). ¡Nos encanta el President Palace!.

Hotel President PalaceHotel President Palace
















   La verdad es que nos gusta tanto que salimos a comer-cenar y nos volvemos al hotel para quedarnos en la habitación. Un merecido descanso y una maravilla de vistas desde la habitación a los rascacielos iluminados.

Vista de Bangkok desde el hotel    Esa comida, en un restaurante llamado Cafe 11 al lado del hotel, es la más cara del viaje. Atraídos por la oferta de un cóctel a 180 Baht y al pedir dos el tercero es gratis que anuncia una pizarra, nos tomamos los tres mientras esperamos, completamente solos a las 16:00h, dos cócteles de gambas de primero, unos espagueti boloñesa y un entrecot a la pimienta verde de segundo y un brownie con chocolate caliente de postre: 1871 Baht. Que explicado así parece estupendo, pero que dada la calidad-precio (raciones pequeñas, lentitud extrema en el servicio ¡estando solos!,...), nos hace jurar que no volveremos.

   Mañana ya tendremos tiempo de visitar la ciudad.