Nuestro tuktukero nos llevará a hacer el recorrido corto de
Ang
Kor. El resto del día será para relajarnos en el hotel y cenar en Siem
Reap.
La ruta larga es la verde y la corta la roja.
Después
Mientras
desayunamos tengo bastante claro que vamos a contratar al que nos
acompañó desde la frontera. El tanteo de precios de anoche tampoco
mejoraba la oferta. Ya en recepción pregunto que desde donde puedo
llamar y me dice que ya llama él. En menos de 10 minutos lo tenemos en
la puerta del hotel y nos dice orgulloso que estaba llevando a una
pareja de turistas cuando ha recibido la llamada y los ha hecho bajar
para venir enseguida. Me quedo a cuadros.
Convenimos, aconsejados por él, en empezar hoy
con la ruta larga y añadirle la visita a Banteay Srei, un templo que
está algo más lejos, al contrario de lo que tenía marcado en el
"antes". Hemos
confirmado el precio de ayer: 40$ todo.
La gente suele madrugar mucho para hacer estas
visitas, pero nosotros arrancamos a las 9.
Paramos cerca del hotel, en una gasolinera con supermercado,
para
avituallarnos de aguas, que podemos guardar en el tuk tuk, bajo
nuestros asientos, y que no nos cuestan ni un dólar las 4 aguas.
Sacamos las entradas para tres días, que valen lo mismo que
dos
de un día: 40$ cada uno, y reanudamos nuestra curiosa travesía en tuk
tuk. Tras un rato entre la vida rural camboyana paramos en el
primer templo: Pre Rup.
Nos gusta, vamos subiendo las empinadas escaleras hasta
alcanzar
la cima donde hay unas bonitas vistas. Nos perdemos entre sus rincones.
La anécdota la tenemos justo en la entrada del recinto, donde se nos
acerca un policía de uniforme y nos enseña la placa. Cuando le decimos
que entendemos la identificación y preguntamos que qué quiere nos
llevamos una sorpresa con la respuesta: ¡vendernos la placa!. Dice
"souvenir, auténtica placa de policía de Camboya". Sonriendo reclinamos
la oferta.
Pronto aprenderemos que aquí todo el
mundo lo vende todo. La frase "one dollar" la oiremos cientos de veces,
de boca de niños y ancianos, y por cualquier cosa.
Subir las empinadas escaleras es obligado. No son muy largas,
y
arriba, a parte de poder observar los detalles, las vistas te devuelven
al entorno. Cuando entras en uno de estos templos te ves transportado
a épocas pasadas y remotas olvidándote de donde estás, pero es arriba
cuando tomas consciencia de que estás rodeado por selva en una llanura
que llega hasta el horizonte, mires en la dirección que mires. Es el
conjunto de templos con naturaleza lo que hace este lugar uno de los
más especiales del mundo.
Después del primer templo, que nos ha servido para hacer
boca,
emprendemos un largo camino hacia Banteay Srey o también conocido como
"El templo de las mujeres". Está a unos 30 Km y los tuk tuk, que son
básicamente una motillo tirando de un remolque que consta de un asiento
y un techo de tela, tardan algo más de
media hora en llegar. Pero es una hora de camino (media de ida y otra
media de vuelta) entre selva y cabañas rurales donde se aprecia la vida
local, parecida a lo que vemos en las películas de Vietnam. Se ven
pocas construcciones de ladrillo, y las que hay son instituciones
públicas como escuelas. Por eso, por la carretera te cruzas con
campesinos conduciendo un par de vacas o niños uniformados yendo al
colegio. Las vacas de aquí no corresponden a la imagen que tenemos de
ellas. Nos parecen extrañas, aunque quizás no tanto de lo que le
parecería a un camboyano una típica vaca frisona (la de Milka).
Banteay Srei es muy bonito y
diferente, por los grabados y ese color rojizo. A la entrada hay unos
puestos de ropa y souvenirs en el que Eva quiere acercarse a mirar,
pero eso no es posible aquí. La gente te quiere llevar a su tienda.
Otra lección: mientras no entres en una tienda eres mercancía libre y
todos pelean por llevarte al huerto. En el momento que entras en una,
los otros no pueden agobiarte hasta que salgas. Así que lo de
mirar
por mirar aquí no se puede hacer como lo entendemos nosotros. Hacemos
las primeras y peores compras,
pero prometiendo aprender en el regateo para la próxima. Camboya es un
país muy barato, y se ha de entender que cuando hablamos de malas
compras lo hacemos comparando con otros precios de aquí. En nigún caso
nos acercamos a nuestros precios.
Unas muestras
del templo:
Otra media hora de camino de vuelta, entre cabañas
y selva hasta parar en el siguiente templo: Banteay Samre.
Cuando nos damos cuenta que estamos solos e identificamos la
arquitectura del templo de los juegos de Tomb Raider nos ponemos a
jugar por él. Nos encanta esta visita y grabo un video por todo el
lugar.
Nos saltamos la visita al East Mebon porque se ve
desde
la carretera y parece idéntico al primero. Nuestro conductor
nos
dice que así es y seguimos hasta pararnos en Ta Som. Es un templo
pequeñito que visitamos en cinco minutos.
Enseguida nos ponemos en el siguiente: Neak Pean.
Tras una larguísima pasarela entre manglares se encuentra un lago
cuadrado y una estructura de piedra en medio. Aquí compramos un títere
de porcelana por 8$. Más que el templo en sí, llama la atención el
paisaje acuático. Las "barandillas" del puente de la entrada está
formada por una hilera de forzudos - la mayoría sin cabeza - aguantando
el cuerpo de una naga, una serpiente mitológica de siete cabezas.
Correspondería a la foto de la derecha.
La
siguiente y última parada es Preah Khan. A la entrada unas niñas nos
quieren vender pulseras, esto ya ha pasado antes, pero acabamos
comprándole 10 por un dólar a una porque nos contaba las pulseras en
español.
Ya se nos advierte que el templo es
bastante espectacular. Y así es. Es grande y hay mucho por observar,
pero hacia el final comienzan a aparecer esas imágenes que han
hecho famoso a Ang Kor.
Los árboles crean estas extrañas formas (no quiero
profundizar en la "forma" de la primera foto, ni donde estoy tocando)
antes de salir disparados
hacia el cielo, ¡y son enormes!. El choque de la naturaleza con las
estructuras de templos antiguos es de una belleza singular. Observando
las fotografías se diría que los árboles se amoldan a las
construcciones de piedra aprovechando su "blandura". Pero eso no existe
(la palabra "blandura" sí): cuando tocas cualquier parte de estas
formas del árbol, por pequeña que sea, se diría que son incluso más
duras que la piedra con la que están hechos los templos. La foto
imposible es sacar estas enormes y bellas formas junto con el resto del
árbol que se eleva con normalidad, como si no se sostuviera sobre una
base tan especial, hacia el cielo y, sólo entonces, se decidiera a
abrir
su copa.
Son las 14:30 y ya hemos acabado. Ya le advertí al conductor
que
éramos rápidos. Nos pregunta donde nos deja y le decimos que en Pub
Street porque es la hora de comer. Por el camino pasamos por la puerta
Norte y vemos Ang Kor Wat de lejos. El conductor nos dice "mañana". Sí,
ya lo se.
No hemos
encontrado mucha gente por los templos y no sabemos porqué, aunque no
nos quejaremos. Tal vez el truco esté en salir tan tarde. Por eso, y
porque nos gusta dormir, le decimos que nos recoja mañana a las 9
también. Nos pide 5$ para gasolina, que le doy sin problemas, pero me
los apunto.
Tomamos
un cocktail cada uno en el primer
pub que vemos, que resulta ser muy pijo y nos clavan 4$ por cada uno.
La razón parece ser que es que Angelina Jolie se tomó algo allí cuando
rodaba Tomb Raider (nombre de uno de nuestros dos cockteles).
Luego vimos que en el resto de pubs los cockteles valen 1,50$ porque no
pararía nadie famoso, pobres.
Compartimos una pizza buenísima con cocacola por 8$ todo y, esta vez
sí,
entramos en el mercado para mirar de hacer las compras que tenemos
previstas. Lo primero que busco es la seda, que hay por doquier, pero
no "a granel". Tampoco veo los sastres que había leído que había, así
que sólo podemos comprar cosas hechas. Nos hacemos con ropa, que nos
permiten valorar que la compra de la mañana ha sido mala y, al final,
consigo rebajar el precio de dos relojes a lo mismo que me pedían en un
pricipio por uno, pero llevándome dos: 30$ por un Omega y un Rolex,
ambos muy
bonitos, falsos, pero dando el pego de una manera fantástica. Salgo
contento con esa compra, aunque los gritos de la joven vendedora
diciendo "Me encanta España" me sugieren que ella también lo está.
Volvemos al hotel, ya de noche, pero aun así deseando probar
la
piscina, que nos relaja bastante. Bajo a por tabaco y me llevo algo
para cenar en la habitación a precio ridículo. Paro en un puesto
callejero de fruta donde el muestrario está lleno de frutos extraños
que, al parecer, no han sido interceptados en la aduana de Men in
Black. Compro uno de ellos, que es como una gran alcachofa rosa fuerte,
que por
dentro es blanca con
granitos negros. Se llama "Dragon fruit" (fruta de dragón) y tal vez si
reuno siete pueda pedir un deseo.
Había comprado un cartón de tabaco camboyano por
5$,
pero ese es para llevar y aquí el Marlboro me sale a menos de un euro
el paquete: 1,20$.