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Día
17
(24/09/2012) Christchurch
Antes
Este día deberíamos salir temprano, ya que nuestro objetivo
es
llegtar a Christchurch lo antes posible, para devolver la caravana y
estar listos para el vuelo de regreso, que sale del aeropuerto de esta
ciudad a las 20:20h.
Por el camino, pararíamos por
los alrededores de Ashburton, donde podremos reconocer los paisajes de
otro reino de El señor de los anillos: Rohan. Podremos localizar el
Monte Sunday, donde se montó la ciudad de Edoras, capital del reino.
Tras llegar y hacer los deberes en Christchurch, pasearíamos por la
ciudad, con un bonito centro histórico ("histórico" en este pais es
todo lo que tenga 100 años) hasta la hora de despegar en un corto vuelo
a Auckland, que enlazará con el que nos llevará a Hong Kong.
Serían unos 260 Km que deberíamos hacer en unas
3:20h.
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Después
Hoy es nuestro último día en este increíble país y estamos al
lado del aeropuerto de donde sale nuestro vuelo a las 20h, así que no
tenemos prisas. Desayunamos tranquilamente y nos dedicamos a las tareas
de la caravana antes de entregarla: limpieza, vaciado del depósito del
váter y de las aguas residuales, llenado del agua, etc... Las maletas
se quedan listas y sólo queda pendiente el llenado de combustible que
quedará para justo antes de entregarlas, ya que hemos visto la señal
con la "Z" amarilla de las gasolineras que tanto hemos usado, con lo
que parece que hay una muy cerca.
Una vez listos, todavía queda tiempo, que tenemos previsto
gastar visitando la ciudad de Christchurch. Para ello, decidimos ir
todos en la caravana pequeña y seguimos las señales de "City Centre"
con el objetivo de encontrar una zona animada donde poder, por un lado
hacer compras, y por el otro, encontrar una oficina del BNZ para
cancelar la cuenta antes de marcharnos. El contrato indica que hay un
cargo de unos 5$ al mes y no queremos acumular una gran deuda en Nueva
Zelanda con los años.
Sin embargo, el centro de la ciudad se nos resiste ya que
nos quedamos dando vueltas al azar, una vez perdidas las señales que
seguíamos. Además parece que estemos en una zona periférica, con
edificios bastante destartalados. Estoy mirando un aparcamiento que
parece aguantarse de pie de milagro, dado el ruinoso aspecto de sus
primeras plantas cuando me viene a la memoria el terremoto sufrido en
esta ciudad a principios del año pasado. Como ha pasado un año y medio,
parece mentira que todavía se trate de eso, pero cuando se abre una
calle a la izquierda, la visión que tenemos, durante un instante, ya
que no podemos parar, nos da la confirmación: la escultura de metal en
forma de cucurucho que conozco como parte de la plaza de la catedral
está ahí, desapercibida y, justo antes de ella, podemos ver lo que
queda de la majestuosa catedral. La experiencia es muy triste: el
centro de la ciudad ya no existe t más bien estamos circulando por la
zona cero de un desastre, que no debe haber cambiado mucho en ese año y
medio.
Eso nos rompe los planes. Al parecer, no hay nada que
visitar aquí, así que preguntamos por alguna zona con vida donde poder
hacer compras y haya probabilidades de tener una oficina del BNZ. Esa
zona parece corresponder con algo llamado Westfield, y nos dirigimos
hacia allí.
Aparcamos en una zona muy parecida a las ciudades que
hemos visto antes aquí: con edificios de una sola planta. Hemos podido
ver que los daños del terremoto parecen haberse concentrado en el
centro, mientras que en el resto no se contemplan huellas del desastre.
Justo junto a la puerta del centro comercial hay una
oficina del BNZ con ordenadores con internet gratuita. Yo hago la cola
y completo los trámites de cancelación de la cuenta. Después, recorro
algunas tiendas antes de reunirnos de nuevo. No era lo que buscábamos,
estas tiendas no están para el turismo, sino para los ciudadanos, así
que los souvenirs que no se habían comprado ya, sólo podrán conseguirse
en el aeropuerto.
A la vuelta me fijo en una gasolinera BP con el precio del
gasoil más bajo de todo el viaje: 1,559$. Poco después nos encontramos
de vuelta en el Holyday Park. Los pasos a seguir están claros: llevamos
nuestras maletas a la recepción para que nos las guarden, reservamos el
transporte al aeropuerto para las 18:40h y pillamos nuestras caravanas
para la entrega. Sin embargo, la señal de la gasolinera sigue ahí, pero
no hay más pistas sobre ella y no la encontramos, así que decidimos ir
a lo seguro y conducimos un poco más por el camino de antes para llenar
en la BP que habíamos visto.
Ahora sí que estamos listos y conducimos directamente a la
central de Apollo, junto al camping. En el mapa se pueden ver las
distancias:
0- North South Holyday Park
1- Oficinas de Apollo
2- Willowbank Wildlife Reserve
3- Aeropuerto international
Llegados las oficinas de Apollo, no están acostumbrados a
que se entreguen vehículos de tres en tres, ya que no hay apenas
espacio para dejarlos. Una chica sale y comienza a pasar revista a las
caravanas con la siguiente conclusión: la pequeña no tiene nada, otra
tiene el retrovisor de atrás roto y la restante tiene la rascada en la
parte de arriba que se hizo en el Homer's tunnel.
Nos sientan en la mesa y nos sacan el contrato de Cheapa
Campa, que es el que nos corresponde, y nos señalan la parte del mismo
donde se especifica que, por cada parte de accidente, se han de pagar
70$ de indemnización, como no aceptan efectivo, nos los descuentan del
depósito por el tema del intermitente. Con eso, quedan cerrados los
contratos de las dos primeras y se dejan la mía para el final, y pronto
descubrimos porqué.
Nos señalan la parte del contrato que habla de las
exclusiones del seguro para hacernos ver que el golpe de arriba no
entra. Yo, que ya me lo había leído, les digo que sabía que no entraba
el techo, pero que eso está en un lateral, sin embargo, la palabra que
se usa en el contrato es "overhead", con lo cual, todo lo que está
sobre nuestras cabezas queda excluido, y apoyan esta sentencia con una
foto de la caravana donde se diferencian las zonas que entran de las
que no. todo forma parte del preámbulo para prepararnos a lo que viene
ahora: nos reclaman 2500$ por ese daño. Nos quedamos blancos.
Lo primero que decimos es que no tenemos ese dinero
y entonces nos exponen lo serio que es el tema, nos explican que es un
tema legal y nos presionan para usar las tarjetas de todos los miembros
para llegar a esa cifra. Ahí les paramos los pies: no tienen ningún
derecho a implicar a terceras personas. Nos dicen literalmente que no
saldremos por la puerta sin haber pagado y entramos en una fase muerta
en la que nos dejan reflexionar. Yo agradezco no tener ninguna presión
por la hora del vuelo, pues parece que vamos a estar mucho tiempo en
estas oficinas.
Cuando vuelven intentamos contraatacar de alguna manera,
dado que todo se basa en lo que pone el contrato, aceptamos que esa
zona no viene incluida en el seguro, pero alegamos que esa cifra no
viene indicada en ningún sitio y que esa es la razón por la que no
estamos preparados para afrontar el pago. Nos dicen que podemos llamar
a quien sea en España, familiar o banco, para conseguir el dinero y,
aunque viva en un país donde a las 17h se acabe todo, no parece
entender que a las 3 de la madrugada en España no se puede hacer nada
al respecto.
Al final, reaccionan a nuestras alegaciones de que no
estamos de acuerdo en que una rascada en la fibra de vidrio tenga
semejante valor y, explicándonos que han llamado a su unidad de
accidentes primero, y que ya han tasado la reparación después, nos
bajan la cifra a 1500$.
Todavía estaremos ahí bastante rato más, sin avanzar por
ningún lado, hasta que al final se acepte el cargo a la tarjeta.
Entonces ya nos ofrecen transporte al aeropuerto, que declinamos porque
no lo necesitamos y porque estamos cabreados. Todavía hoy nos
preguntamos hasta donde hubiéramos - y hubieran ellos - podido llegar.
Algunos días después, ya de vuelta en casa, pude comprobar que
teníamos razón: el contrato que se nos envió dice que queda excluido
cualquier daño en el techo y los objetos que formen parte de él, como
las antenas, pero no aparece la palabra “overhead”, como yo recordaba.
Se puede ver esto en la página 5 del documento puesto justo encima de
estas palabras, pulsando sobre la imagen. Así que id con cuidado al
alquilar con esta gente y llevad toda la documentación y contratos
impresos con vosotros porque podríais veros obligados a pagar una
fuerte suma sólo por no tener a mano vuestra defensa.
En fin, un corto paseo nos devuelve al Holiday Park con el
mal cuerpo de la experiencia reciente y eso hace que, cuando nos dicen
que un taxi al Willowbank Wildlife Reserve vale 30$ lo declinemos. 5 de
nosotros nos ponemos a caminar junto a la carretera alentados por el
comentario de la chica de anoche, que nos dijo que se podía ir andando.
Cuando nos entran las dudas, una foto a una lejana señal nos da la
información que necesitamos para continuar caminando hasta llegar.
Debemos ser los primeros turistas que llegan a este lugar
caminando. La amable chica recoge los 25$ de la entrada de cada uno sin
entregar ticket a cambio, sino el mapa del lugar, y nos adentramos en
él dispuestos a disfrutar de la única actividad del día.
Pronto nos damos cuenta que no es un zoológico y se aparta
un poco de lo convencional a la hora de visitar lugares con animales.
Hay un circuito cerrado que seguir que arranca y llega a esa zona con
la recepción, la tienda de regalos y la cafetería. Durante ese circuito
se pueden ver algunos animales enjaulados, y otros sueltos por ahí y,
en todos los casos, te dejan la puerta abierta a interactuar con ellos.
De esta forma pasamos por diferentes clases de patos, un
avestruz, ciervos... Los lemures, monos y gibones están más para
verlos, tipo zoo, pero otros como los simpáticos wallabies no.
Descubrimos estos animales australianos, como canguros pigmeos, con
gran entusiasmo por la novedad. Tienen un extraño comportamiento, como
si se movieran formando parte de algún tipo de juego por turnos: todos
están quietos, y en el momento en que me acerco a uno, todos se mueven
dando saltos durante unos segundos hasta detenerse todos a la vez.
Curioso.
Una parte importante del circuito forma parte de la sección de granja,
donde los animales importados que tanto habíamos visto circulando por
le país - y muchos que no - se encuentran ahí.
Luego hay otra sección de animales nativos de Nueva Zelanda, que es la
que realmente nos ha traído aquí, ya que queremos ver los que todavía
no se nos han presentado. Casi todos son aves, y nos reencontramos con
los halcones que hemos visto conduciendo, los keas y los wekas, pero
también podemos tener delante los más escasos y difíciles de ver, como
el Tautara, un lagarto que está considerado el único dinosaurio que ha
llegado a nuestros días y - como no - en una sala especial, simulando
un bosque de noche, los kiwis.
Nos sorprenden porque, tras haber visto tantas imágenes de esta ave por
el país, nos habíamos hecho una idea. Para empezar, son más grandes de
lo que imaginábamos. Nos topamos con el primero muy cerca, haciendo un
ruido sordo y repetido con las prospecciones de su pico entre la
tierra. Después decide subir y comenzar a hacer la rareza de correr de
izquierda a derecha y de derecha izquierda entre dos puntos
cualesquiera, sin parar. El otro kiwi que localizamos está haciendo lo
mismo. ¡Qué desperdicio de energía!. En fin, espero que se trate de un
síntoma del cautiverio porque si se comportan así en los bosques no me
extraña que estén en peligro de extinción.
Nos ha gustado mucho esta visita y, dada la experiencia a
la ida, pedimos un taxi para volver. El precio sigue siendo único: 30$.
Falta poco para las 18h cuando nos volvemos a reunir todos en el Holyday Park y, como
ya lo tenemos todo hecho, preguntamos sobre la posibilidad de que nos
lleven al aeropuerto ahora, en lugar de esperar casi una hora más. No
nos ponen problemas y enseguida estamos en el aeropuerto desempolvando
nuestros pasaportes, pues se han de poner a trabajar tras estas dos
semanas de descanso.
Algunos estamos ahí ahí con el peso de las maletas, pero
facturamos directamente a Hong Kong sin incidencias. Como tenemos
tiempo, ya que ni siquiera han asignado una puerta de embarque a
nuestro vuelo, nos repartimos entre las diferentes tiendas para
completar el apartado de compras en Nueva Zelanda, aprovechando que
todos tenemos dólares que deben ser gastados.
Luego nos viene un vuelo corto, sin pantallita, a Auckland y, una vez
allí, la sorpresa de tener que salir de la Terminal para pillar un
autobús y entrar a la otra, que ya conociéramos el primer día. Esto lo
conseguimos siguiendo a los múltiples chinos de nuestro vuelo que
deducíamos iban para Hong Kong.
Nos encontramos con más tiendas y nuestros últimos minutos
en Nueva Zelanda en este aeropuerto. Cuando embarcamos en nuestro vuelo
comprobamos que es un modelo algo más antiguo que los aviones que
tuvimos a la ida: en éste no hay enchufe en cada asiento, la pantalla
es algo más pequeña y el centro de entretenimiento es un poco
diferente. Pero hay otras películas, lo que puede ser una buena noticia.
Es un vuelo nocturno, con lo que lo pasamos a oscuras durmiendo o intentándolo.
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