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Día
1
(8/09/2012) Vuelo a Los Angeles
Antes
Un vuelo a Londres por la mañana para comer en el
aeropuerto de Heathrow, esperando embarcar en nuestra vuelta al mundo,
que comienza a las 16:15h.
A pesar de que el vuelo dura 14 horas, al ir en la dirección del sol,
aterrizamos en Los Angeles a las 19:45h. La idea sería, en principio,
tan simple como ir a un hotel cercano y dormir el jet lag. Aunque si
hay ganas de salir, podríamos pasarnos por la 3rd Street Promenade.
Lo bueno es que todo lo que necesitamos está cerca:
0- Aeropuerto Internacional de Los Angeles (LAX)
1- Travelodge at LAX
2- Oficina de Dollar
3- Autopista a Santa Monica
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Después
Efectivamente tomamos el vuelo a Londres por la
mañana y llegamos a la capital inglesa 10 minutos antes de lo esperado,
con lo que la suerte nos acompaña, ya que necesitamos todo el tiempo
extra para el cambio de aeropuerto. La facturación de nuestro vuelo a
Los Angeles se cierra 2 horas antes del mismo: a las 14:15h.
Cuando estamos haciendo cola en inmigración nos
damos cuenta que hemos escogido la que va más lenta. Mucho más lenta
por esa ley de Murphy que también tienen las cajas de los
supermercados, la situación es ésta: son las 12:45h, tenemos una hora
de camino desde el aeropuerto de Stansted donde estamos hasta el de
Heathrow, donde debemos estar antes de las 14:15h. Todavía hay margen.
Cuando por fin nos encontramos con nuestro
conductor, ya recuperado el equipaje, son las 13h. El minibús está en
la otra punta y yo, temeroso de lo justo que vamos, corroboro nuestros
tiempos: "Hay una hora de camino entre aeropuertos, ¿verdad?". "Sin
tráfico sí", me responde, "¿Hay tráfico un Sábado a mediodía?",
insisto, "No. Un Sábado está bien". Bueno, pues eso era lo que quería
saber, ya que, entre una cosa y otra, salimos del aeropuerto a las
13:10h ¡Sólo 5 minutos de margen!. Eso no tranquiliza.
Cuando llevamos un rato, efectivamente sin tráfico, tengo la sensación
de que vamos bastante lentos y decido explicarle nuestra situación al
conductor. "¿A las 14:15h? Buf. Es muy justo. Ten en cuenta que lo
normal es tardar una hora y veinte entre aeropuertos". "¡¿Pero si me
habías dicho que una hora era correcto...?!" grito para mis adentros
pues no quiero poner nervioso al conductor. Sin embargo, cuando nos
vamos acercando a la ciudad el tráfico se vuelve más denso y nos
encontramos retenidos. Yo ya estoy sufriendo y le pregunto si esa
retención en ese punto es normal, buscando al menos que me confirme que
está contada en el tiempo que habíamos hablado, y él me responde: "Sí,
es normal pero, vamos, a las 14:15h no estamos en el aeropuerto ni de
coña". Es una traducción un poco libre de lo que nos dice, pero que
entendemos todos los que estamos en ese minibús.
El silencio nos acompaña el resto del camino ya
que, en realidad, estamos pensando cosas como, "¿Y todo el viaje va a
acabar ya?¿aquí?", "Y si eso pasa, ¿qué hacemos?". Efectivamente, el
reloj del vehículo nos está acercando cada vez más a un viaje a base de
dormir en un cajero de Londres que a una vuelta al mundo. Cuando ese
mismo reloj ya marca las 14:15h le pregunto histérico a nuestro chófer
si Heathrow está muy lejos ya que, para desesperación de todos, no
hemos alcanzado a ver ninguna señal que indique que nos acercamos a él.
Me contesta que quedarán unos 20 minutos, pero trata de consolarnos
diciendo que normalmente llegar algo tarde a la facturación no es un
problema. Pero yo digo lo que estoy pensando: "Puede que 10, o incluso
20 minutos no lo sean, pero habrá un margen en el que sí haya problema.
¡Y ya lo estamos cruzando!.
Cada minuto de más en el reloj del coche que no he
dejado de mirar me quita un mes de vida. Al final viviré poco ya que
llegamos al aeropuerto sobre las 14:50h. ¡Más de media hora tarde!.
Nuestro plan es que yo salga pitando para intentar apurar las
esperanzas que tengamos en los mostradores de facturación mientras los
demás descargan las maletas y se vienen al aeropuerto. Y así lo
hacemos, aunque mis esperanzas de que las maletas puedan facturarse
llegando cerca de 40 minutos tarde es nula.
Pero cuando llego dispuesto a cualquier cosa por
poder pillar ese avión, mi cara desencajada y desesperación contrasta
con el comportamiento del staff de air New Zealand: el del mostrador me
dice que no hay problema y que haga cola, una cola que puede durar 20
minutos tranquilamente. Yo me pongo, pero no me creo lo de que no haya
problema así que vuelvo al tío del mostrador, que está facturando a una
pareja, para hacerle entender que necesitamos embarcar en el vuelo de
Los Angeles, por si él hubiera entendido otro. Pero me vuelve a decir
que no hay problema, que me tranquilice y que me ponga en la cola.
"¿Qué está pasando aquí?", me pregunto, y cuando veo en los mostradores
de Primera clase una chica de la aerolínea libre voy para ella a
suplicar que me dejen facturar. "Tranquilo, ya estás aquí y ya podrás
facturar". Esta respuesta ya la oye el resto del grupo que, bastante
incrédulo, se maravilla ante la facilidad de poder continuar - o más
bien comenzar - el viaje, ya que nos veíamos luchando bastante.
Cuando estamos haciendo cola y ya hemos comprobado
que todos los que están en ella van a coger nuestro vuelo, ya nos
estamos riendo de mis meses de vida perdidos. ¿Pero quién me los
devuelve ahora?. Ya me había dado cuenta desde el principio de que
cerrar la facturación 2 horas antes era un poco exagerado, pero estaba
explicado claramente en nuestros billetes. La conclusión es que debe
ser un sistema que tienen para asegurarse de que la gente llegue
temprano y, ya de paso, un pacto con el diablo para llevarse parte de
mi alma en un par de horas angustiosas en una situación no real. Aunque
ya le vale al conductor también, comenzar diciendo que se tardaba una
hora, como dicen en su web, e ir subiendo el tiempo de enlace hasta las
casi dos horas que han sido al final. ¡Menos mal que era sábado!
Pues nada, ya nos empezamos a creer que sí
viajamos pero no olvidaré aconsejar a cualquiera que quiera hacer algo
parecido que "alargue" el tiempo de margen necesario entre aeropuertos.
Yo diría que 5 horas como mínimo.
Pues a partir de ahí la cosa mejora, pero no
tanto: un problema con el hecho de que tengamos todos dos apellidos,
una visita multitudinaria al lavabo que hace que el tío del mostrador
que me había pedido que me tranquilizara saliera diciendo que
marcháramos ya que no llegábamos al embarque y un gran bote de champú
en el equipaje de mano de "alguien" no hacen que lleguemos tarde al
embarque. Sin embargo, cuando llevamos más de una hora sentados en un
avión que no se mueve, no puedo evitar pensar que he regalado
tontamente esos meses de vida. ¡Me han timado!
El vuelo a Los Angeles - sí, ¿Nos lo creemos ya? -
sale con dos horas de retraso, pero en vez de 14 horas va a tardar 10.
Pues salimos ganando, qué quieres que te diga.
Asientos cómodos, con espacio, una gran pantalla de entretenimiento con
multitud de series, películas y juegos y un sorprendente catering con
cena y comida ¡con cubiertos de verdad, de metal! Eso no lo había visto
en ninguna aerolínea; y un curioso sistema de barra libre de bebidas y
snacks del que nos aprovechamos, primero con timidez y luego con
desvergüenza. Los asientos tienen enchufe y cargadores USB. Ya que en
total vamos a pasar más de 24 horas en estos aviones, que sea bueno.
Entre las películas hay estrenos. Por ejemplo, mi
hermana y yo vemos Prometheus, otros "Blancanieves y la leyenda del
cazador", "MIB 3" o "Los vengadores".
Como somos de que nos pasen cosas "raras", para no
dejar de mencionarlas puedo decir que mi pantalla se queda colgada de
una forma nunca vista por las azafatas, ya que no responde ni al
reinicio. ¡Que nadie se ponga el juego de golf!.
Y llegamos a Los Angeles. Un poco más tarde de lo
previsto, sobre las 20:15h. Esta vez las colas de inmigración van
bastante rápidas. Tras la recogida de equipajes todavía tenemos otro
control de pasaportes y uno tiene la sensación de llevar 30 horas no
haciendo otra cosa que mostrar el pasaporte. Un ejemplo de choque de
"culturas": cuando le llega el turno a Claudia, nuestra única menor, se
planta ante el mostrador del policía y se queda parada sin decir nada.
En realidad está esperando a que sus padres, que luchan por avanzar en
la cola, lleguen, pero en ese intervalo el policía se encuentra
bastante desconcertado y le hace gestos en plan "¿Qué?", "¿Estás aquí
por algo?", pero ella se muestra impasible hasta que le llega la
compañía. Una imagen de gag.
Una amable mujer del mostrador de Información me
deja llamar al hotel para que nos pasen a recoger y cuando nos
encontramos con el alegre conductor, se nos quita el cansancio y
"despertamos". ¡Estamos en Los Angeles!. Bromeamos con él y nos hacemos
las primeras fotos de grupo en esta ciudad. El mismo conductor se
ofrece para llevarnos a la oficina de Dollar a recoger los coches,
aunque tenemos claro que no los usaremos hoy. Al final nos apuntamos
todos a la pequeña excursión, aunque sea para ver algo más de esta
enorme ciudad. Hay que decir que, en el mapa, el hotel está a dos
manzanas del aeropuerto, y la oficina de Dollar a una del hotel, pero
el concepto de "manzana" aquí varía un poco de lo acostumbrado y,
mientras nos llevan, comprobamos que hacer esa "manzana" andando serían
10-15 minutos.
En Dollar nos quiere cobrar por todo, haciendo honor a su nombre. ¡Qué
diferencia con la experiencia que recordaba de 2008!. Resulta que,
aunque tengamos contratados todos los seguros, nos retienen de la
tarjeta de crédito un depósito de ¡400$ por coche! Además, nos cobran
un depósito lleno de gasolina por cada coche también, que cuesta más
caro que el propio alquiler y que sabemos que no gastaremos en un día.
Convenimos pagarlo en efectivo en la entrega de mañana. Eso sí, los
coches son dos cochazos enormes, uno rojo y otro negro. Hay follón para
sacarlos de ahí, como no, y es que el que nos ha atendido se ha
encontrado con que tenía dos conductores y dos coches, pero en lugar de
la lógica relación "un conductor por coche" que haría cualquiera ha
hecho "dos conductores para un coche y el otro ya se verá". Curioso.
Solucionamos los problemas y conducimos hasta el hotel. La tertulia
repasando las emociones del primer día de viaje - que han sido muchas
para no haber empezado prácticamente - nos lleva a meternos en la
habitación pasada la media noche, por lo que quedamos en desayunar a
las 8:00h mañana. Las habitaciones son amplias con dos camas de las que
aquí llaman "Queen size", y nosotros llamamos "de matrimonio de toda la
vida" y hemos pagado 99$ por cada una (habitación, no cama).
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