Aterrizamos en Hong Kong a las 7:30h, con
lo que tenemos todo
el
día para visitar esta fascinante ciudad usando el metro.
Ese mismo metro nos puede llevar del aeropuerto a nuestro
hotel,
en un rascacielos del Oeste de Kowloon, donde, si todavía es temprano
para que nos den habitación, al menos, nos guardarán el equipaje.
De ahí nos moveríamos entre los puntos marcados como
imprescindibles, y el mismo hotel, donde podríamos disfrutar de sus
instalaciones.
Un orden lógico de las visitas sería:
0- Hotel Nina et Convention
1- Hong Kong Park: parque al estilo de Central Park. Un oasis rodeado
de rascacielos.
2-
Victoria Peak: Un pico en la ciudad al que se puede subir con el
teleférico más empinado del mundo y que ofrece las mejores vista de la
ciudad.
3- Templo Wong Tai Sin: una visita a la China más clásica entre la
modernidad de los edificios del centro de Hong Kong.
4-
Mong Kok: la zona de los mercados, una de las zonas de compras más
famosas del mundo: el mercado de los peces, de las flores y de las
señoras se encuentran aquí.
5- Tsim Sha Tsui: El puerto, donde sale
y llega el ferry entre islas, que cojeremos, ya sea a la ida o a la
vuelta. También se encuentra aquí el paseo de la fama del Hollywood de
Oriente. Cuando se acerque la noche deberemos de estar aquí para
disfrutar del skyline de Hong Kong.
Después
Con mucha mejor suerte a la hora de dormir en el vuelo, que ha
durado 10 horas, aterrizamos en Hong Kong justo cuando la noche, que
nos ha acompañado durante todo el viaje, ha sido echada por el sol. Ha
pasado rápido, y el hecho de ir bastante vacío nos ha ayudado a todos a
la hora de llegar descansados. Yo tenía dos asientos para mí y, en todo
el avión, eran mis dos pantallas las que no funcionaban, pero el
descanso lo paga todo.
Tras pasar inmigración y recuperar nuestro equipaje,
cambiamos moneda. A mí me dan casi 300 HKD por mi billete de 50 NZD,
que son unos 30€. El cambio de dólares de Hong Kong es muy fácil de
calcular, pues están a unos 10 por euro: sólo hay que quitarle un cero.
Después pregunto en un mostrador de Información por la
mejor forma de llegar a nuestro hotel, que yo creía que iba a ser ir en
tren con la tarjeta de 24 horas que quería comprar, pero que siendo 8
me indican que es mejor en dos taxis, que nos saldrán por unos 200$
cada carrera. También me avisan que los taxis han de ser de los rojos.
Y ante ellos nos presentamos. Todos son el mismo modelo de coche, que
no identifico, pero que parece muy antiguo. También vemos pocas
posibilidades de que esos maleteros puedan albergar nuestro equipaje,
pero en eso nos equivocamos, ya que lo meten todo sin pensar en cerrar
la puerta, ya que no es necesario porque aguantan ésta con cuerdas
elásticas. Antes de subir, me han dado en un mostrador, mi destino
escrito en chino y una tarjeta que me avisa de que pida el ticket al
taxista en todo momento.
Nos embutimos en sendos taxis rojos en grupos de cuatro y
recorremos una autopista y un largo puente en el que aparecen altísimos
bloques de viviendas iguales a nuestra izquierda, como colmenas de
cemento, con apariencia de pisos baratos, y enormes y majestuosos
rascacielos de cristal enfrente, sobresaliendo del skyline de la costa
a la que lleva el puente. Enseguida identifico la forma del más alto
como el del hotel al que vamos y el conductor me lo corrobora: "El más
alto es vuestro hotel".
Cuando llegamos nos hacen el check in a pesar de lo
temprano que es, las 9h, pero no nos entregan las habitaciones, sino
que nos dicen que podemos venir a por las llaves a partir de las 11h.
Si todo ese rascacielos son habitaciones no es de extrañar que el hall
muestre tanta vida, pues debe alojarse muchísima gente aquí. El caso es
que debemos dejar las maletas en manos del conserje mientras salimos a
explorar un poco la ciudad.
Para ello intentamos localizar la estación de metro que,
aunque el mapa que nos han dado marca que ha de estar ahí mismo,
necesitamos de alguna indicación para llegar. Es la estación Tsuen Wan
West de la línea Oeste (lila). Al bajar las escaleras nos topamos
con un hall enorme y limpio con un interminable tránsito de pasajeros
que entran. No vemos taquillas, sino máquinas en la pared para adquirir
los billetes. Éstas son muy fáciles de usar si quieres un billete
sencillo: sólo has de pulsar tu estación de destino en el mapa, pero no
encuentro la forma de optar al multipase de 24 horas. Entonces nos
encontramos con el primer problema, y es que necesitamos hablar con un
humano, pero no hay, al menos que trabajen aquí. Vemos un par de
oficinas de bancos, pero al llegar, tampoco hay humanos, sólo máquinas.
Acabamos preguntando a alguien, que parece trabajar en la seguridad del
MTR y éste nos envía al Centro de atención al cliente, al otro lado de
ese hall: unos 300 metros. ¡Con lo fácil que son las cosas cuando hay
taquillas!
Allí adquirimos el "Tourist Day Pass" por 55 HK$ cada uno
y entramos. Con el mapa en la mano, y gracias a que todas las señales
están también con caracteres "nuestros", nos guiamos bien para hacer
los dos transbordos necesarios para llegar a la estación destino de
"Causeway Bay", en la isla de Hong Kong.
Cuando salimos nos quedamos boquiabiertos mirando
alrededor y, sobretodo, arriba. Lo que nos rodea son calles muy
transitadas entre rascacielos. No es como en Nueva York, aquí el
sentimiento que te hace pequeño es más bestia.
Caminamos sin orientarnos, ya que no es fácil localizar
nuestra posición en el mapa. Hemos bajado en esta estación para acudir
a nuestra primera visita: Victoria Peak y llegamos a un parque llamado
Victoria Park, pero no hay montaña aquí. Así que pregunto al botones de
un hotel que me hace ver que no son lo mismo, y que debería haber
bajado en la estación de Central para llegar hasta allí. Victoria Peak
no salía en el mapa, pero sí el lugar de partida del funicular.
Ahora ya sé dónde vamos, así que tras dar una vuelta,
volvemos al MTR para sólo tres paradas y salimos en una zona más bestia
todavía, con rascacielos más concentrados. Por la calzada circulan
autobuses de dos pisos y, lo que nunca había visto antes, tranvías de
dos pisos también. Uno de los edificios tiene un Ikea pero, a
diferencia con los de aquí, que están en grandes naves, este Ikea ocupa
dos plantas de un rascacielos. Es cambiar nuestro concepto de
horizontalidad por el vertical.
Ser peatón es complicado aquí ya que las calles no se
pueden cruzar fácilmente, tienen montado un sistema de pasarelas para
desplazarse caminando y hay que averiguar cómo funciona. El funicular
está cerca, pero mirar cómo llegar a él nos lleva un tiempo.
Cuando lo hacemos, hay una cola de turistas para pagar los
65 HK$ que vale el billete de ida, la vuelta y la entrada al mirador.
Luego vemos como se llena el siguiente funicular y conseguimos una
posición para poder entrar en el próximo. Cuando llega, la gente sale
por la izquierda y sólo cuando ya está vacío es cuando cierran las
puertas de ese lado y nos abren el acceso por el nuestro.
La subida es un corto paseo que va de menos a más, tanto
en verticalidad, que queda muy atenuada por el diseño del propio
vehículo, lo que te hace ver los edificios y árboles del exterior cada
vez más torcidos; como en vistas, por una simple y lógica cuestión de
ir ganando altura. Esta subida está enteramente grabada en este video:
En lo alto de la montaña nos espera todavía... ¡un centro
comercial!. Así como lo digo. Para llegar al mirador hay que subir
varios pisos llenos de tiendas con escaleras mecánicas. Luego en lo
alto te esperan las vistas que hemos venido a presenciar: Los edificios
de Hong Kong, vistos desde la colina que tienen detrás. Más al fondo,
si la vista consigue atravesar el halo que parece neblina pero algunos
apuestan que es contaminación, el continente, con la zona de Kowloon
donde se encuentra el grueso de las residencias de esta ciudad,
incluido nuestro hotel.
El mirador es de 360º, pero en realidad sólo interesa un lado, de los cuatro que tiene esta terraza rectangular.
Cuando acabamos de maravillarnos de las vistas de la
ciudad, y hartos un poco del viento - que no del frío - nos volvemos a
cubierto para bajar todas las plantas hasta volver al funicular.
Nuestro plan ahora es ir a la zona de la Terminal de
ferris mirando la posibilidad de desviarnos al templo Wong Tai Sin y
para ello había decidido pillar un tranvía, pero justo en la entrada -
para nosotros salida ahora - del funicular hay un autobús parado que
marca la Terminal de ferris como final de trayecto, así que nos metemos
para facilitar las cosas en esta caótica ciudad. Es el 15C y tiene una
caja donde echar los 4,20 HK$ por persona que vale el viaje. El
conductor mira que todo el mundo pague, pero no devuelve cambio, lo que
queda claro después de que yo eche un billete de 5. La ruta de este
autobús es realmente corta, ya que nosotros nos hemos subido en el
inicio de trayecto y hemos llegado al final en unos 10 minutos.
En la Terminal de ferris seguimos las señales de "Tsim Sha
Tsui", que es nuestro destino, hasta llegar a una máquina que te da una
ficha por 2 HK$, esta ficha, que aquí llaman "token" lo has de meter en
la ranura para pasar por el torno, y ya estás listo para embarcar en el
ferry. Por lo tanto, el "crucero" de la isla de Hong Kong al continente
nos sale de esta forma ¡por 0,20€ cada uno!
Por otro lado el trayecto es rápido, pero da el tiempo
suficiente como para disfrutar de las vistas de las dos orillas desde
el mar.
Al llegar, no queremos gastar mucho tiempo en Tsim Sha
Tsui porque vamos a volver por la noche y estamos locos por disfrutar
ya de nuestras habitaciones de hotel, pero el hambre aprieta y hacemos
una parada en el McDonalds para que la parte del grupo a la que no le
gusta la comida china se alimente. Nosotros, los que tenemos pensado
probar la comida local, esperamos que completen sus Mac menús a precio
record de menos de 3€ antes de subirnos al MTR en la estación de "Tsim
Sha Tsui" para volver al hotel, haciendo trasbordo en "Mei Foo".
En el hotel no lo tienen todo listo, sino que nos dan una
y nos dicen que esperemos 10 minutos para el resto. Afortunadamente
tienen cuatro ordenadores con internet libre.
Las cuatro habitaciones están ¡en la planta 68!. Llegar a allí requiere
un trasbordo de ascensores, ya que hay unos rápidos para la planta 40,
donde se cambia a los que sí llegan a las plantas más altas.
El premio está al entrar en la habitación: son magníficas.
Una pared de cristal te separa de las vistas a los rascacielos que, por
supuesto, están más bajos. Alguna tiene incluso vistas al puerto.
Además de las vistas, la habitación en sí es grande, preciosa y con una
ducha espectacular, a parte del gran baño, con bañera. Aunque se ve
cierta predilección por las parejas, ya que las dos habitaciones con
cama de matrimonio son prácticamente suites, mientras que las de dos
camas se quedan en habitaciones. Estamos tan maravillados - y cansados,
por qué no decirlo - que decidimos gastar unas horas en el hotel.
Todavía quedamos algunos que tenemos que comer, y ya
habíamos decidido pasarnos por el centro comercial que comunica con
este hotel para ello. En la habitación teníamos un folleto con
descuentos y el primer restaurante que encontramos está en la lista.
Así que nos metemos en el Dimsum bar y comemos por menos
de 8€ por persona, y eso que lo que más vale son las cervezas, y los
platos son a base de marisco en su mayoría. ¡Buenísimos!
Y por fin llega el momento de descansar. Me bajo a la
planta 9 donde disfruto de una piscina con vistas a la ciudad y luego
me paso a la climatizada interior porque quiero probarlo todo. Me tumbo
un rato en la habitación y en seguida se hace la hora. Y es que todos
estamos notando el cansancio acumulado que hace que la cama nos tiente
a resistirnos al Hong Kong que tenemos fuera.
Volvemos al metro pasadas las 18h y prácticamente es de
noche. Cuando salimos en la estación de Mong Kok ya lo es del todo. La
ciudad de noche es todavía más espectacular, con todas sus luces. Este
barrio está muy animado y hemos venido a hacer una rápida visita a los
mercados y a un templo que viene en el mapa y que sustituirá a la
visita del Wong Tai Sim. Pero cuando llegamos, aparte de estar cerrado,
no es lo que buscábamos: no es un edificio en sí, sino un local entre
rascacielos.
Así que nos pasamos por algunas tiendas en la zona marcada en el mapa
como mercado de los deportes, luego, en la calle paralela, se encuentra
el mercado tecnológico, donde comprobamos que los precios, aun siendo
más baratos, no lo son tanto como para compensar una compra sin
garantía. Por último, nos asomamos por el Lady market, pero sólo para
tomar inmediatamente el camino de vuelta a la estación del MTR. No
queremos llegar tarde a nuestra cita de las 20:00h.
Son sólo tres paradas hasta volver a estar en Tsim Sha
Tsui. Seguimos las señales - y la gente - que llevan hasta la Avenida
de las estrellas y al llegar, nos reciben una música muy del país en
directo y unas vistas del Skyline iluminado de la isla de Hong Kong
maravillosas.
Todavía falta para que empiece la Sinfonía de Luces que
hemos venido a ver, pero se puede pasar el tiempo sin problema sólo
mirando a lo que tenemos delante, y que no me encuentro capaz de
describir, sólo las fotos y el video pueden hacer un acercamiento - que
no justicia - a tan impresionante postal.
Y, como se ve en el video, la Sinfonía de luces comienza.
A mí me desilusiona un poco porque parece quedarse pequeña entre tantos
rascacielos que no participan, pero es algo único en el mundo. Un
broche final perfecto para rubricar un viaje como éste.
Esto se acaba, y también lo notan nuestras piernas, que
han encontrado el momento de quejarse, por eso, tras pasear por la
Avenida de las estrellas donde, entre los nombres en el suelo, sólo
reconocemos a Jackie Chan y Jet Li, acabamos ante la estatua de Bruce
Lee. Es allí donde decidimos que no vamos a ir al mercado nocturno, que
se acabó y que el cuerpo sólo quiere descansar.
El viaje de metro de vuelta es el momento que se nos hace
más pesado en dos semanas, pero tiene la recompensa de unas
habitaciones maravillosas con unas vistas todavía mejores durante la
noche.