Día 9 (14/10/2011)   Sinaí y llegada a El Cairo


Antes   


   Este día hemos de llegar a El Cairo. Hay varias formas de hacerlo. Evidentemente, si se acabó alquilando un coche a la llegada a Egipto con opción de devolución en El Cairo, esa sería la vía. Otra forma es conseguir un taxi o minivan bien de precio. Esto lo deberemos tener cerrado antes de las 9:30h de esta mañana, ya que la opción más segura es la de pillar el autobús a El Cairo que pasa por Taba a las 10:30h.

Ruta Taba a Cairo


   Sea cual sea la forma de llegar, 5 ó 6 ó 7 ó 8 horas más tarde deberemos estar en nuestro hotel en Giza. Un descanso y nuestra única visita del día sería al mercado Khan el Khalili.

   Es posible que durante esa tarde necesitemos pasar por la estación de tren para comprar los billetes del sleeping train a Asuán del día siguiente.

   Los gastos fijos previstos son:

Bus a El Cairo: 70 LE

Después

   A las 9:00h estamos desayunando con las maletas en recepción y el checkout hecho. Yo voy mirando por si aparece nuestro conductor y, un poco antes de acabar el desayuno, y viendo que no viene, le llamo. Promete estar ahí en 10 minutos. Mi principal preocupación es no llegar a la barrera de las 10:30h. A esa hora sale el autobús a El Cairo y se me acabaría la alternativa de la que hablaba a la hora de negociar, con lo que estaría a su merced si quisiera subirme el precio.

   Sin embargo, mis temores son baldíos, a las 9:45h estamos subiendo el equipaje al minibús y poco después salimos para cruzar el Sinaí. Nos sale por 20€ por persona, pero el minibús es sólo para nosotros cuatro, nos dejará en nuestro hotel en Giza y tardará mucho menos que el autobús, con lo que ganamos un tiempo precioso en El Cairo. Más si tenemos en cuenta que todavía no he podido reservar los billetes para el sleeping train y que tendré que sacarlos hoy si tengo la suerte de que queden plazas.

Nuestra minivan esperando para embarcarSeguridad en el Sinaí
















   Un placentero viaje de tres horas por el yermo Sinaí con varios controles policiales donde nos revisan los pasaportes y una parada de 10 minutos a las 12 en una mezquita en medio de la nada para que el conductor rece. La carretera está bien asfaltada y es curioso ver los coches que nos cruzamos con un equipaje en sus bacas mayores que el propio vehículo.

SinaíSinaí
















   Cuando empezamos a ver vegetación es la señal de que el Sinaí se acaba, poco después pasaríamos por un túnel bajo el canal de Suez y, ya en el otro lado, cambiamos de coche y conductor.

   Una hora y media más tarde ya nos hemos topado con el tráfico de la capital egipcia y nuestro conductor trata de averiguar dónde está nuestro hotel. El nombre de Hotel Oasis no parece significar mucho, hasta que, cuando al fin consigue dar con él, nos cuenta que todo el mundo lo conoce por su nombre árabe, irreproducible para mí. Poco antes de llegar hemos tenido nuestras primeras vistas de las imponentes pirámides.

Túnel bajo el Canal de SuezPrimera visión de las pirámides
















   Dejo a mis padres comiendo en el hotel para que puedan disfrutar de sus instalaciones y yo me embarco en el recado más prioritario: los billetes de tren. Eva decide acompañarme y un taxista nos lleva a la estación. Ésta está sólo al otro lado de una calle, pero la calle es muy larga y los coches son muchos. Sin embargo, el taxista nos sorprende comentando que hemos tenido suerte de que es Viernes, que es su festivo, porque el resto de días el tráfico es peor. Yo sólo me imagino algo peor estando parado todo el día.

Hotel OasisHotel Oasis
















   La estación presenta, como la mayoría de la ciudad, un aspecto cochambroso, gente en la calle y basura por doquier. Las imágenes que nos estamos llevando de El Cairo son más próximas a las que tenemos de la India que de cualquier otro sitio. La oficina del "lujoso" sleeping train es un desvencijado tráiler azulado sin ninguna indicación y completamente cerrado. ¿Hemos llegado tarde?. No, cierran a las 20:30 y son las 17:15h, pero el tipo se ha ido a dar una vuelta. Nuestro taxista-guía habla con la gente de la estación y se pone a buscarlo hasta traerlo. Mientras una pareja belga está esperando también encontrar billetes para mañana. Supongo que se deberá a la situación actual de Egipto, pero resulta que hay billetes libres para todos. Me quito un peso de encima comprando nuestros 4 tickets para dos cabinas dobles por 60$ por persona.

   Ahora ya nos podemos relajar, el taxista nos insiste en llevarnos a la tienda de un amigo y nosotros en comer algo, nos lleva a un puesto callejero de shawarmas que poco se parecen a los que comemos en Barcelona, ni por precio, ni por forma ni por sabor. Estos ganan en todo. Nuestra comida nos sale por unas 10 libras (1,2€) con la botella de agua que comemos en el mismo taxi. Ya oscureciendo nos metemos en la tienda de su amigo porque me dice que tendré internet gratis.

   La tienda es preciosa, toda dedicada al perfume, y el dueño nos explica en un gracioso castellano la historia del negocio, con un artículo de El Periódico de Cataluña de hace casi 10 años y que conserva envuelto en plástico. Pronto nos damos cuenta que el tío es un gran profesional. Yo no tengo ni flores de perfumes, pero Eva sí, y cuando nos pregunta cuál es el favorito ella le cuenta que tenía un perfume favorito, pero que dejaron de hacerlo hace años y que desde entonces no encuentra nada parecido. Él dice que tiene la esencia de esa colonia (parece que la tiene de todas) y le pone unas gotas en la muñeca. Eva flipa al reconocer el aroma perdido. Nos muestra más esencias, pero nos llevamos un frasco de la del perfume de Eva por 120 EGP (unos 15€) porque no tenemos más - guardando los 100 EGP que tenemos que dar al taxista -. Sólo puedo decir que tres días después a Eva todavía le huelen las muestras del brazo, tras sus correspondientes duchas.

   Volvemos al hotel y recogemos a mis padres que han disfrutado de las instalaciones para ir al bazar de Khan el Khalili. Hoy es el día de las compras.

   Por 95 EGP un taxi del hotel nos deja en la puerta del mercado tras ver la mezquita de Mohammed Alí (el boxeador no, otro) iluminada sobre la ciudadela. Los taxis del hotel son más caros, pero está algo apartado y cuesta encontrar fuera.

   Hay muchísimas tiendas con sus vendedores locos por que entres en cada una de ellas, pero como nosotros vamos a tiro fijo pasamos rápido entre ellos. Encontramos la famosa tienda del Jordi fácilmente, donde los precios son fijos y, por lo tanto, mucho más baratos de los que encontrarías regateando. Allí nos ponemos a adquirir objetos y prendas a un ritmo desenfrenado. Por 30€ me llevo: dos chilabas, dos camisetas, una camisa, un pijama de niño,  y multitud de reproducciones, imanes, pirámides y escarabajos.

Tienda del JordiTienda del Jordi

 














  Se nota que en las tiendas de alrededor están hartos del Jordi y no podemos ocultar el gran logotipo que muestran nuestras bolsas de la compra, por lo que recibimos las quejas.

   Para cenar elegimos el café-restaurante Naguib Mahfouz, un precioso local donde por fin puedo probar el koshari el plato egipcio más famoso que junta arroz, macarrones, lentejas y fideos en un sólo plato. ¡Buenísimo!. Toda la cena consiste en una sopa de lentejas, otra de pollo, un koshari, un bamia, una ensalada de tomate y el agua, más tasas y un 12% de servicio, por 186 EGP.

Restaurante Naguib MahfouzBazar de Khan El Kalili
















   Tras atravesar la maraña de vendedores y la plaza con la mezquita con una multitud de egipcios en el suelo, pillamos un taxi que, con taxímetro, nos deja en el hotel por 60 EGP.