Recorrido por la ciudad vieja de Jerusalén. Nos hemos de
enterar
bien de qué lugares que queremos visitar no estarán abiertos mañana,
durante el Yom Kippur, para visitarlos hoy.
Los lugares imprescindibles para los dos días son:
0- Lutheran Ghesthouse
1- Puerta de Jaffa, ciudadela y torre de David
2- Santo Sepulcro
3- Vía Dolorosa
4- Puerta de Damasco
5- Notredamme (exposición Sabana Santa)
6- Monte del templo
7- Monte de Zión
8- Monte de los olivos
Suponemos que los candidatos a poderse visitar en Yom Kippur
son
los lugares cristianos, con lo que, a priori, este día visitaríamos el
Monte de los olivos (para poder usar transporte hasta él), del que
bajaríamos andando un paseo hasta entrar en la ciudad vieja por la
Puerta de los Leones, el muro de las lamentaciones, mirar cuándo
podríamos entrar en el monte del templo. Visitar la ciudadela y, si
sobra tiempo, ver los manuscritos del mar muerto en el Museo de Israel,
que no aparece en el mapa porque está inmerso en la ciudad nueva, a la
izquierda de los lugares que aparecen en este plano.
Después
Esto es un caos de religiones. Desde la cama he
oído la
llamada a la oración musulmana y poco después las campanadas de una
iglesia.
El hotel es fantástico y tenemos la Ciudad Vieja
de Jerusalén al alcance de la mano, como demuestra este video:
No nos hemos recuperado del cansancio de
ayer, y salimos a la calle ya desayunados sobre las 10:00h. Las calles
muestran un ambiente muy diferente al de anoche. Mientras ayer eran
casi
todo judíos, vestidos con su traje negro con camisa blanca y algunos
rematando con un sombrerito de ala recta también negro, hoy somos todos
turistas y en mucha menor cantidad. El bazar que lleva a la puerta de
Jaffa muestra todos sus colores ahora. Junto a la puerta está la
oficina
de Turismo donde nos proveemos de mapas e información. Luego cambiamos
moneda a mucho mejor precio que en el aeropuerto y nos encaminamos a la
primera visita del día: La ciudadela.
Pues está cerrada, y mañana también. Fin de la visita.
Salimos
por la puerta de Jaffa y seguimos la muralla hacia el Norte. La verdad
es que me había hecho una idea equivocada de las distancias y la ciudad
vieja de Jerusalén es bastante más pequeña de lo que pensaba, con lo
que todo nos queda más cerca.
Entramos en Notre Damme para ver la exposición permanente que
tienen sobre la Sábana Santa. Pocos deben venir aquí y es que estamos
completamente solos. Cuando digo "completamente" se ha de entender
literalmente: no hay portero, ni vigilantes... ¡absolutamente nadie!.
Enciendo las luces para ver mejor los objetos expuestos e incluso nos
tomamos la libertad de destapar la escultura de bronce de Jesucristo
basada en el relieve que se extrae de la Sábana Santa. Una exacta
litografía de la santa prenda preside el lugar y una réplicas de
objetos relacionados como el modelo de látigo, la corona de espinas
y... ¡por lo clavos de Cristo! también están... pues eso, los clavos.
Salimos para volver a entrar en la ciudad vieja por la famosa
puerta de Damasco. Un precinto policial y varios militares bloquean el
paso y discuten con algunos, pero en cuanto ven que somos turistas,
nos dejan pasar enseguida.
Esta puerta da al barrio musulmán, y lo primero que te
encuentras
es un zoco. Todas las calles están flanqueadas por pequeñas tiendas.
Tomamos un sorbete de granada y compramos algunas baratijas. El encanto
de este lugar le viene sobretodo del entorno, las calles y muros de
piedra con arcos aquí y allá. Tras un largo paseo, en tiempo más que en
distancia, nos topamos frente al arco de seguridad para entrar en el
muro de las lamentaciones. ¡Yo ni sabía que estaba aquí!.
Pasamos las bolsas por un escáner y nosotros por un detector
de
metales. Curiosamente a mí no me pita con el bolsillo lleno de monedas
y a mi padre sí, pero al agente le da igual y nos deja pasar a todos.
Estos militares que te encuentras continuamente por las calles de la
ciudad vieja imponen, pero no muestran nada ese semblante serio
que uno podría esperarse, más bien derrochan amabilidad e
incluso
simpatía.
El muro está ahí delante: una ancha parte es para
hombres, y
una
bastante más estrecha para mujeres. Yo entro por mi lado tras recoger
una kipá y colocármela en la coronilla como marcan los cánones, le
presento mis respetos al muro y me vuelvo. Mi madre hace lo
propio
en su lado.
Salimos por el lado contrario y subimos para tener buenas
vistas
de la Cúpula y el muro. Estamos en el barrio judío. Tras unas vueltas
por sus tranquilas y cuidadas calles nos acercamos al lugar más próximo
que se nos permite de la Cúpula de la Roca. Los militares nos
indican que
no se puede pasar, pero como ven que me hace ilusión tener una foto
próxima uno se ofrece a coger mi cámara y volver con algunas
instantáneas. Pues a esto me refería al hablar de su amabilidad.
La foto de la izquierda nos muestra lo máximo que podemos ver
de
la Cúpula de la Roca sin poder entrar, la de la derecha es una de las
que hizo el militar desde dentro.
Ahora toca comer. Elegimos un restaurante armenio que en un
alarde de pereza se llama "Armenian restaurant". El primer tipo de
allí se entusiasma al saber que somos de Barcelona y me enseña fotos en
su iPhone de él en la Catedral y en el World Trade Center de hace dos
semanas. Dice que va a volver este mes para ver algún partido. Pues ya
ves, resulta que este palestino de Jerusalén va más al Nou Camp que yo.
Al que nos toma nota y nos llena la mesa de raciones de diferentes
cosas también le encanta Cataluña, pero es del Madrid, pobre.
Hemos pedido dos raciones de pollo a la plancha para mis
padres,
un nosequé kebab para mí y una mezcla de las dos cosas para Eva. Con
esto viene un plato de ensalada de pepino, otro de humus, otro de una
especie de humus de berenjena, otro de una picada picante de tomate,
otro de col lombarda, otro de chukrut y 6 panes de pita (y a lo mejor
me dejo algo). Precio con la bebida: 220 shekels (44 euros).
Y tras la comilona la morriña nos llama. Vamos al
hotel decididos a hacer la siesta y recuperar el sueño perdido.
Y prácticamente aquí se acaba el día. Sólo una pequeña
incursión
a cenar unas porciones de pizza (13 shekels por porción) por una puerta
de Jaffa que presenta el aspecto diametralmente contrario al de ayer
por la noche.