Día
13
(18/10/2011) Crucero por el Nilo: Kom Ombo y Edfú
Antes
Tal como nos lo explica el programa del crucero que hemos
contratado, este día zarpamos temprano con destino Kom Ombo, donde
visitaremos el inusual templo doble dedicado al dios cocodrilo Sobek y
al dios Haroeris. Tras comer a bordo, admiraremos el bonito escenario
del Nilo mientras navegamos hacia Edfú, donde descubriremos el enorme
templo dedicado al dios Horus. Visitaremos los coloridos bazares
locales y después tocará cenar y dormir.
Después
Pues en
el barco se duerme fantástico. No hay
ningún
problema de ruidos. Nuestro guía nos dio un papelito con el plan para
hoy y ponía bien claro que la primera visita es a las 9:30h, así que a
las 8:30h estamos desayunando en el buffet, donde podemos ver en una
ventana, que muestra parte bajo el nivel del agua y parte sobre él, que
estamos navegando hacia nuestro primer destino: Kom Ombo.
Nuestro guía - qué raro se me hace a mí eso de "nuestro guía"
acostumbrado a ejercer yo siempre ese papel -, Ayman, también está
desayunando
y nos esperará, pacientemente, a que todos estemos listos. Yo
espero
con él, conversando y fumando un cigarro. ¡Qué raro se me hace también
lo de fumar dentro del barco!.
Lo que no es raro es
que nos atosiguen los vendedores de... de cualquier cosa. El templo
está
ahí mismo, en el embarcadero, así que estamos haciéndonos fotos
enseguida. Me sorprenden las partes del templo, normalmente altas:
doseles, columnas, techos..., donde se pueden ver todavía los colores
originales. Esto te permite usar la imaginación para eliminar ese color
tierra de todos los templos y colorearlos para verlos como eran cuando
su uso no se limitaba al turístico, con el blanco como elemento
predominante.
El guía nos va dando las explicaciones ensayadas alrededor de
algún jeroglífico concreto de la pared. Está claro que son las mismas
para todos porque los guías de diferentes idiomas se suceden en cada
uno de los puntos, haciendo cola. Nosotros somos los últimos en todos,
pero al menos, y aunque no lo haya especificado antes, tenemos un guía
exclusivamente para nosotros cuatro. Cuando han acabado su manido,
aunque interesante, discurso recorremos a nuestro aire este pequeño
templo simétrico. Aquí hay un nilómetro que podemos contemplar con
detalle. Su importancia es más histórica que estética, ya que no es
más que un pozo con escaleras. Desde que se construyó la presa de Asuán
el Nilo ha cambiado por completo: ya no hay crecidas - con lo que estos
nilómetros han quedado obsoletos - y tampoco los famosos cocodrilos.
Ayman nos explica que se han quedado "detrás" de la presa.
Tras una aprovechada hora, volvemos al barco y, por fin,
tenemos tiempo libre para probar la
piscina, leer o, simplemente, echar la siesta o repanchigarse en las
hamacas, contemplando las singulares orillas del Nilo, con frondosa
vegetación, pero únicamente en los lindes del río, ya que,
inmediatamente después, en un trágico corte como hecho a
tijera,
el inmenso desierto de arena parece quedar contenido por esa línea
imaginaria, como el que ha dibujado una línea que la bestia no
puede cruzar.
Las habitaciones ya están
listas y nos han dejado unos cisnes
hechos con toallas como firma, ya hemos visto unos cuantos, pero no
dejan de gustar este tipo de detalles.
Bajamos
a
comer al buffet sabiendo que poco después tendremos la segunda
y última visita del día: el templo de Edfú. Yo ya sé que es un gran
templo dedicado al dios Horus y, como éste se representaba con figura
de halcón, nos encontraremos con halcones de piedra por todas partes.
Ayman nos interrumpió la explicación de la gran leyenda mitológica de
Osiris, su hermano Seth, su mujer Isis y su hijo Horus con un
"continuará en el templo de Horus en Edfú", mito que ya conocía, aunque
a muy grandes rasgos.
Poco después del cigarro de
rigor el barco comienza la maniobra de atracar y nos vamos preparando
para nuestra excursión.
Al desembarcar, nuestro
guía nos tiene preparada una calesa, que atravesará la ciudad, para
llevarnos al templo de Edfú, uno de los mejor conservados del país.
Por el camino hemos podido ver miseria. Edfú, que también es
el
nombre de la ciudad, se nos ha aparecido pobre y, al bajarnos, el
estado
del caballo, esquelético y repleto de enormes llagas sangrantes, nos ha
zaherido.
Por alguna razón que no comprendo estamos
solos. Yo esperaría ver, al menos, al resto de turistas de nuestro
crucero. El templo es grande y recorremos sus grandes salas una a una,
no sin antes haber escuchado el final de la leyenda de Osiris: no
podría decir
que acaba bien, pero mal tampoco.
Primero nos fotografiamos con los grandes halcones
que flanquean la
entrada, pero Ayman ya nos avisa que más adelante los hay mejores. Y
tiene razón.
Las salas tapadas están iluminadas y, al final de todo, nos
encontramos con la barca solar, que ya habíamos visto representada en
las paredes de este templo, aunque estos egipcios habían exagerado un
poco con el tamaño. Al parecer se usaba como nosotros hacemos con las
vírgenes (las de la religión, claro).
Estamos un buen rato recorriendo los rincones de las
diferentes
cámaras de este templo y cuando emprendemos la vuelta el sol está
bajando anunciando la proximidad de la noche. Al llegar al barco,
nuestro guía recibe una reprimenda por la hora. Al parecer
nos han estado esperando para zarpar, aunque yo sigo preguntándome qué
han hecho el resto de la gente porque la soledad en el templo ha sido
absoluta... y muy apreciada también. La gran ventana de nuestra
habitación nos permite disfrutar de la puesta de sol desde el río.
Esta noche es la fiesta más típica de estos cruceros: la
fiesta
de la chilaba. Esta velada fue la razón por la que nos compramos una
chilaba cada uno en Khan El Kalili, así que estábamos sobradamente
preparados para ella. Sin embargo, había leído que en los barcos
abusaban en el alquiler de estas
prendas hasta el punto de que era más caro que la prenda en sí. Yo he
podido constatar que
los precios no son exagerados, al menos en el Nile Style.
Tenemos claro que la fiesta comienza después de cenar, a las
21:00h,
pero nos entran las dudas al ver que casi somos los únicos que no
cenamos
disfrazados. Cuando bajamos cambiados nos reciben con una foto por
pareja y nos adentramos en la fiesta. Ayman está aquí para explicarnos
los detalles. Al parecer, esta fiesta se basa en una sucesión de
diferentes juegos que, en muchos casos, son por países, lo que nos hace
participar mucho, al ser sólo cuatro representantes españoles. Hay un
juego de baile, parecido al de las sillas musicales, aunque sin sillas.
Después Eva compite con los otros países (Alemania, Holanda,...) en una
demostración de baile del vientre. A mí me toca un extraño juego con
una patata colgada de mi entrepierna y en el que no consigo saber qué
he de hacer hasta que veo a los demás. Acabo último y me deja las
piernas hechas polvo.
Nuestro guía nos acompaña durante toda la velada y se asegura
de
que lo pasemos bien. A mí en particular, me ayuda bastante con las
ganas de bailar de Eva ;-).
Al finalizar los juegos puedes quedarte en la
discoteca, pero nosotros nos recogemos a descansar.