Día 15 (20/10/2011)   Luxor: Templos Karnak y Luxor


Antes   

Mapa de Luxor

   Esta mañana hacemos el checkout del barco, aunque podremos dejar las maletas para lo que será un día entero dedicado a la ciudad de Luxor.

   La visita principal será la de los templos de Luxor y Karnak, que no iba incluida en el crucero. Tendremos tiempo para el museo, la ciudad, un paseo a caballo e incluso, tal vez, Medinat Habu.

   Avanzada la noche nos dirigiremos al aeropuerto donde cenaremos y embarcaremos en nuestro vuelo a El Cairo, previsto para las 00:20. A la 1:30 llegaremos a El Cairo donde nos esperará un transfer de nuestro hotel para llevarnos a descansar al mismo.

   Las referencias en el mapa son:

0- Barco
1- Colosos de Memnon y centro de visitantes
2- Valle de los reyes
3- Templo de Luxor
4- Templo de Karnak
5- Medinat Habu
6- Ramesseum
7- Valle de las reinas
8- Aeropuerto

Después


   Tras el buffet del desayuno hacemos el checkout y cedemos el equipaje para que nos lo guarden en el barco mientras salimos a pasar el día fuera a nuestro aire. Tras un pequeño descanso de tres días, hoy vuelvo a ser yo el guía.

   La primera misión de hoy es encontrar transporte al templo de Karnak. En seguida nos abordan los caleseros y son dos niños los que nos persiguen regateando precios. Lo bajo hasta 40 EGP, que se que es más de lo que toca, pero acepto para que les quede algo a los dos chiquillos, que se ponen alegres y nos acercan su transporte, para ayudar a mis padres a subir. El caballo está en bastante mejor estado que el de Edfú.

Calesa en Luxor   Por el camino, el niño mayor - y por mayor me refiero a unos 10 años - comienza a preguntarme sobre mis planes para hoy. He descartado el ir a la costa Oeste, así que lo que no vimos ayer, no lo veremos ya. Le comento que vamos a Karnak para pasar toda la mañana, si encontramos algún sitio para comer por ahí, comeremos por allí, si no tal vez nos pasemos por el museo de Luxor o vayamos directamente al templo de Luxor, que como está junto al barco, será el final de nuestro trayecto. Él asimila este difuso plan y me propone ser mi transporte todo el día. Yo me sorprendo e intento ser más claro sobre nuestra primera visita: "Tal vez hasta comamos allí, así que podemos estar 3,4,5 horas o más. No lo sé". Pero se ve que me ha entendido. "Yo espero. Da igual 3,4,5 horas o mas. Yo espero". "¡¿Pero cómo vas a esperar de forma indeterminada hasta 6 horas?!". Y entonces me da la luz que necesito: "No bussiness. Yo espero".

   Resulta que no hay turismo, así que no hay negocio. Les resulta más rentable esperarme todo el día indeterminadamente que dar vueltas buscando clientes que no están. Eso me rompe los esquemas, porque había aceptado una ligera subida de precio para un trayecto de ida, pero ahora se va a transmitir a una tarifa para todo el día, que ya hemos hablado, de 100 EGP. Al menos hago un último intento, en el caso que aun no me creo de que nos esperen toda la mañana, para incluir la "obligada" propina en esos 100 EGP, que es aceptado.

   Cuando llegamos, intento pagarles los 40 EGP, pero no me dejan. Les digo que es para quedarme tranquilo, que si al salir están allí seguiremos con ellos, pero no me aceptan el dinero.

   Y en esas nos plantamos ante el tempo de Karnak. O más bien ante su entrada, pues aún no lo vemos. Una gran plaza delimitada por tiendas nos lleva hasta las taquillas para pagar los 50 EGP a cambio de la entrada, que ya estamos coleccionando como cromos. Una más.

   Después se abre un gran paseo repleto de vendedores ambulantes ofreciendo insistentemente la misma mercancía que hemos visto en todos los sitios. Ese ancho paseo se estrecha cuando llega a la avenida de las esfinges, preámbulo de la entrada del templo.

Avenida de las esfinges en KarnakAvenida de las esfinges en Karnak
















   Después llegamos a una antesala donde mueren las impresionantes filas de esfinges y aparecen columnas y esculturas. Karnak está siendo el templo en el que más gente hemos encontrado. ¡Los turistas estaban aquí!.

Templo de KarnakTemplo de Karnak




























   Y después, tras franquear los muros de piedra, llegamos al lugar más impresionante de este templo: la sala hipóstila. Un gran espacio cuadrado repleto de anchas columnas. Este es el lugar donde falla el primer intento de asesinato de "Muerte en el Nilo", la película basada en la obra de Agatha Christie. El segundo intento sí tuvo éxito, porque si no Poirot hubiera seguido de vacaciones.

   La concentración de estas columnas es espectacular y tan densa que a pesar de estar llena de gente se pueden conseguir fotos a solas.

  Un buen lugar donde sentarse y descansar admirando esta maravilla a la sombra, e incluso subir la mirada al techo y admirar los colores amarillentos originales.

Sala hipóstila de KarnakSala hipóstila de Karnak



























   Habiendo llegado a esta sala por la entrada lógica, tenemos dos salidas, la que está al otro lado de la entrada, o sea, recto, o la que está a la derecha. Escogemos esta última porque queremos dar una vuelta por la zona exterior, donde se encuentra el lago sagrado, transformado ahora en "ciénaga".

Por el templo de KArnakLago sagrado de Karnak
















   Esta zona, según la maqueta de la entrada o la reproducción de mi guía, era espectacular y enorme, con cuatro puertas en cuatro pilonos en fila, pero es la que está en peor estado. Los pilonos son esos muros simétricos en los que se situa la puerta - muy claro en la entrada de Edfú o Philae, por ejemplo -. Es una estructura típica del periodo "griego" de Egipto, que va tras el faraónico, una vez conquistado el país por Alejandro Magno y habiendo dejado al cargo a su amigo Ptolomeo y, posteriormente, a su descendencia.

   Pronto volvemos hacia la senda recta que habíamos dejado, pasando por la famosa escultura del escarabajo y el único de los tres obeliscos, que formaban un triágulo en este templo, que está caído.

Obeliscos en KarnakEscarabajo en Karnak
















   Sólo nos queda un imperdible de esta visita que se encuentra justo al final: la sala festiva. Es única de este templo y, aunque también se compone de filas de columnas, éstas son simples, pero de vivos colores. La sala está completamente techada y cerrada y muestra su colorido original, aunque ya agonizante.

Sala festiva de KarnakPor Karnak
















   Pues nos toca emprender el regreso por la parte interna del templo que nos saltamos en nuestro periplo exterior. También es preciosa con los obeliscos y unas altas columnas "enladrilladas". No podemos resistirnos, al ver que hay poca gente, a entregarnos de nuevo al descanso y contemplación de la sala hipóstila. Con el plan que tenemos para hoy, no tenemos ninguna prisa. Por eso, ya habiendo salido del templo, pero antes de salir del recinto, buscamos una terraza donde tomar algún refresco. Todas son caras, pero escogemos la de los precios más bajos, identificada por ser la que no está vacía y por la apariencia "mochilera" de varios clientes.

   Sopla una ligera brisa que hace que se esté tan a gusto que no queramos marcharnos. Cuando lo hacemos atravesamos la plaza sin comprar nada y preguntándonos si los niños estarán esperándonos ahí fuera, han sido más de tres horas. Cuando me estoy lamentando por no haberme impuesto para pagarles los vemos a lo lejos entre varios compañeros de oficio. Nos acercamos declinando ofertas de taxis y calesas, hasta que ellos también nos ven y traen el transporte hacia nosotros. El plan, que ahora sí cerramos definitivamente por 100 EGP, incluyendo la propina, es ir al Museo de Luxor, y mirar de comer por allí. Después de comer iríamos al Templo de Luxor donde acabaría nuestro trato.

Alrededores del Templo de Luxor   Conversamos con ellos mientras nos llevan al museo. Nos dejan en un callejón en obras junto a un enorme grupo de niños con uniforme escolar. No veo restaurantes. No parece que la zona sea muy turística. Esquivamos las obras hacia el río y, sólo girar a la derecha, tenemos la entrada al museo. El edificio es tan nuevo que me pregunto si lo habrán cambiado hace poco. La idea es hacer una visita rápida e irnos a comer en los alrededores del templo de Luxor, ya que aquí puedo comprobar que no hay oferta. Así, además, no "forzamos" a los niños a esperarnos mientras comemos. Sin embargo, cuando llego veo que la entrada cuesta 80 EGP. Me indigno, porque eso es casi lo que costaba Abu Simbel. Así que doy media vuelta y evito que mis padres acaben de sortear las obras. No merece la pena.

   Iniciamos el último trayecto en calesa con los niños preguntándome porqué no hemos entrado en el museo. Les explico sinceramente que no merecía la pena gastarnos el dinero de la entrada para estar tan poco rato porque, además, no podíamos comer allí.

   Cuando vemos el templo de Luxor, por el que ya pasáramos en nuestras compras vespertinas de ayer, el niño me pregunta por mis planes siguientes, buscando continuar con nosotros, pero ahora ya sí que es el fin. Le señalo donde está el barco para que entienda que ya no nos tenemos que mover más y nos despedimos.

   Es algo pronto para comer, así que hacemos tiempo en una joyería esperando al regateo de mi madre para llevarse un colgante de oro del busto Nefertiti, y por busto me refiero a su cabeza.

   Después paseamos por esa misma acera, repleta de restaurantes - hay incluso un McDonalds -, mientras el último templo egipcio que visitaremos se ve, omnipresente, al otro lado de la calzada.

   Justo cuando la oferta se relaja y aparece vegetación, un vendedor ambulante me ofrece tabaco, y tras regatear, le compro un par de paquetes de Marlboro. Él nos ofrece entrar en el restaurante cuya entrada está justo ahí. Como vemos una vasta terraza con sombra, nos metemos en él. Es el Restaurante Sindbad.

   En la terraza se está estupendo y los precios son realmente baratos. Estamos rodeados de gatos y el tío del tabaco no para de venir a preguntarnos, a todos, si estamos bien, y a mi en particular, si los cigarros me parecen bien. Un tanto extraño, pero acabamos comiendo los cuatro a base de pizza y pollo, con sus refrescos, por unos 200 EGP.

   Hacemos un poco de sobremesa, aprovechando que el tío del tabaco nos ha dejado en paz y cuando estamos listos cruzamos la calle para visitar el Templo de Luxor.

   La entrada está más al Norte de lo que parecía, ya que hay una cola de gente en una plaza circular para entrar en lo que parece el lateral del templo, pero cuando llegamos resulta ser una mezquita que está integrada en las ruinas, por encima de ellas. Es bastante sorprendente.

   Nosotros seguimos nuestro camino hasta la verdadera entrada, y tras 50 EGP por persona, añadimos un cromo más a la colección y comprobamos que hay más gente en la mezquita que en el templo. Al acceder al recinto tienes la avenida de las esfinges en frente tuyo, un bar y tiendas de souvenirs a tu derecha y el templo en sí a tu izquierda. Tomamos esta última dirección.

Templo de Luxor










   En la entrada, frente a las paredes frontales del templo, destacan dos colosos silentes y un obelisco. También había dos, pero los regalaron a Francia. El primero es el que está en la Plaza de la Concordia, y el segundo es el que está aquí, ya que el gobierno francés no se lo llevó al comprobar con el primero lo que valía el transporte de tal objeto.

   Luego, ya en el interior, la primera estancia nos muestra un recinto cuadrado delimitado por columnatas y esculturas. Tras otros colosos y la curiosa mezquita colocada ahí, haciendo equilibrio sobre un lateral, como el que monta una discoteca cúbica sobre la muralla de un castillo.

   Hacia la parte del final las columnas comienzan a ser estriadas, presentando un aspecto botánico y las paredes comienzan a desplegar su repertorio de relieves murales. Es un templo pequeño, en líneas generales, pero muy bonito, y la luz del ocaso le ayuda a mostrarse aun más bello.
 Templo de Luxor
Templo de Luxor
















   Cuando salimos el sol se está yendo y nuestros planes finalizando, pero aun nos quedan muchas horas que gastar antes de plantearnos siquiera partir hacia el aeropuerto. Nos volvemos al barco y ocupamos su sala de juegos, que siempre hemos visto vacía. Hay una selección de juegos de mesa, pero nosotros nos traemos nuestras propias cartas para echar unas partidas.

   Esperamos hasta las 20:00h para pedir que llamen a un taxi para el aeropuerto. Cuando llega, le damos propina a los porteadores que nos llevan las maletas hasta el mismo y partimos, dejando atrás el barco que nos ha albegado tres días, pero también Egipto, practicamente. Nos queda una breve visita, pero es ahora cuando tenemos la sensación de estar volviendo a casa.

   Cuando hemos facturado las maletas y nos plantamos en las puertas de embarque, que son cuatro, son las 21:00, con lo que nos quedan tres horas y media - para embarcar, cuatro horas para despegar - que gastar en una gran sala llena de asientos y donde hay: una cefetería con comida, de estas de poner en una bandeja y pagar al final según lo escogido; una tienda de souvenirs baratos, otra de souvenirs caros y una sala, montada como si fuera la terraza de un bar, de fumadores. Esto es todo el aeropuerto. ¡Al menos tengo todo lo que necesito!. Compro, por 160 EGP, un trozo de pizza, un agua, unos sandwiches, una caja de bombones, una caja de galletas rellenas de higo y otra rellenas de dátil. Los dulces serán para llevar.

   Nos ponemos a cenar y después vemos la tele, que nos ofrece los goles de la liga inglesa como única opción. Mientras, embarcan los del penúltimo avión del día, que también va a El Cairo, pero a las 22:30h. Nos quedamos solos.

   Y así será hasta media hora antes del embarque, cuando empiecen a aparecer nuestros compañeros de viaje. El vuelo es corto y sin incidencias y mientras esperamos para las maletas en el aeropuerto de El Cairo, yo me asomo para asegurarme de que nos esperan para llevarnos al hotel. Así es. Nos llevan con rapidez dado el poco tráfico de la madrugada y nos plantamos ante un gran edificio que, por sí sólo uno diría que ha sobrevivido a un bombardeo contra la ciudad de milagro: la fachada se cae a trozos y no queda un cristal entero; pero puesto en su entorno no desentona, ya que el resto de edificaciones están igual o peor.

   Un ascensor nos lleva a la planta 15, donde un empleado del Hotel Isis nos ayuda a subir el piso que queda para llegar a la planta donde tienen una sala común con la recepción y las habitaciones.

   Tal como había leído, el interior es muchísimo mejor que el exterior. Las vistas son alucinantes y las habitaciones son amplias y limpias. Además, el Museo egipcio está aquí al lado. Es lo que necesitábamos.

   Contra todo pronóstico, estamos acostados poco después de las 2:00h.