El punto principal de hoy es la visita a las pirámides de Giza. Ya
estamos alojados cerca, precisamente por esto. Las visitas opcionales
sería ampliar el tour a Saqqara y/o Dahshur.
Después
comeríamos en el hotel o cerca y haríamos tiempo hasta la hora del tren
nocturno, que pillaríamos en la misma estación de Giza, a las 20:00h.
Las referencias en el mapa son:
0- Hotel Oasis
1- Pirámides de Giza y esfinge
2- Saqqara
3- Dahshur
Después
Otro día que no nos comportamos a la hora de salir
del
hotel temprano. Entre varios temas que finalizan en el checkout y en un
taxi del hotel llevándonos a las pirámides por 45 EGP, entramos al
recinto monumental sobre
las 11:00h. Ya he eliminado la visita a Dahshur, pero espero hacer la de
Saqqara.
La entrada al área de las pirámides de
Giza es de 60 EGP por persona. Una vez dentro la presión vendedora es
brutal y, aunque se nota la bajada del turismo,
precisamente aquí
tiene un giro negativo: hay más buscavidas que turistas, con lo que a
los pocos que estamos nos tienen más agobiados. No nos dejan un segundo
solos, aunque busquemos apartarnos siempre tenemos algún "camellista" o
vendedor siguiéndonos. Hay miles de trucos, desde casi obligarte a que
les hagas una foto para luego querer cobrarte (insistiendo en hacerte
posar buscando
el juego visual de tocar la punta de la pirámide con el dedo) hasta los
que te ponen
algo en la mano diciendo que es un regalo y te persiguen incansables
hasta que se lo vuelven a llevar. Llegamos a la conclusión de que vamos
a tener que convivir con ello y hacemos la visita como podemos, sin
llegar a disfrutarla del todo.
Toda persona aquí va
a querer que le des dinero: los que te piden la cámara para hacer una
foto, los policías turísticos que te indiquen cualquier cosa, ...
incluso un vigilante me rectifica cuando quiero salir de un recinto y
me hace pasar por un sitio equivocado, cuando me doy cuenta vuelvo a ir
por donde quería salir, pero él me pide dinero por haberme indicado
erróneamente.
Teniendo en cuenta esto como entorno, rodeamos las
tres
pirámides
desde su base, primero la de Keops, o Gran pirámide, luego la de
Kefrén, que es la única que conserva el revestimiento original en la
punta y después la pequeña Micerinos, donde pillamos dos calesas para
que nos lleven al mirador. Un lugar alejado desde el que tener la vista
de las tres juntas, algo imposible cuando estás cerca de ellas. Acerca
de mi sensación al contemplar las pirámides, he de decir que la de
Keops es realmente enorme, como una montaña, la de Kefrén no le va
mucho a la zaga, pero la diferencia de tamaño con Micerinos es mucho
mayor de lo que parece, pareciendo ridícula en comparación con sus
hermanas mayores.
Después nos llevan a la esfinge, pero me doy cuenta del error
que
he cometido en la ruta cuando veo que la esfinge, que ya sabía que
quedaba algo alejada, está en la misma salida, así que volvemos al pie
de la gran pirámide para ver la barca solar que enterraron para que el
faraón pudiera llegar a los cielos. 50 EGP por cabeza para entrar y 100
EGP por las dos calesas, que terminan aquí su servicio.
Luego bajamos andando hasta la esfinge y, tras unas cuantas
fotos, emprendemos la salida, pero antes cerramos el trato con un
taxista que nos ofrece llevarnos a Saqqara, y de allí a la Ciudadela de
Saladino por 120 EGP. Este taxista se debió jubilar por edad hará unos
veinte años, pero ahí está esperándonos fuera del recinto.
Iniciamos el trayecto a Saqqara alrededor de las 13:00h y
todavía
no sé cómo me lo voy a montar para comer si la ciudadela cierra a las
17h. Nos ponemos en el recinto histórico de Saqqara un poco antes de
las 14h en un recorrido que nos muestra, aún más, las miserias
del
país. La basura se amontona en las calles y en los canales y hay gente
viviendo sobre ella.
Pagamos los 60 EGP por persona
de la entrada, más 2 EGP para que pase el taxi, que nos sube hasta el
pie de la pirámide escalonada, que está en reformas. Ésta es la
pirámide más antigua que queda en Egipto y nos muestra un eslabón en la
evolución de la construcción de estos monumentos funerarios.
Visitamos las tumbas de los persas y el recinto funerario de
Zoser para acabar el círculo pidiéndole al taxista que nos acerque al
Serapeum y la pirámide de Teti.
En esta última pirámide es donde tenía decidido entrar con
mis
padres, ya que el camino es más sencillo que el de las demás y el
interior más espléndido.
En seguida un chico se
apunta a hacernos de guía sin pedirlo, nos alumbra con linterna durante
la bajada y el trayecto recto que hay que hacer en cuclillas. Dentro
hay tres pequeñas cámaras repletas de escritura jeroglífica con el
sarcófago de granito negro del emperador Teti.
Ya no hay tiempo para más, pasan un poco de las 15h y salimos
de
vuelta a El Cairo a ver la ciudadela. Llegamos a las 16h, muy cansados
y tan hartos de soltar dinero que cuando vemos que nos cuesta otros 200
EGP la entrada de los cuatro a la ciudadela para una hora, damos media
vuelta y pillamos un taxi al hotel. Este cansancio viene de
sacar
un día del plan original para visitar Atenas, por lo que hemos tenido
que hacer en un día lo que en principio estaba para dos. Comeremos allí
y así seguro que salimos a tiempo para la estación de tren.
Y así es, más o menos. El enorme plato de spagueti a la
boloñesa
sacia el hambre y a las 18h estamos preparados para salir a la
estación. Vamos muy bien de tiempo teniendo en cuenta que el tren sale
a las 20h. Pero no, ahora nos topamos con el tráfico en la hora punta
de un día laborable y eso hace que pasemos en el taxi más de una hora
y media, llegando a temer por llegar a tiempo y con el terror a no ver
alternativa a perder este tren. Encima, en el único tramo en el que se
podía circular por la autopista el coche se para un par de veces,
necesitando el conductor tocar algo del motor para volverlo a arrancar.
Al final todo sale bien y nos ponemos en el primer andén,
cerca
del pilar 3, que marca el número de vagón que tenemos marcado en el
billete.
El mayordomo de nuestro vagón nos sube las
maletas y nos pillamos los compartimentos más cercanos a la puerta de
ese mismo vagón.
Como hemos comido tarde la cena
nos viene de más, con el aliciente de que no está tan mal o seca como
había leído, más al contrario, tenemos un bol de arroz, otro de carne
en salsa, tipo fricandó, y algo parecido a tortilla de patatas. Las
bebidas se pagan aparte.
Con una facilidad
extrema, el mayordomo transforma los asientos en dos camas y nuestro
agotamiento nos transforma a una velocidad similar de
despiertos a
dormidos.