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Día
17
(22/10/2011) Atenas: Acrópolis y Plaka
Antes

Día entero para dedicar a la visita de Atenas. La primera
sería
al Museo arqueológico, que cuando estuvimos aquí me quedé sin visitar.
Después iríamos para la Acrópolis, pasando también por el templo de
Zeus Olímpico.
Las referencias del mapa son:
0- Chic Hotel
1- Acrópolis
2- Museo arqueológico
3- Templo Zeus Olímpico
4- Parlamento
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Después
Hoy les voy a enseñar Atenas a mis padres en 24 h.
Eva se nos unirá a la hora de comer.
Tras el desayuno salimos del hotel sobre las 9:30h para
pillar el
metro en Omonia y bajarnos en Akropolis. Esta estación ya es una visita
de por sí al presentarse como si fuera el ala de un museo.

Nuestra intención es visitar primero el templo d
Zeus Olimpico y comprar allí la entrada polivalente de 12 €.
Así lo hacemos y enseguida, tras pasar por el arco de
Adriano,
entramos en el recinto del templo. En realidad sólo quedan unas pocas
columnas, pero son tan magníficas que el templo tuvo que ser
espectacular.
Otro aliciente para venir aquí
primero son las fantásticas vistas de la acrópolis, que parece
contemplarnos desde las alturas.
 
Desandamos el camino para pasar de largo la estación de metro
y
adentrarnos en la avenida que nos llaverá hasta la Acrópolis, pero las
tiendas se convierten en un gran obstáculo ya que mi madre no puede
evitar pasarles revista.
Tomamos un helado
esperándola y es que el tiempo acompaña. La temperatura no es de
verano, pero el sol hace su trabajo en un cielo tan despejado como éste.
Cuando estamos pillando un camino entre árboles nos
encontramos
con la entrada al Odeón de Herodes Ático. Cuando visité Atenas en el
2007 me tuve que conformar con ver este magnífico teatro desde arriba.
Paseamos ante él y luego tomamos la subida donde, poco antes de llegar
a la entrada e la Acrópolis, tenemos las vistas que ya conocía del
Odeón.
 
Ya una vez franqueada la entrada gracias al ticket que
compráramos antes, subimos los escalones para llegar a lo alto de la
Acrópolis, donde nos espera el Partenóno, en eternas reformas, y el
Erecteión, con sus famosísimas cariátides.
 
 
Al salir, esquivamos las visitas al Ágora para meternos
directamente por Plaka hacia donde hemos quedado con mi mujer: en la
plaza Monastiraki. Las calles son pintorescas: estrechas y empinadas y
como vamos bien de tiempo nos permitimos recrearnos en ellas.
 
Una vez reunidos, nos distraemos por las tienda de alrededor
del
ágora romana y la biblioteca de Adriano. Estas tiendas están repletas
de reproducciones de cualquier escultura de la Grecia clásica.
Mientras nos esperaba, a Eva le han dado algún consejo sobre
dónde comer. Yo ya recordaba que por esta zona la oferta de
restaurantes era amplia, pero se ve que, apártandose sólo un poco de la
zona turistica se puede comer mejor en calidad y precio, así que nos
adentramos por un callejón, que nos lleva a una plaza donde elegimos
comer en la terraza de un pequeño restaurante: Oraia Penteli.
La mujer habla castellano y todos pedimos un plato de
Mousaka. Se
han visto influenciados por mi discurso acerca de que estaba deseando
rememorar
la degustación de una Mousaka auténtica, que tan grato recuerdo me
había dejado.
Cuando probamos el contenido del gran plato que nos han
servido
agradecemos que la ración sea tan amplia. Delicioso.
Mientras esperamos los postres un niño se nos viene a cantar
una
canción de la que no entendemos la letra pero que debe ser tan triste
que nos emociona, ganándose el donativo.
Paseamos para bajar la comida en dirección a la
plaza Sintagma.
Recorremos toda la calle de Ermou para alcanzar nuestro
objetivo,
pasando por las tiendas de moda y los puestos ambulantes. Esta calle
tiene un gran ambiente y el recorrido se hace muy ameno.
Al acercarnos a la plaza
Sintagma, donde se erije el edificio
del parlamento ante el que se representa un curioso cambio de guardia
cada hora en punto, nos llama la atención un detalle en las entradas de
los lujosos hoteles. Los normalmente inmaculados escalones de mármol
blanco muestran "desnudez" en algunas zonas. Algunos de ellos aparecen
como si les hubiera sacado parte del mármol "a bocaos" y a otros apenas
les queda. Entonces nos vienen a la mente las imágenes de las
manifestaciones en Atenas protestando por los recortes.
Esas imágenes eran de esta zona, y las piedras que los
manifestantes tiraban a la policía tenían que salir de algún sitio.
¡Qué brutos!.
Cruzamos la calzada para llegar ante la
tumba del soldado desconocido y las dos garitas con los guardias.
Faltan un cuarto de hora para las 18h, así que no tendremos que esperar
mucho. En este lugar también abundan las palomas.
Cuando lega la hora aparece el oficial con los dos guardias
de
relevo y, mientras efectúan el desfile con esos movimientos de pies tan
característicos - y tan poco militares - las risas del público aparecen
por otra razón. Resulta que desde el principio, dos perros callejeros
andaban jugando alrededor de los guardias, sin distraerles, pero
ofreciendo la sensación de que algo podía pasar. Y cuando se van, de
repente, aparece uno de ellos, pilla el ramo de flores que está sobre
la tumba al soldado desconocido y sale pitando con el. ¿Son para su
novia?.
 
En la foto de la izquierda se llega a ver al perro en medio
del
espectáculo. Eva y yo ya habíamos visto este cambio de guardia, pero lo
que no hicieron cuando estuvimos es, una vez finalizado, dejan a los
gaurdias junto a las garitas, de pie, sin pestañear, y el oficial que
los ha traído se dirije al público para decir que ya se pueden hacer
fotos con elos, pero que de uno en uno.
Pues nada, como somos turistas, aprovechamos la
invitación.
Un paseo más y llegamos al hotel donde descansaremos hasta
mañana, que toca madrugar para dar el último paso de este increible
viaje.
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