Nos levantamos temprano pero cuando el cuerpo
decide. Voy a desayunar con el equipo de snorkel preparado para el tour
de las mantarrayas, pues he de estar ahí sobre las 8:30h, aunque el
tour es a las 9h. Hoy el sol no se ha presentado y las nubes oscuras
anuncian algo de lluvia.
A pesar de la llovizna haremos la excursión y me
despìdo de Eva, que tiene hora en el Spa mientras yo me voy a nadar a
aguas abiertas. Nos explican que las mantarrayas son grandes, pero
inofensivas, aunque sorprendentemente rápidas. El consejo es que no
tratemos de perseguirlas porque no tenemos nada que hacer. Con nosotros
vienen dos guías: uno que buceará con nosotros y otro que hace de vigía
oteando el mar desde el lugar más alto de la lancha.
No somos los únicos, hay más barcos con turistas
buscando lo mismo, así que la primera aproximación es la más sencilla:
ir donde están las barcas. Pronto asoma una especie de aleta negra. Ya
hemos localizado a una, pero entre que saco la cámara y hago una foto
sólo pillo parte de la espuma que deja al ocultase. Sin embargo, la
tarea es más difícil de lo que parece y, entre que nos preparamos para
bajarnos al mar, la manta ha desaparecido, así que no llegamos a bajar.
Aunque otros grupos sí lo hacen.
Seguimos buscando, atentos al nuestro vigía que
escrutina el mar desde lo más alto que puede. Tardamos una media hora,
en la que nos alejamos de los otros grupos, hasta que al final localiza
de nuevo al animal. Nos explican que otras veces han encontrado grupos
de mantarrayas, pero hoy sólo hay una. Cuando nos dan la señal para que
nos tiremos al agua aparece la manta por encima de la superficie
mostrando sus tres metros de longitud y regresando al mundo submarino
al que pertence con gran estruendo y espuma. Nos dicen que es algo muy
inusual. Yo interpreto el gesto como un "Dejadme en paz" al coincidir
con la llegada del resto de barcos a ese punto. Tal vez la estemos
agobiando, pero ahora toca seguir haciéndolo cuerpo a cuerpo.
Ya en el agua, vamos en grupo, liderado por
nuestro guía, e intentando descubrir alguna silueta entre las oscuras
aguas ya con la cabeza metida en el mar. Debajo se ve el fondo blanco y
grandes peces. No habrá más de 20 metros de profundidad.
Y aparece. Por la izquierda, entre las aguas
oscuras, su silenciosa presencia sólo se delata por el blanco de su
morro, ya que su gran cuerpo oscuro queda más disimulado a esa
distancia. Es un paso fugaz ante nosotros, a unos 10 metros, para
alejarse definitivamente por nuestra derecha. Me queda la duda de si he
conseguido pillar algo con la cámara en lo que he tardado en arrancar
el video y apuntar. Luego veré que no, que todo lo que traigo son fotos
y videos que podría titular como "hace un segundo había una mantarraya".
La experiencia ha sido emocionante, pero
decepcionante por corta. Hay gente que la ha podido tocar, pero también
hay muchos grupos que ni tan si quiera han conseguido ver una de lejos.
Nos quedmos con eso. Supongo que éta es la razón por la que el tour
comprende una sesión de snorkel en el arrecife local de la isla de
Komandoo, ya que ese no se mueve y la experiencia está garantizada.
Paramos cerca de la isla, cuando podemos ver
perfectamente su hilera circular de water villas, y bajamos a disfrutar
de su arrecife, mucho más bonito que el nuestro, el de Kuredu.
El tour dura unas dos horas y media y en ningún
momento nos ha hecho sol hoy, aunque sí hemos buceado con lluvia, pero
poco ha importado en nuestra experiencia submarina.
Cuando llegamos sigue chispeando, lo que deja las
playas de Kuredu vacías. Yo, tras pasar por el bungalow, paseo por
nuestra calita llena de rayas y tiburones mientras el día mejora.
No sé si será una impresión mía, pero me parece
que hoy hay más vida que nunca en la playa.
Cuando por fin estamos listos salimos a comer.
Ahora hace sol pero estamos muy agradecidos de haber cambiado el día de
la Experiencia Robison Crusoe ya que, aunque no sepamos que tiempo hará
mañana, hoy habría quedado desmejorada.
Al llegar al buffet nos encontramos que ya no
podemos unirnos a él porque hemos rebasado la hora en 10 minutos. Aun
hay gente sirviéndose, pero habíamos olvidado que sólo hay hora y media
para comer: de 13h a 14:30h.
Ante la alternativa de quedarnos sin comer nos
metemos en el más famoso de los restaurantes a la carta de la isla:
Franco's. Un restaurante italiano donde nos saciamos con dos riquísimas
pizzas por 25$ en total. Nos temíamos que sería caro y agradecemos
estar equivocados.
Llegamos a nuestro bungalow con la llovizna que
sólo significaría que se pasaría el resto de la tarde y noche
lloviendo. Ante este panorama pasamos la mayor parte del tiempo en
nuestra habitación, aunque usamos los dos paraguas que vienen con la
habitación para salir un par de veces: una de tiendas y otra, ya de
noche, a cenar.
No lo hemos comentado todavía, pero las cenas son
siempre temáticas. Igual que ayer era de cocina oriental, hoy el tema
es la cocina mediterránea, lo que se traduce en mucha pasta, mousaka y
ensalada con queso feta.
Antes de salir a cenar recibimos la visita de la
garza, que parece tener un claro lugar favorito para cenar a pesar de
la lluvia.