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Día
16
(1/11/2014) Kuredu
Antes
Día de solaz relax en Kuredu hasta que llegue la hora de
subirnos al hidroavión para despedirnos de esta maravilla desde el
aire, camino a Malé.
Tenemos el vuelo de vuelta a casa casi a
medianoche, a las 23:50h. Esperamos salir de Kuredu lo más tarde
posible.
Después sólo quedará una escala de dos horas y media en
Estambul
y la llegada al aeropuerto de Barcelona prevista para las 10:45h
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Después
Hoy no hay prisa por levantarnos, ya no es que sea el día
que nos vamos, es que además no ha parado de llover y no apetece salir.
El horario del desayuno es de 8 a 10:30 y aparecemos cerca de su hora
final.
Después tenemos tiempo para ultimar nuestra salida. Una carta que
nos entregaron ayer en la habitación nos dice que debemos abandonarla
antes de las 12 PM, dejando nuestro equipaje en la puerta para que se
encarguen de llevarlo directamente al hidroavión. Tenemos ese vuelo a
las 15:30h, habiendo de hacer el check in media hora antes.
Ya sin habitación nos dedicamos a explorar los rincones de la
isla que no habíamos visto, acompañados siempre de los paraguas, como
la larga lengua de arena con la que finaliza la isla, como si fuera una
estela que dejara al desplazarse, y que nunca la habíamos podido ver
vacía como ahora con la llovizna.
A pesar de haber hecho el check out, nos dejan mantener la
pulsera, con lo que tenemos el todo incluido hasta que nos vayamos. Lo
aprovechamos para ir a comer y, más tarde, para aprovecharnos de la
merienda que ponen por la tarde y que, hasta ahora, siempre habíamos
obviado.
Durante este intervalo nos indican que el hidroavión saldrá más
tarde y hacemos tiempo con el billar. Los recintos cerrados están más
concurridos que de costumbre un día como hoy de lluvia continúa.
Agradecemos que nos hayamos encontrado con un día así justo al irnos.
Al final nos subimos al hidroavión alrededor de las 16:30h e iniciamos nuestro camino de vuelta.
La luminosidad de la tormenta nos da otros colores para las islas
y arrecifes que vemos desde la ventanilla del hidroavión. Como estoy
constantemente mirando el exterior me doy cuenta de que estamos dando
vueltas en círculo cuando veo el mismo resort por tercera vez, y habrá
una cuarta, y una quinta...
Al final amerizamos en él, algo tan extraño que requiere de una
explicación de la piloto: el aeropuerto doméstico de Male está cerrado
debido a la tormenta así que nos vemos obligados a esperar. Está cerca,
nos dice. Podemos salir del avión a la plataforma de madera de esta
isla, pero no podemos ir a ella, pues no somos clientes de este resort.
Ante el pequeño espacio del hidroavión la mayoría salimos al
exterior y, ante la lluvia, los pasajeros usan en ala para refugiarse
del agua, dejando una imagen singular.
Cuando nos dicen que ya podemos seguir volvemos a ocupar nuetros
asientos. Yo voy tranquilo pues nuestro vuelo es casi a medianoche,
pero sé que los hidroaviones no pueden volar de noche y la marcha del
sol me hacía pensar que al final tendríamos que llegar al aeropuerto en
lancha.
Esto ha eliminado cualquier opción de visitar Male que tuviera en
la cabeza. Aterrizamos practicamente de noche y cambiamos de terminal
hacia la internacional, que está bastante llena de gente.
Dejo las maletas grandes en un almacén de equipaje por 150 MRF,
porque pago en moneda local. El resto lo usamos para comer algo y para
gastarlo en souvenirs. Fuera parece que la tormenta va a peor, pues
cualquier mobiliario cerca de la salida está completamente mojado.
No será hasta las 22h que decidamos recuperar las maletas y hacer
la cola para pasar los controles de seguridad antes de los mostradores
de facturación. Después, la zona de las puertas de
embarque es pequeña y está llena de gente, pero aun así nos hacemos con
dos asientos. No parece que haya mucho que hacer más que esperar en tu
asiento hasta que descubro unos ordenadores en la pared que me
sorprenden gratamente con ¡internet gratuita! Con eso la espera se me
hace cortísima.
La vuelta no presentará incidencias
y concluiremos así un extraordinario viaje con dos etapas bien
diferenciadas y magníficas las dos. En Maldivas ya nos lo esperábamos,
pero en India teníamos serias dudas de lo que nos íbamos a encontrar
pero ha excedido sobradamente mis expectativas más optimistas.
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