Este día estará dedicado íntegramente a la visita de los
puntos de interés a las afueras de Jaipur.
Podremos llevarlo a cabo fácilmente gracias a que
el hotel nos incluye un coche con conductor.
La prioridad y, probablemente nuestra primera
visita del día, será el Fuerte Amber. A la vuelta podremos disfrutar de
las vistas del palacio en el lago, el Jal Mahal.
Tras un buen desayuno estamos listos para que el
chico de
ayer, Khan, nos recoja a las 9h. Salimos de la ciudad rosa hasta la
localidad de Amber para visitar su famoso fuerte.
Khan nos para junto al lago para que
inmortalicemos las
vistas del fuerte desde aquí. Hemos de llegar por aquí cuando volvamos
y él nos estará esperando, pero como hemos decidido subir en elefante,
nos lleva al lugar adecuado.
El elefante tiene un precio fijo de 900 Rs y nos
subimos a
uno escapando de la intensa presión de los vendedores. Sin embargo, no
nos libramos pues continúan gritando sus ofertas bajo el elefante
mientras subimos. Haber dicho "no" cien veces no sirve de nada y
corrompen un poco la experiencia. De todas formas, la subida es
espectacular, con las empedradas calles y los muros como entorno, y las
vistas, que van mejorando con la subida, como extra.
Ya arriba sacamos las entradas por 200 Rs cada una
y
huimos definitivamente de todos los vendedores entrando al recinto del
fuerte.
Los edificios nos recuerdan a los ya vistos ayer
en el
palacio: con estructuras con arcadas y plantas de niveles
desiguales, aunque aquí tienen un aire propio que los hace diferentes.
Hay puntos espectaculares.
En todo momento buscamos la sombra. Cuando ya
intuimos el
final de la visita una música nos atrae. Viene de un encantador de
serpientes que cesa su actividad cada poco tapando la cobra en su cesto.
En un momento de descanso hace un gesto a los
presentes
ofreciendo un lugar a su lado y yo no me lo pienso dos veces. Allí
puedo
descubrir que él toca la flauta hasta que la cobra deja de mirarle. En
mi caso fue cuando ésta se gira hacia Eva, entonces interpone
la tapa
a su visión y la cierra. Puedo ver como la cobra ataca la tapa del
cesto con su fatal, pero ahora fútil, mordedura.
Salimos por la que nos indican como "car park exit"
pero
pronto
vemos que el aparcamiento en cuestión está aquí arriba y no es donde
nos esperan. Como eso es junto al lago, allá abajo, seguimos el camino.
No me acaba de cuadrar que seamos los únicos peatones y tampoco que
estemos en la parte opuesta al lago, pero tengo la esperanza de que una
vez abajo encontremos fácilmente la salida que nos indicó nuestro
conductor.
Eso no pasa, aunque sí encontramos la tienda de
souvenirs
con mejores precios hasta ahora y, más adelante, un genuino paseo
atravesando el pueblo entre elefantes, vacas, cerdos y locales.
Sin embargo, cuando ya llevamos un rato y
la
carretera deja
el pueblo hacia un lugar desconocido tenemos claro que no es el
camino correcto, así que paramos un rickshaw para que nos lleve por 100
Rs, aunque ya fuera ocupado con una joven india que se acurruca en su
lado para dejarnos sitio.
En el camino de vuelta Khan nos dice que Galta es
la
visita que queda más cerca de las que tenemos y a allí nos lleva, pero
antes hacemos una breve parada en un paseo con buenas vistas al Jal
Mahal, también conocido como "Water Palace" (Palacio de agua) por
motivos evidentes.
Llegados a Galta, nos asignan un chaval con la
excusa de que como es
de allí
los monos no atacarán, con la referencia de que sólo habrá que darle la
voluntad, y comenzamos la subida. El calor no lo hace fácil y el chico
nos explica cosas como si estuviéramos allí por los monos.
En la cima, nos señala una casita blanca y nos
dice que
ese es el templo de los monos y nos propone volver. Ese es el momento
en el que le hago saber que sé muy bien cuál es el templo y que yo no
he venido por los monos, sino por el paisaje. Resulta que el templo en
cuestión está algo lejos allá abajo y que la subida de vuelta se
adivina criminal, por lo que deduzco que su actitud se ha debido a que
se la quería ahorrar. Lo demuestra cuando Eva dice que no se ve con
fuerzas de hacer ese trayecto y él propone acompañarla al coche y que
yo
me chupe sólo ese esfuerzo. Al parecer el ataque de los monos ya no
preocupa.
La bajada es sencilla y cuando llego me recibe un
hombre
que se presenta como el sacerdote del templo a Hanuman, el dios mono, y
me muestra lo que ellos presentan como una imagen natural en el relieve
de la roca del dios, que han resaltado con pintura naranja. Rechazo que
me ponga una pulserita de hilo mostrando que no visto abalorios pero
acepto que me dibuje el punto en la frente. Los monos se asoman
curiosos por la puerta del templo.
Obviamente me acaba pidiendo una ofrenda monetaria
y le doy
50 Rs para la causa. El cambio del billete de 100 se va en el ticket de
50 Rs que ya conocía para poder hacer fotos en el recinto, cuya entrada
es gratuita.
Este lugar me hace sentir especial, como Indiana
Jones
entrando en una ciudad aislada del mundo. Paso entre muros centenarios
junto a monos y alguna vaca. Unas estrechas escaleras bajan junto al
templo enclavado en el hueco de este desfiladero. La primera abertura
del muro muestra a varias mujeres tomando sus baños en este agua
sagrada para ellas y varios chiquillos se me acercan y actúan como si
viniera de otro planeta: me miran sonrientes y todos quieren tocarme y
hablar conmigo aunque no haya forma de entendernos. Los únicos hombres
adultos por aquí son gurús, con barbas y cabellos blancos y largos y
unos austeros ropajes.
Finalizo esta visita tan especial enfrentándome a
la
subida rompe-piernas bajo este calor que hace que vuelva chorreando.
La voluntad para el chico resultan ser otras 50 Rs.
Él pide
más, pero calla cuando le recuerdo que nos ha intentado engañar.
Nuestra última visita del día es a Gaitor, las
tumbas reales y para allá vamos.
Tardamos un poco más en llegar, pero la visita es
rápida.
Tras pagar 30 Rs cada uno entramos a explorar las tres secciones de
cenotafios. Estamos solos, lo que en este país es un regalo.
De nuevo conseguimos estar para comer en el hotel,
sobre
las 15h, tras despedirnos de nuestro amigo, que ha sido una bendición
en una ciudad donde todos parecen estar para sacarte lo máximo.
Hoy buscamos descansar de picante y remoloneamos en
la
habitación hasta nuestra hora de acostarnos. Aunque justo entonces
oímos los petardos fuera y nos asomamos para ver algo de los fuegos
artificiales. El Diwali ya está aquí.