Este día visitaremos lo que nos falte por ver en Varanasi y
disfrutaremos de las imágenes que nos traiga el río Ganges hasta que
llegue la hora de ir al aeropuerto a tiempo de embarcar en nuestro
vuelo a Kolkata de las 17:50h.
Unas dos horas más tarde llegaríamos a la segunda
ciudad más grande de India, conocida antiguamente como Calcuta.
Como quedamos ayer, a las 5:30h estamos en la
recepción
del hotel para nuestro paseo en barca. Nos extraña que nos hayan
convocado tan temprano, pues aún está muy oscuro. No hemos de pagar
nada, pues forma parte del tour que contratamos ayer.
Nos montamos en la barca y vemos como el amanecer va dando
luz a
la magnífica orilla del Ganges en Varanasi. El río muestra los restos
de las ofrendas entregadas anoche y en la orilla opuesta a la ciudad,
que está compuesta por un vasto bancal de arena, se concentran las
actividades festivas, con los fuegos artificiales y petardos, que no
han
cesado en toda la noche, pero que ahora agoniza.
Bajamos hasta el ghat crematorio Harishchandra. La actividad
ya
es frenética en estas primeras horas de luz y se concentra en
determinados ghats, mientras que otros están prácticamente vacíos.
No paramos de hacer fotos pues estamos viviendo un
momento muy especial, con paisajes soberbios.
Nuestro barquero nos sube hasta Manikarnika y de ahí vuelve
a
bajar, pero esta vez para finalizar este maravilloso viaje, que ha
durado una hora exacta.
Tenemos unas tres horas
para desayunar, dejar el equipaje y descasar en nuestra fantástica
habitación antes de hacer el check out y salir a nuestro tour.
Hemos contratado el tour de día entero a pesar de saber que
no lo
podemos hacer, pero con el descuento del 15% por ser dos nos sale más
barato que el de día entero y así podemos pedir que nos lleven al
aeropuerto después de comer. Supongo que tarde o temprano revisarán
estos precios.
A las 9:30h estamos con nuestras
maletas en recepción y hacemos el check out que se liquida con 3500 Rs
por la habitación, 800 Rs por la recogida en el aeropuerto y
2380
Rs por el tour.
Cuando llega nuestro joven guía,
más cerca de las 10h, le seguimos a él y a los dos mozos del hotel que
llevan una maleta cada uno sobre sus cabezas por entre las callejuelas
de la ciudad antigua hasta la gran rotonda donde ya se permite el
tráfico y donde nos espera nuestro coche.
La
primera visita, y al parecer la más lejana, es a Banaras Hindu University. Allí
nos encontramos con un gran campus, limpio y con mucha zona verde. Nos
explican que suele ser un lugar muy activo con pocas excepciones, pero
hoy, el día siguiente a Diwali, es una de ellas.
Dentro del campus nos bajamos para visitar el New Vishwanath
Temple, un edificio rosa en el que destaca su torre central. Compramos
una ofrenda floral por 20 Rs y entramos, tras descalzarnos, a una sala
blanca ocupada únicamente por una pequeña zona cuadrada vallada con una
cobra plateada de metal. Hay algunas personas en la sala y sólo una
dentro de la zona vallada, que es el sacerdote de Shiva, el Dios al que
está dedicado este templo. Éste le limpia las flores de la cabeza con
un chorro de agua y deja la cobra limpia para recibir nuestra ofrenda.
No se permiten fotografías en el interior.
De vuelta al coche y con nuestro calzado
recuperado partimos hacia la siguiente visita: Bharat Mata Temple.
Antes de llegar nos topamos con un hombre que tiene dos monos
disfrazados y amaestrados para que hagan cualquier cosa por dinero. El
pequeño se hace querer tanto que no podemos evitar darle un billete,
que lleva con júbilo a su amo. Nos disgusta que nos haya gustado,
paradojas de la vida.
El templo está dedicado a la
madre patria, la India, personificada en la diosa que le da nombre:
Barat Matha. Es un edificio cuadrado con el centro ocupado
por un
relieve en mármol del subcontinente indio. Incluso tiene un acceso
abajo para poder observar India desde "el nivel del mar". También has
de visitarlo descalzo.
La siguiente es la última
visita: Durga Temple. También llamado Templo de los monos - ¿Cuántos
debe haber con ese nombre? -. Está dedicado al Dios mono Hanuman y,
efectivamente, los macacos campan a sus anchas por él y sus aledaños.
No dejan hacer fotos hasta el punto que el guía nos sujiere que dejemos
las cámaras en el coche.
El pasillo que lleva al
templo permite interactuar con los monos luego, al llegar, hay que
dejar el calzado para poder observar el interior. Como ya habíamos
podido ver en días anteriores, el color de Hanuman es el naranja y las
paredes del templo están totalmente cubiertas de ese color pero, por
si eso no fuera suficiente, se provee de unos polvos de ese color que
permiten "anaranjar" cualquier cosa. Damos una vuelta rápida y volvemos
al coche.
Antes de ir a comer debemos pagar el
peaje de un
tour tan barato y nos llevan a la última visita de la lista,
que
sonsiste en una fábrica de telas de seda. El trámite se cumple con un
rápido vistazo a la sala donde tienen los telares, que está vacía de
forma excepcional por estar en Diwali, y nos dejan en la tienda para
que seleccionemos qué queremos comprar. Pero no queremos nada y ahí se
acaba la visita y podemos ir a comer.
Nos llevan a un sitio
lujoso que parece pertenecer a un hotel. El recinto es muy grande y el
servicio abundante, lo que hace raro que estemos sólos. Aún así la
comida se lleva su tiempo, como nos ha pasado en todos los sitios.
Nuestro guía se pide unas patatas fritas con ketchup que insiste en
pagarse aparte. Nosotros pagamos 1400 Rs por nuestro almuerzo de dos
platos y postre.
Nuestro
guía se despide de nosotros y nos deja con el conductor, que nos lleva
al
pequeño aeropuerto de Varanasi. Hay que pasar un control de seguridad
donde se
escanean las maletas, ya en las entradas al aeropuerto. Luego hay un
control de
pasaporte para llegar a los mostradeores de facturación, que son
únicamente
para cuatro aerolíneas y el de JetKonnect/Jet Airways está cerrado
todavía.
Cuando lo abren ya hemos revisado las pocas
tiendas que hay en el
hall y comprado algunas cajas de dulces típicos de Diwali para
llevarnos a
casa. Antes de facturar debemos pasar las maletas por un escaner
de la
compañía que está antes de los mostradores, allí sellan las maletas y
sólo
entonces son válidas para facturarse.
Después todavía hay otro control de seguridad, el
clásico para
pasar a las puertas de embarque. Se les pone unas etiquetas a cada
pieza de
equipaje de mano y se sella cuando ha pasado el control.
Tras
otra espera frente a la puerta de embarque
ocupamos nuestros
asientos en el pequeño avión que nos lleva a Kolkata (Calcuta) en menos
de dos
horas. La llegada no la olvidaremos nunca, pues a la típica visión de
una gran
ciudad de noche, fomando un brillante firmamento, se unen las
celebraciones de
estos días y podemos ver los fuegos artificiales en varios puntos. Un
giro del
avión nos permite tener una visión casi cenital y cercana de las
coloridas
explosiones entre los edificios.
Al llegar seguimos a los locales para imitarles y
casi todos
acaban haciendo cola en un mostrador con el sello de la policía. Son
los taxis
seguros: nos cobran 280 Rs al decir nuestro destino y nos dan un papel
rellenado con nuestros datos, que han quedado copiados en la hoja de
detrás.
Seguimos a los que salen de esa cola con el papel
hasta localizar
otro mostrador con el mismo sello de la policía cruzando la carretera.
Nos
plantamos allí, entregamos la hoja, se quedan una copia y nos dan la
otra
mientras nos asignan vehículo y hablan con el conductor. Yo puedo leer
en mi
copia que no debo pagar nada más. Parece que hemos dado con el método
bueno de
salir del aeropuerto.
El tráfico es infernal y nos permite deleitarnos
con imágenes de
esta ciudad y sus celebraciones. Hay muchas calles iluminadas, ferias,
decoraciones con seres mitológicos...
Finalmente nos deja en nuestro lujoso hotel del
que sólo saldremos
para ir al cajero e intentar pasar por alguna de las ferias, pero no
encontramos ninguna. Cenaremos en la terraza del hotel lamentándonos de
no
habernos rociado con repelente de mosquitos.