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Día
2
(18/10/2014) Old Delhi
Antes
Está previsto que aterricemos en la capital india a las 4:50h
con
lo que tenemos todo el día por delante para hacer visitas.
Este día nos centraremos en Old Delhi, donde tenemos el hotel
y
desde donde el día siguiente temprano deberemos pillar el tren a Jaipur.
Los puntos marcados en el mapa son:
0- Hotel Arina Inn
1- Fuerte Rojo
2- Mezquita Jama Masjid
3- Raj Ghat
4- Zona de bazares
5- Estación de Old Delhi
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Después
El avión aterriza incluso un poco antes de lo previsto,
sobre las 4:30h. Además los trámites para entrar al país van
rapidísimos ya que las colas largas están en el control para nacionales.
Como no veo cajeros cambio 100€ mientras esperamos las
maletas y me dan 7300 rupias (Rs). El cambio es malo, como cabe esperar
de las oficinas del aeropuerto. A la salida sí encuentro un cajero en
el que no puedo sacar porque no admite Mastercard y compro una tarjeta
SIM para el móvil por 980 Rs mientras Eva se toma el café que necesita.
Cuando estamos listos nos acercamos a los stands de
alquiler de coches porque el italiano de ayer nos aconsejó pillar un
taxi privado en lugar de los normales. Nos cobran 1600 Rs por un
trayecto largo a Old Delhi que pasa por la Indian Gate y el Palacio
presidencial, donde sus amplias y limpias calles nos sorprenden por la
cantidad de monos que campan a sus anchas.
El aspecto de las calles de Old Delhi no nos sorprende
porque ya estábamos más que preparados, pero ya en el hotel sí nos
sorprende que nos entreguen la habitación poco antes de las 7h. La
habitación es fantástica y descansamos durante algo más de una hora
cuidando mucho el no entregarnos al sueño, lo que supondría un
desastre. Nuestra consigna para hoy es aguantar despiertos hasta las
19h, por lo menos.
Con el estómago lleno por el desayuno que hemos pedido, salimos
del hotel algo pasadas las 9h dispuestos a disfrutar del caos de estas
calles. Aunque antes saco 10,000 Rs del cajero que hay junto a la
entrada del hotel.
Caminamos hacia nuestra primera visita: la mezquita Jama
Masjid y conseguimos cruzar algunas zonas complicadas siguiendo a los
locales mientras todo tipo de vehículos nos pasan cerca a ambos lados.
En la entrada a la mezquita nos cobran 300 Rs a cada uno y
nos ofrecen prendas para cubrirnos y guardar el calzado, pero mis
pantalones son lo suficientemente largos y Eva trae su propio pañuelo.
Nos guardamos nuestras sandalias alegando que saldremos por otra puerta.
El recinto es espectacular. Los muros rojos destacaban ya
entre las calles llenas de rickshaws, a motor y a pedales, pero dentro
se respira calma y el edificio atrae a las cámaras fotográficas con su
monumentalidad.
Salimos por la puerta más al norte pues vamos a meternos
en los bazares y subir hasta la zona del fuerte. Vemos mucha oferta de
petardos y cohetes que señalan la proximidad del Diwali. Eso hace que
todavía venga más gente de lo habitual a estas ya normalmente ocupadas
calles.
La oferta de "biciricshaw" es constante y las vamos
rechazando todas ya que hemos decidido visitar ahora el Fuerte Rojo.
Llegamos a la Lahore Gate salvando el constante tráfico de
la avenida por un paso subterráneo donde parece que hacen vida varias
personas y que nos vemos obligados a atravesar con la nariz tapada.
Los militares de la puerta nos indican que hemos de
comprar las entradas en las taquillas que hay bajo unas escaleras. De
nuevo me encuentro colas en las ventanillas para los locales y nadie en
la de extranjeros. El precio también es diferente: nosotros pagamos 250
Rs por persona.
La entrada del fuerte es un bazar en sí misma y después
nos encontramos con espacios abiertos, más parecido a un parque que a
otra cosa. Hay una amplia mayoría de visitantes locales entre los que
se incluyen varios colegios.
Notamos que Eva atrae varias miradas y la cosa se acentúa
cuando comienzan a pedirnos hacerse fotos con ella, como si fuera
una estrella. Atendemos las peticiones divertidos: varias chicas, muy
elegantes, hacen cola esperando su turno para hacerse la foto con mi
mujer. En otro momento es un colegio entero el que posa con ella. Los
jóvenes no se atreven a pedírselo directamente y me piden la foto a mí,
dando por hecho que ella también estará. Estos efectos parecen estar
causados por la combinación de pelo rubio con piel y ojos claros.
Quitando esto, la visita al fuerte es muy tranquila y
cuando finalizamos el recorrido estamos listos para volver a las
caóticas calles.
Pasamos junto al templo hindú que está frente al fuerte y
marca el principio de la calle que da nombre a esta zona: Chandni
Chowk. Caminamos por la acera izquierda sorteando las hordas de locales
que abarrotan las aceras. Estamos buscando la famosa pastelería
Gunthewala, pero cuando pasamos el templo sij Gurudwara Sis Ganj Sahib
nos rendimos y pillamos un cyclerickshaw hacia el mercado de las
especias.
El paseo en este tipo de vehículo es incluso más emocionante que caminando, pero mucho menos cansado.
Cuando el tipo para todas las tiendas venden frutos secos y
debemos ir más lejos para las especias, algo que sólo entienden usando
la palabra "masala". Nos lleva para allá por entre las ocupadísimas
calles. Hemos convenido que nos esperará a que hagamos nuestras compras
y nos llevará al hotel por 400 Rs.
Compramos dos paquetes de 200 gr de un masala picante y de
polvo de mango por 187 Rs que no regateamos. Un tío disfrazado del dios
mono, con su cola y todo, me pide una aportación económica y se pone
tan pesado que es el hombre de turbante de la tienda el que se la da.
Desde aquí tenemos un largo trayecto a través de las
estrechas calles, que nos encontramos adornadas para el Diwali de una
forma parecida a nuestras decoraciones navideñas. A los lados sólo hay
pequeñas tiendas, una al lado de otra, en un infinito carrusel.
Atravesamos las zonas más conocidas, como el Kinari Bazar, hasta
encontrarnos de nuevo los majestuosos muros de la mezquita.
Son ya las 14h cuando salimos de nuestro breve descanso en
el hotel y pillamos un rickshaw para ir a comer a Connaught Place. Nos
lleva por 60 Rs. Entre varios restaurantes escogemos uno indio que luce
muy bien incluso para los estándares occidentales.
Aunque no está en la carta pedimos un thali porque ya
veníamos con la idea y porque nos han dicho que nos lo hacen por 500 Rs
cada uno. Resulta ser espectacular y al verlo ya sabemos que no nos lo
acabaremos. Consta de un plato de lentejas, otro de pollo con una salsa
superpicante, otro con arroz blanco, otro con una mezcla especiada de
verduras con queso feta y otro con cosas en salsa de yogur. Todo eso se
come con esas tortas que aquí usan de pan. Pronto descubrimos que el
yogur es básico porque contrarresta el picante. Pagamos 1120 Rs en
total, unos 14€.
Después salimos a pasear por la plaza para bajar la comida
y nos adentramos en la zona de verde que hace de centro de Rajiv Chowk y
que llaman "Central Park". Hay muchos jóvenes disfrutando de una tarde
en el césped.
Nos alejamos, pues vamos hacia una de las visitas de la lista: el templo sij Bangla Sahib.
Junto a la entrada al templo hay una sala para dejar el
calzado en un depósito en el que te dan una chapita a cambio. A Eva le
piden que también se quite los calcetines y decide esperarme ahí para
evitar hacerlo. Yo subo las escaleras y me piden que me tape la cabeza
con uno de los muchos pañuelos de colores que hay disponibles en un
contenedor. Elijo uno, pero no me apaño muy bien y me lo coloco como
puedo. Así, puedo darme una vuelta para contemplar este bonito lugar.
A la salida pregunto precio a los rickshaws de ahí y me
piden 600 Rs para llevarme al Lotus Temple, esperarnos 10 minutos y
llevarnos al Raj Ghat (el memorial de Gandhi), que está junto al hotel.
Sé que el templo con forma de flor de loto está lejos y regateo hasta
las 500 Rs.
Entre la distancia y el tráfico tardamos cerca de una hora
en llegar sólo para descubrir que habían cerrado hace 10 minutos, a las
17:30h. Lo admiramos desde fuera de la valla y volvemos a nuestro
vehículo.
Le pregunto a nuestro conductor si el Raj Ghat estará
cerrado y me responde que no cierra nunca, con lo que nos dirigimos
para allá. El tráfico es aún peor que a la ida. Un ruido me hace
levantar la cabeza y descubrir que me he dormido en plena vorágine de
conducción. Eva también duerme y el cielo ya está oscuro, así que me
resigno y le pido al conductor que nos lleve directamente al hotel.
Hemos cumplido nuestro objetivo de aguantar hasta la noche, pero por
los pelos. Nos acostamos a las 19h y obviamente perdemos el
conocimiento en seguida.
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