Día entero
dedicado a la observación de la vida salvaje en la reserva de Masai
Mara. Tenemos el objetivo de localizar la migración de ñus y jugar la
opción de poder ver el cruce del río Mara de cientos de herbívoros,
aunque si ya lo hubiéramos conseguido el día anterior podríamos centrar
el safari por la zona Este, sin alejarnos de nuestro alojamiento.
Las referencias marcadas en el mapa son:
0- Rhino Tourist Camp
1- Lookout Hill (colina de observación)
2- Puente sobre el Mara y Visitors Center del Mara Triangle
3- Llanos de Paradise
4 y 5- Puntos de cruce más populares.
Después
¡Por fin lo hacemos bien! Desayunamos antes de las
6h y lo lleno del comedor nos indica que ésa es la hora correcta.
Salimos antes que las furgonetas de nuestro campamento y en seguida nos
ponemos en la puerta de Oloolaimutia de Masai Mara. No somos los
primeros, pero estamos cerca.
Como nos habían dicho en el banco, pagamos los 80$
por persona y los 300 ksh por el coche en efectivo y nos adentramos en
Masai Mara por la carretera que lleva al Keekorok Lodge, que es donde
nos han indicado en la puerta que podremos echar gasolina.
Por el camino vemos nuestros primeros antílopes,
luego van apareciendo ñus y cebras muy cerca de la carretera. Un
magnífico ciervo nos observa cuando pasamos muy cerca de él e incluso
vemos elefantes y búfalos a lo lejos, entre las enormes llanuras
amarillas. Se nos ocurre hacer fotos de las colinas Oloolaimutia de
donde venimos para tener la posibilidad de identificarlas cuando
queramos regresar.
Nuestras primeras señalizaciones las vemos cuando
llegamos al Keekorok Lodge, allí el hombre de la puerta nos explica que
no sirven gasolina, que eso es en el Sarova Camp, al Norte, pero como eso
sería ir en dirección contraria al camino que quiero seguir nos
olvidamos. Es de esperar que medio depósito sea suficiente para hoy,
aunque de todas formas deberemos usar sus servicios antes de abandonar
la reserva, pues mañana no hay más opciones hasta Narok, un larguísimo
recorrido que ya sufriéramos antes de ayer.
Nos metemos por una carretera hacia el Oeste, que
es donde queremos ir, pero al poco nos damos cuenta de que nos es la
principal, ya que seguimos dos surcos entre la hierba amarilla cruzando
una explanada inmensa y completamente solos.
Pensando que ya acabaremos en algún sitio la
seguimos cuando nos damos cuenta que todos los puntos negros que
veíamos se van transformando en ñus conforme nos acercamos. Creo que
hemos encontrado la gran migración. ¡Hay ñus hasta donde llega la
vista! Y preparo la cámara pues vamos a tener que pasar entre ellos.
Habiendo conducido entre ñus se nos pasa rápido el
tiempo hasta dar con la carretera "buena" e, intuitivamente, la tomamos
hacia la izquierda, esperando que sea el Sur.
Y lo es. Nos lo dejan claros dos rangers armados
que nos paran para subirse. No sentimos como que podamos negarnos, lo
único que nos piden es que les llevemos a 2 Kms de allí al Hippo pool,
donde se reunirán con otros rangers, y nosotros íbamos para allá de
todos modos.
Hacemos sitio detrás, que está llenos con nuestras cosas, y aprovecho
para preguntarles lo que necesito saber: me indican que puedo echar
gasolina en el Serena Lodge y me confirman que la zona de los grandes
felinos es la que pensaba, el área del Explorer's Camp, en esa misma
carretera pero en dirección Norte. También me confirman que la colina
que señalo es la de observación y nos podemos bajar del coche en su
cima.
Vamos algo acongojados con ellos - o más bien con
sus fusiles -, pero en todo momento se muestran amables y nos muestran
las marcas de hormigón que marcan la frontera con Tanzania, que hasta
nos hacen atravesar por un instante. Al final, les dejamos en la zona
de los hipopótamos, donde logramos ver a dos midiéndose la gran
amplitud de su boca en una breve lucha.
Después de ahí, el camino es corto hasta el único
puente sobre el río Mara de toda la reserva, tras el que encontramos la
barrera que marca el inicio del "Mara Triangle" otra zona que, gracias
a que tiene convenio con la reserva, convalidan nuestros tickets - como
ya comprobara en su web -. Allí también hay un comedero y los únicos
lavabos públicos, que usamos sin dudar.
Cuando cierro el papeleo en la ventanilla me abren
la barrera y continuamos. Tenemos tres razones para pasar al conocido
como "triángulo" - y que corresponde a la zona izquierda del mapa -: Ir
por la carretera que sigue el río para ver si pillamos algún cruce,
pasar por el Serena Lodge a echar gasolina y volver por la explanadas
de este área, donde las referencias que he leído identifican como la
zona con más población de guepardos.
Cuando recorremos la carretera del río, y antes de
tener vistas del Mara, nos topamos con la gran migración. ¿Otra vez?
No, ésta es la verdadera. Hay tantos ñus que lo de antes parece el
tráiler de la película que ahora tenemos delante. Están por todas
partes, y eso incluye también el horizonte, que en esta zona llana
abarca mucho más que en la zona anterior.
Las cebras y ñus se van apartando de la carretera
conforme pasamos entre ellos y es ahora cuando obtenemos nuestras
primeras vistas del río. Y sólo un poco después nos encontramos con un
punto de cruce que, basándonos en la cantidad de vehículos, parece
estar activo.
Cuando encontramos el camino al borde nos metemos,
pero los vehículos están todos parados antes, donde todavía no se ve el
río. En silencio. Pregunto a un conductor en voz baja si no podemos ir
más adelante y me contesta que todavía no. No quieren asustar a los ñus
del otro lado.
Poco después, arrancan los motores y se colocan en
el borde, nosotros también, buscando una buena vista del río. La
cantidad de vehículos es enorme, aunque hay muchos más en el otro lado
que en el nuestro, donde se supone que han de venir los ñus. Pues lo
hemos conseguido: estamos en un punto de cruce a la espera de que se
decidan a hacerlo. Pero son muy miedosos y, aunque hacen continuas
bajadas a la orilla del río, siempre deciden dar marcha atrás. Hay unas
cebras en nuestro lado que al principio pensábamos que querían cruzar,
pero que entendemos de sus continuos gritos que están llamando a sus
compañeras.
Y tras una hora de espera serán éstas, las cebras,
quienes nos muestren cómo se cruza un río. Dos cebras cruzan y, cuando
yo pensaba que eso sería un aliciente para que cruzaran el resto, no lo
es, y todos los animales de la orilla se echan para atrás, como se ve
en el video del mini cruce del que fuimos testigos.
Estaremos algo más de tiempo allí, donde incluso
veremos una cebra cruzar el río hacia el lado contrario, aunque sin asomo
de valentía por parte de los numerosos ñus, pero entendemos que te
puedes pasar el día aquí y no ver a los ñus cruzar. Tal vez las grandes
lluvias de anoche hacen que haya crecido el volumen de agua y sea eso
lo que no les guste. ¡Quién sabe!
Seguimos la carretera del río, que ahora se separa
bastante del mismo, hasta el Serena Lodge, que vemos coronando una
colina. Por el camino nos cruzamos con búfalos, unos nuevos monos de la
clase papión, hienas - incluyendo una que se refresca en un charco de
la carretera -, y diversos antílopes. Cuando subimos al lodge tienen
claramente señalizado el camino a la gasolinera, fuera de la zona de
huéspedes.
Ya esperaba que la gasolina estuviera más cara
aquí. De hecho hasta tenía miedo de un precio muy abusivo dada la falta
de alternativas, pero los 125 ksh por litro que pagamos me parecen
bien. Ponemos 3000 ksh sin esperar a que se llene, ya que tal vez sea
nuestro último repostaje.
Ahora toca volver a la barrera que pasamos para
entrar en el Triángulo, aquella zona con comedero es donde pensamos
comer, pero el regreso lo haremos por una carretera del interior para
apurar nuestras opciones de ver guepardos.
Vemos muchas cosas: avestruces, elefantes, pasamos
por una zona con agua con varios animales bebiendo y zancudas, vemos
uno de esos lagartos azulgranas que han apodado "Spiderman", también
vemos nuestro primer buitre, e incluso partimos en dos una manada de
impalas que se llaman mutuamente desde ambos lados de la carretera
mientras les hacemos, las fotos de frente y de espaldas, dependiendo
del lado escogido, pero no vemos guepardos. Al menos, aquí están
señalizados muy bien los cruces y no nos salimos de nuestro camino.
Pasada la barrera vemos que hay varios vehículos
aparcados en la zona para comer y nos pillamos un sitio. En cuanto
paramos vemos monos aquí y allá y salimos a hacerles algunas fotos.
Cuando veo un mono que se acerca al coche y se mete por la puerta que
he dejado abierta me maravillo: "¡Se ha metido en el coche!", digo
emocionado, pero cuando miro dentro le veo registrando la guantera, con
mis gafas de sol en la mano. Cuando llega a tocar la tablet tomo
consciencia de lo que puede pasar y mi alerta se traduce entrar a por
el mono, pero justo cuando llego a tocarlo, él sale por la ventana con
la bolsa de caramelos que tenemos para los niños. ¡Qué cabrón! Pero sólo
podemos perseguirlo con la vista gracias al rojo de la bolsa que no va
a soltar.
Algunos de los caramelos se han caído durante el
robo y podemos comprobar como sus compañeros se afanan en conseguir uno
y con qué rapidez logran deshacerse del envoltorio.
Un guía de un grupo que está comiendo y que me ha visto intentar
atrapar al mono de mi coche me advierte de que si llego a pillarlo me
hubiera arañado y mordido y podría haberme hecho daño.
La comida que nos traemos empaquetada del
campamento es muy completa, pero sólo podemos dar cuenta de ella con un
ojo, ya que el otro lo necesitamos para controlar a los monos,
mangostas y pájaros que nos acosan. Mantengo las distancias gracias al
garrote que me regalara ayer el masái, pero comemos bajo mucha presión.
Cuando salimos de allí tengo el objetivo claro de
subir a la colina de observación, que aquí la llaman "Lookout Hill".
Sin embargo, las vistas no son tan espectaculares como en Amboseli.
Nuestra idea es, desde aquí, subir hasta la zona del Explorer Camp,
donde esperamos encontrar leones, al menos. Le pregunto a un conductor
que también está parado allí para confirmar que mi suposición es
correcta y para que me indique el Norte, pues lo he perdido viniendo a
la colina. Me comenta además que cerca hay una pareja de leones y
salimos para allá.
En el camino nos topamos con un riachuelo por el
que hemos de pasar. El agua no es el problema, pues no debe cubrir más
de un palmo, pero el desnivel sí lo es, y el camino son una serie de
rocas que hace que me pareciera complicado pasar por ahí incluso
andando. De hecho, hubiera dado media vuelta de no ser por ver cómo el
coche de delante salva el obstáculo, yendo muy poco a poco, dejando
primero que una rueda pase su roca, y luego la otra, y así. Me atrevo y
paso detrás de él. La subida la hago en primera y don un acelerón y
cuando llego arriba y veo por donde he pasado me entra la euforia que
me hace celebrarlo e incluso recibir las felicitaciones de los que
esperan a pasar por el mismo sitio en dirección contraria.
Poco después de ese punto vemos una acumulación de
furgonetas alrededor de un árbol. Ahí tiene que haber algo importante.
Son la pareja de leones de la que nos habían hablado: el macho duerme a
pierna suelta, mientras la leona se mantiene alerta, aunque indiferente
a la cantidad de vehículos amontonados a su alrededor. Nosotros tenemos
la libertad de hacer una foto de Eva junto a la ventanilla dando a los
leones y luego girar el coche para poder hacer lo mismo conmigo.
Cuando dejamos ese lugar lo hacemos siguiendo la carretera al
Norte como pretendíamos, pero siguiendo a un par de furgonetas con la
esperanza de que tal vez nos lleven a otro sitio interesante que les
hayan comunicado. Por el camino vemos varios buitres en un árbol y,
algo más tarde, algunos más volando en círculo sobre algo que hay en
medio de la explanada, pero nosotros seguimos la carretera tras las
furgonetas. Poco después la cosa parece seria, pues se juntan multitud
de furgonetas en la misma dirección y yendo rápido. "Esto es que les
han comunicado algo", pienso en voz alta, y las sigo como puedo, aunque
vayan más rápidas.
En un momento dado, la carretera se divide en dos y la
hilera de vehículos también. Nosotros decidimos seguir a las que pillan
el camino de la derecha, simplemente porque hacia esa dirección debemos
regresar. Cuando llevamos media hora siguiéndolas ya nos hemos quedad
rezagados, pero a mí me parece que están recogiéndose. Eso explicaría
la división: recto para las que van a salir por la puerta Talek, y
derecha para las que van a salir por la puerta Meshanani. Como nosotros
tenemos tiempo, pasamos lento observando lo que tenemos alrededor, como
un avestruz que pasa muy cerca del coche, o una jirafa comiendo.
No tenemos ni idea de dónde estamos, pero sabemos que vamos en la
dirección correcta, hacia el Este, porque el sol se está poniendo a
nuestra espalda. Tras un buen rato conduciendo en el que nos
encontramos con una familia de facoceros, todavía más grande que la
anterior, comiendo junto a la carretera, vemos una avioneta aterrizar y
comprobamos que hemos llegado a la pista de aterrizaje del Keekorok
Lodge. Hoy no nos vamos a perder.
Deambulamos lentamente camino de nuestra puerta, haciendo tiempo,
porque queremos apurar nuestro tiempo en el parque para conseguir una
buena foto de esas puestas de sol africanas. Éste es el mejor sitio
para ello. Sin embargo, cuando se acercan las 18h todavía el sol está
demasiado alto para ello. Llegamos a nuestra puerta, pero cuando nos
dicen que la hora de cierre son las 18:30h, todavía nos volvemos a
buscar buenas tomas. Creo que lo conseguimos.
Ya en semioscuridad llegamos a nuestro campamento, donde Jackson
nos pregunta cómo ha ido y yo atropello las palabras al querer contarle
tantas cosas a la vez.
Cenamos todavía alucinados
por todo lo que hemos hecho y visto, demostrando que un día puede ser
suficiente. Hemos recorrido la Reserva entera, de derecha a izquierda y
de arriba a abajo, como muestra el siguiente mapa, donde he dibujado el
itinerario que hemos seguido hoy.
También ha sido nuestro último safari hasta no se sabe cuándo.