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Día
20
(29/09/2015) Singapur: Sentosa
Antes
Nuestro último día de viaje es para Singapur y ,
específicamente, para la isla de Sentosa, donde tenemos previsto
visitar sus playas y acuario.
Por la tarde podemos ir a ver lo que todavía tengmos pendiente o repetir algo que nos haya gustado especialmente.
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Después
El descanso de ayer nos permite salir temprano y a las
9:30 estamos ante la taquilla para el acceso a Sentosa, en la parte de
arriba de un centro comercial en cuyo piso inferior se encuentra la
estación de metro de Harbour Front, por la que hemos llegado.
Pagamos 4 SGD cada uno por el ticket para el sky train que nos
llevará a la isla de Sentosa y que podremos usar ilimitadas veces
durante el día de hoy.
Este sky train sólo tiene tres paradas en la isla a añadir a esta
primera, así que vemos como atravesamos el mar y la isla hasta que nos
bajamos en la última, la que corresponde a las playas.
A esta hora tan temprana las playas aparecen desiertas y podemos
maravillarnos de los paisajes que se han creado artificialmente aquí.
Tras el paseo, volvemos al sky train para bajarnos en la
siguiente parada, la que da a una plaza dominada por el colosal Merlion
que ya nos había maravillado al verlo a la ida.
El
Merlion es un animal mitológico mitad león y mitad pez que aparece en
diversos puntos de la ciudad, pero que aquí alcanza su máxima expresión
con una enorme escultura que es también una atracción en sí misma.
En realidad, la atracción se compone de dos miradores: uno en la
boca y otro sobre la cabeza. Te cobran 12 SGD por ello, pero se afanan
en que no te parezca caro, ya que con la entrada nos dan un vale por un
helado, otro por un regalo en la tienda de souvenirs de la salida y un
token que tendremos que usar dentro para obtener otro regalo.
Pasamos por una sala oscura dedicada a monstruos mitológicos que
da paso a un pequeño cine donde te proyectan un corto de animación
donde te explican la leyenda del Merlión y la fundación de la ciudad de
Singapur. Después pasamos a una sala con esculturas doradas donde
podemos usar el token para recibir una moneda con el merlión como
recuerdo.
Lo siguiente ya es subir al ascensor que te lleva al único piso
de arriba: el del mirador de la boca y las escaleras a la cima del
monumento. Las vistas son espectaculares pese a estar algo empañadas
por la neblina que domina la zona.
El ascensor es especial pues las paredes son pantallas que se
animan para representar como subes - o bajas - desde las profundidades
submarinas al cielo.
La última parada del skytrain antes de dejar la isla se llama
"Waterfront" y nos deja en la plaza donde se concentran los parques
temáticos. Aquí está Universal Studios, pero como ya hemos estado en el
de Los Ángeles, tenemos elegida nuestra visita aquí: El SEA Aquarium.
Descubro que lo de "SEA" no es por "mar" en inglés, como
imaginaba, sino que es el acrónimo de South East Asia. Pagamos 32 SGD
por cada entrada.
Hay toda una exposición sobre la
navegación antes de llegar al acuario, que nos recibe con el túnel
de cristal lleno de tiburones.
El acuario es más grande de lo que pensaba. Yo había visto las
fotos de la impresionante pantalla, pero hasta llegar a ella, pasamos
por preciosos montajes y muestras de la vida que hay bajo las aguas
tropicales de esta zona del planeta.
La pantalla es tan grande que no hay suficiente recinto como para
sacar una foto completa de ella. Allí aparecen tiburones sierra y
martillo e incluso mantarrayas.
Cuando salimos es para hacer nuestro último trayecto de skytrain y volver a la ciudad.
Cuando estamos de vuelta en el centro comercial VivoCity, que
hizo de punto de partida, son las 13:30h y es hora de comer, así que no
salimos de aquí ni vamos al metro, sino que subimos a la última planta
en busca de restaurante.
Lo que nos encontramos es
como un gran comedor con mesas de madera rodeado de pequeños puestos de
comida. Nosotros nos hacemos con una oferta en el primero que vemos y
comemos a base de pasta.
Elegimos la estación de Chinatown para hacer el enlace a nuestra
línea de metro para poder bajarnos y dar una vuelta en este
característico barrio. Lo que nos encontramos es un enorme centro
comercial y, por si fuera poco el ejambre de pequeñas tiendas de su
interior, las calles están conquistadas por mercadillos. Debe ser
consecuencia del Festival del Medio Otoño, que tiene lugar hoy.
Nos volvemos al hotel a descansar. El metro de Singapur está
impecable y sus estaciones tienen paredes en los andenes que ciegan el
acceso a las vías. Es a través de unas puertas, que los conductores
hacen coincidir con las del convoy como se accede a los vagones.
No será hasta las 19h, ya de noche, que decidamos salir a vivir
una velada muy especial, y no sólo por ser la última, si no por donde
estamos y cuando estamos. En cuanto llegamos a Gardens by the Bay nos
encontramos con las luces del festival chino acompañando a los ya
espectaculares árboles inteligentes iluminados. Hacia ellos vamos.
Hay mucho ambiente aquí esta noche: viene música de un escenario
y las esculturas luminosas a modo de complejos farolillos de papel se
suceden creando un entorno fantástico.
La parte negativa viene cuando sacamos la entrada para el Skyway,
la plataforma en las alturas que une algunos de estos árboles
artificiales y de la que queremos disfrutar sus vistas: nos avisan de
que tenemos una cola de 40 minutos de espera antes de cobrarnos
los 8 SGD de cada entrada cuando aceptamos la inconveniencia.
Descubrimos entonces que toda esa gente sentada en realidad es
cola y que nosotros hemos de comenzar de pie. Al poco ya pillamos
asiento, por el que lentamente nos iremos desplazando mientras
admiramos asombrados el paisaje y el espectáculo de luz y sonido que
tiene lugar, haciendo que la iluminación de estas estructuras siga la
música.
Cuando debemos abandonar nuestro asiento es porque ya queda poco
para alanzar el ascensor situado en la base de uno de estos árboles.
Hay un número limitado de gente que puede estar arriba y sólo subimos
conforme bajan los que están.
Demostrando un
cálculo muy acertado, a los 40 minutos de haber sacado la entrada
subimos a la pasarela y paseamos por ella deleitándonos con las vistas
y el maravilloso entorno y disfrutando y sufriendo también, las alturas.
El paseo es corto y acaba en el ascensor del último árbol que
está ahí para bajar. Todavía podremos seguir disfrutando del festival y
de las mágicas esculturas luminosas durante un rato más.
Es algo pasadas las 21h cuando emprendemos el camino al hotel en
una última noche mágica para redondear este viaje tan especial.
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