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Día
9 (27/10/2018) Tanah Lot
Antes
Nuestro vuelo de las 11:35h nos ha de dejar en Bali alrededor
de las 12:45h.
Éste es un día de relax, para disfrutar de la villa con
piscina
privada que tenemos, pero está cerca del tempo Tanah Lot para
asegurarnos su visita si no hemos podido hacerla anteriormente.
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Después
Desayunamos sobre las 8h y tenemos el checkout a
las
9:30h. Nos llevan al aeropuerto gratis en solo 5 minutos. En el pequeño
aeropuerto, facturamos con NAM Air sin hacer cola y pasamos el control
de seguridad. En las tiendas frente a las puertas de embarque
encontramos los souvenirs mucho mas baratos que durante los tours.
Menos mal que no claudicamos a esos precios.
Embarcamos caminando al avión y volamos sin
incidencias.
En el aeropuerto de Bali, pagamos 380000 rupias en el mostrador de Blue
Bird para el taxi a la villa, que tarda más de una hora en llegar.
Nos reciben con una bebida de bienvenida y nos
llevan a la
villa tras encargar la comida, dos cordon blue, que nos llevarán. La
villa es preciosa, con dos dormitorios y una gran piscina más profunda
de lo que imaginaba. Tiene hasta cocina. Antes de que nos demos cuentas
nos traen la comida y pagamos 150000 rupias por ella.
Después de comer doy el paseo de unos tres
kilometros
hasta el templo de Tanah Lot. Es un camino entre arrozales totalmente
llano.
Cuando llego, lo primero que me encuentro es el
aparcamiento. Ahí ya aparecen las primeras tiendas de souvenirs que
luego son multitud. Yo sigo el camino junto al mar y primero me
encuentro con Batu Bolong, un pequeño templo sobre un arco de piedra en
la playa.
Luego, conforme avanzo entre la multitud, me
encuentro con
la vista de Tanah Lot. Bajo a la playa y rodeo el templo esquivando a
la gente que se aglomera ahí. La marea está baja y puedo explorar cada
rincón. Me sorprende que la entrada sea gratuita.
Ya volviendo, me compro un durian, que ya andaba
buscando
probarlo, ya que es temporada y están por todas partes. Esta fruta
tiene la particularidad de desprender un olor a podrido que hace que
esté prohibida en transportes públicos. Así que, aunque me apetece
pillar un taxi para volver, acabo tomando el camino por el que vine,
atajando esta vez entre los arrozales.
Cuando llego abro el durian y descubro por fin el
sabor,
entre dulzón y amargo, de la carne que envuelve sus grandes semillas.
Después le doy los restos a los de la villa para que no se acumule el
olor y ya estoy listo para disfrutar de las instalaciones, empezando
por la piscina.
Aun saldremos una vez mas a pedir cena: fideos
fritos y
arroz, por la que pagamos 57000 rupias. Luego descansamos relajados.
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