Por la mañana podríamos visitar alguna de las aldeas del lago,
principalmente Santiago Atitlán.
Por la noche deberíamos llegar a nuestro hotel, el
más cercano al aeropuerto de
Guatemala City, tras un par de horas en coche. Antes de eso, miraríamos
la posibilidad de visitar el Volcán Pacaya por el camino.
Después
Nos
despertamos temprano, como siempre, y el amanecer nos presenta los tres
volcanes al otro lado del lago en todo su esplendor. ¡Por fin!
Esto podemos verlo desde la cama, apartando la
cortina de la ventana que tenemos al lado. Sin embargo, cuando bajamos a
las 7h para desayunar ya se han echado unas nubes para cubrirse, como
doncellas vergonzosas.
El restaurante está abarrotado de franceses. Es
un grupo numeroso que debe marcharse ahora a juzgar por la cantidad de
maletas que hay en el vestíbulo.
Nosotros, en cuanto vemos alguno de los picos de
volcán despejados, salimos a hacernos unas fotos. Lamentamos la
oportunidad desperdiciada a primera hora. No esperábamos que duraran
solo media hora a la vista.
Este hotel está junto al embarcadero de ferris,
pero en recepción nos indican que para Santiago hemos de ir al otro,
algo más alejado.
Al salir nos topamos con un hombre mayor con ropas
ajadas que se empeña en acompañarnos. Acabamos avergonzados de
nuestras reticencias ya que el hombre nos lleva hasta la lancha
pública sin pedir nada a cambio.
Compramos dos pasajes por 30 quetzales cada uno y
nos explican que el trayecto dura 45 minutos, que allí sale una lancha
a las 10h que me asegura estar de vuelta en el hotel antes de las 12h -
la hora a la que nos pasan a recoger -, y que salimos en 10 minutos.
Estas lanchas públicas son baratas, pero no
tienen horario, por mucho que digan que sí. Esos 10 minutos se
convierten en 40 ya que intentan que salga lo más llena posible.
El trayecto tampoco dura 45 minutos sino 25. Por
ahí compensan. Y los volcanes van creciendo de tamaño conforme nos
acercamos. El sol aprieta y noto mis brazos arder.
Al llegar, hay varios vendedores ofreciendo telas
y collares. Un niño nos ofrece tuk tuk por 10 quetzales y enseguida
acepto.
Lo acompañamos por una subida peatonal flanqueada
por tiendas hasta la parte con vehículos. Nos subimos a un tuk tuk rojo
y negociamos: de llevarnos a la plaza de la catedral y bajar andando
por
10 quetzales a que nos baje él por 20. Después añadimos una vuelta por
la ciudad y la subida a un mirador por 40.
El pueblo de Santiago de Atitlán es muy pintoresco
y nos sorprende gratamente. La catedral está engalanada para la Semana
Santa y disfrutamos de todo lo que vemos.
El paseo en tuk tuk por las calles estrechas
también lo disfrutamos y el conductor también nos hace de guía y se
desvive para que disfrutemos.
Nos deja a tiempo en el embarcadero y a las 10h
estamos en la lancha, pero aun deberemos esperar una hora hasta que se
llene y salga.
A las 11:30h estamos en el hotel cerrando las
maletas. La van llega llena sobre las 12:30h y llegamos a Antigua cerca
de las 16h.
No vamos a tener tiempo para mucho, pero lo
primero es comer. Dos manzanas bajo la oficina de los shuttles, donde
nos guardan las maletas, nos metemos en un pequeño local donde comemos
filete con crema de champiñones, brocheta de carne y una quesadilla a
compartir por 180 quetzales. Los platos son grandes, con dos
guarniciones a elegir. Los dos escogemos las mismas: puré de papas y
el mejor guacamole de mi vida.
El tiempo se ha ido en la comida ya que, estando
todo tan bueno, también han sido muy lentos. Estamos en la oficina a
las 17:50h esperando que nos recojan. Cuando lo hacen ya es de noche y
tras una hora de trayecto nos dejan los primeros en nuestro hotel junto
al aeropuerto, en un condominio (especie de barrio pequeño) vallado y
vigilado por guardias armados.
En el hotel Casa Blanca Inn nos ayudan en todo lo
que necesitamos y nos llevarán mañana al aeropuerto gratuitamente a
las 5h.