Este día lo dejamos para dedicarlo íntegramente a
la visita de la joya de la corona andaluza: La Alhambra.
Para ello nos desplazaremos en coche desde el hotel hasta el
parking, donde lo dejaremos mientras exploramos la fortaleza y el
Generalife.
Podría quedar tiempo para alguna visita
más, pero supongo que lo máximo que haremos será tapear por Granada
como cena.
Después
Desayunamos bien, de buffet, y salimos en coche
para el corto trayecto que nos separa de La Alhambra y que ya conocemos
de ayer. Hay una pequeña urbanización antes de llegar a la cima, pero
yo prefiero dejar el coche un poquito antes, en un espacio abierto en
la última curva y habilitado como parking
gratuito donde cabrán unos ocho coches, como sólo hay uno tenemos
espacio de sobras.
Cuando caminamos hasta la cumbre podemos ver las
cimas blancas de Sierra Nevada. No pensé que estaría tan cerca.
La bajada por el parking es más larga que la corta
subida a pie que hemos hecho y compramos nuestras entradas por 13€ cada
una, donde ya nos indican que nuestro horario para los Palacios
Nazaríes es a las 11h. Como son las 10:30 eso significa que tenemos
media hora para llegar allí que, como se puede apreciar en el mapa,
están casi en la otra punta.
Por lo tanto no nos entretenemos demasiado y
pasamos por un paseo flanqueado por delgados cipreses sin detenernos. Correspondería a la parte de abajo del mapa del principio.
Luego pasamos por algo muy semejante a un pueblo, con un hostal, una
iglesia y tiendas (de regalos, claro), pero tampoco nos paramos aquí.
Eso hace que cuando llegamos al lugar donde hay un hombre comprobando
que todo el mundo entre cuando le toca todavía nos quede algo más de 15
minutos de espera.
Esa espera decidimos hacerla en el Palacio de
Carlos V, un destacado edificio cuadrado por fuera y redondo por
dentro. El patio circular es amplio y plagado de columnas en sus dos
niveles. Dentro, rodeando este patio, hay un par de museos que
visitaremos cuando salgamos de los Palacios.
Somos de los primeros de una cola que va creciendo
por momentos y cuando pasan un par de minutos de la hora, nos abren el
paso. Vamos a empezar por lo mejor forzosamente.
Entramos en el Mexuar que es la parte más antigua
que veremos, con techo y balconadas de madera. No nos entretenemos
demasiado porque no queremos que nos pille toda la gente que teníamos
detrás en la cola. Nos detenemos un instante ante un amplio ventanal
con unas vistas fantástica del Albaicín, con todas sus casas blancas y
enseguida pasamos al patio de Mexuar, no sin habernos admirado de las
paredes completamente grabadas por las que estamos pasando.
De ahí accedemos al Patio de Arrayanes, donde nos
encontramos con una multitud. El patio es precioso y hay varias
personas en una de sus puertas buscando el momento de poder hacer una
foto sin gente, pero es prácticamente imposible, pues el tráfico es
constante. Yo me uno buscando la oportunidad de tener un segundo de
plano despejado. La foto de abajo es lo mejor que obtengo tras una
larga espera. El salón de Comares, adonde lleva la puerta en la que he
estado esperando, también es precioso. La filigrana, que suele
encontrarse muy localizada normalmente en todos estos salones cubre
toda la superficie de paredes y techos.
La vista del patio desde la punta opuesta también
es magnífica, con la torre de Comares al fondo, y está bastante
solitaria.
Tras una puerta nos topamos de frente con el Patio
de los Leones. Hay montado un circuito alrededor del mismo que previene
que nadie se acerque a la famosa fuente. Yo tengo una foto de niño
subido a ella. ¡Los tiempos cambian!
El Patio se muestra maravilloso y se agradecen las
diferentes oportunidades de observarlo a través del recorrido por sus
cuatro lados. Parece que uno no pueda dejar de mirarlo.
El resto de la visita se pasa entre salones
ornamentados hasta el último rincón con algún bonito jardín y el paso
por puentes entre torres con las mejores vistas del barrio que ya
recorriéramos ayer.
Aparecemos en el Palacio del Partal sin estar
seguros de si la visita a los palacios ha concluido o no. La respuesta
es que sí, hemos tardado una hora y, según el mapa, la zona del Partal,
que correspondería a toda la parte de arriba desde los Palacios
Nazaríes a las taquillas, volveremos a pasar por aquí, ya que aquí
comienza la zona que nos lleva a la salida.
Por lo tanto buscamos cómo volver a donde
estábamos con la idea de visitar primero la Alcazaba. El que quiera
visitar la Alhambra en el mínimo tiempo posible, debería ver la
Alcazaba y el Palacio de Carlos V antes de meterse en los Palacios para
así poder seguir hasta la salida.
Atravesamos la puerta del Vino y nos comprueban la
entrada entre las dos torres que marcan el principio de la Alcazaba.
Ésta es la zona más antigua de todo el complejo y
está formada por diversas torres y murallas donde destaca la Torre de
la Vela. Si se quiere explorar a fondo habrá que subir y bajar
multitud de escaleras, pero nosotros estamos en modo ahorro de
energía y simplemente paseamos esquivando toda subida y
maravillándonos con la terraza que descubrimos. El Albaicín nos observa
brillante al sol desde cualquiera de sus
miradores, aunque he sido capaz de localizar el de San Nicolás desde
aquí.
Atajamos hacia el Jardín de los Adarves que conduce a la
salida.
Pagamos la visita pendiente a los museos del
interior del Palacio de Carlos V donde no dejan hacer fotos y, tras una
rápida ojeada al baño de la Mezquita, volvemos al Partal donde lo
habíamos dejado. Son las 13h y nuestras piernas están cansadas así que
decidimos salir a comer y dejarnos el Generalife para después.
La zona del Partal es toda abierta - menos mal que
nos hace buen día hoy -, con jardines y huertos tiñendo de verde la
piedra rojiza que nos rodea. Al otro lado, se ve el Generalife.
Llegamos pronto - a las 13:20h - a los tornos que
cruzamos para entrar en el recinto porque las torres estaban cerradas,
pero cuando preguntamos por la posibilidad de salir a comer para volver
luego nos dicen que eso depende de la hora que teníamos asignada a los
Palacios Nazaríes. Las 11h respondo yo y "entonces no" me contesta el
portero. Resulta que a partir de la siguiente hora, las 11:30h, los
visitantes pueden salir a comer y volver por la tarde, pero los de
antes no.
Así que nos resignamos y vamos hacia el Generalife
para acabar con el complejo antes de comer, que también es una opción
buena.
El agua juega un papel preponderante en estos
jardines, otorgando movimiento y belleza a su vegetación esculpida.
Pero es en el Palacio del Generalife donde
encontramos las mejores estampas.
Son casi las dos cuando nos metemos en uno de los
restaurantes de la calle junto a la Alhambra. No hemos tardado en
escoger ya que, aunque sea caro, hoy nos hemos ganado el darnos un
homenaje. En el comedor somos los únicos españoles, con una clara
mayoría japonesa. El menú de Domingo que tienen por 17€ nos ofrece la
oportunidad de comer paella de marisco y bacalao a la Vizcaína. Las
raciones de ambos platos son espectaculares y, desde
luego, acabamos bien llenos. Todo buenísimo por 39,30€ en total
en Jardines Alberto.
Van a ser las 16h cuando estamos subiendo por la
carretera junto al parking de la Alhambra para regresar al coche. Es
esa misma carretera la que pillamos porque acaba en el centro y, dado
que es todavía temprano, tenemos la intención de visitar la Catedral de
Granada ahora. Serpenteamos por las estrechas calles hasta que notamos
que la bajada ha acabado y es entonces cuando vemos un lugar donde
poder aparcar. Aun hay que caminar un buen trecho desde ahí, pero visto
lo de ayer lo hacemos. Nos recorremos toda la calle Santiago entera
hasta la Catedral.
Entramos en la Capilla Real por 8€ por persona
donde nos encontramos un altar y los mausoleos de los Reyes Católicos y
Juana la Loca y Felipe el Hermoso con sus cuatro figuras yacentes en
mármol blanco. Un pequeño y corto paso subterráneo permite ver las
cuatro ancestrales tumbas en arcones simples bajo su monumento.
Yo creía que la visita al mausoleo y a la catedral
era la misma, pero no es así: ya fuera sigo una señales hasta la
cercana entrada a la Catedral por la que cobran 8€ más por persona. Al
final, visitar la blanca y amplia catedral de Granada sale más
caro que visitar la Alhambra.
Ya fuera, nos paseamos por los alrededores para
ver la Madraza y la Alcaicería (bazar árabe), que nos recuerda a la
ciudad vieja de Jerusalén, aunque sólo sea una pequeña muestra.
Las calles alrededor de la catedral son tan
estrechas que no hay forma de tener una vista de la catedral por fuera.
Con esto damos por concluida nuestra visita de Granada. Aunque quedan
algunos otros puntos de interés turístico repartidos por la ciudad,
moverse por ella nos resulta un fastidio y nos vamos al hotel a
descansar.
Aunque todavía saldremos por la noche. Aunque no
tengamos ganas de cenar a causa del copioso banquete del mediodía, yo
quiero ver el partido entre el primero y segundo de la liga y por el
barrio del hotel sólo encontramos una pastelería de nombre, pero que
más bien es un bar grande por dentro, abierto y con una gran pantalla
dando el fútbol.
Aquí también, con cada consumición, tenemos
nuestra tapita, que no desdeñamos a pesar de no tener hambre.