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Día
3
(02/12/2009) Londres: Buckingham Palace y alrededores
Antes
Primer
día de visita en Londres. Primero
nos acercaríamos a Buckingham Palace, que queda cerca de la estación
Victoria donde nos deja el tren, para comprobar si el cambio de guardia
es este día o el siguiente y, tras la visita al lugar, pasearíamos a
través de St. James Park hasta la zona del rio. Dependiendo de si ha
habido o no cambio de guardia, tendremos tiempo de visitar la zona de
Westminster, con la abadía y el parlamento, con su famoso Big Ben o
continuar hasta Trafalgar Square.
Tras el almuerzo, la luz nos evitará hacer más
visitas externas, con lo que nos dirigiremos al Museo Británico.
Los puntos de interés marcados en el mapa son:
0- Victoria Station
1- Buckingham Palace
2- Abadía de Westminster
3- Big Ben
4- Trafalgar Square
5- Museo Británico
6- Picadilly Circus
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Después
Me pego un madrugón serio y a las 6:30h estoy
saliendo del
hotel con el coche y todavía a oscuras. Llevo una pequeña hoja con
palabras sueltas que representan el código que he de interpretar para
llegar a mi destino. Sin salirme de esa avenida que tanto odiara anoche
llego a la autopista M23. Allí paso el aeropuerto de Gatwick de largo
hasta salir en Crawley, primer código de mi hoja. Izquierda, una
rotonda, otra rotonda a la izquierda y Hotel Copthorne... ¡No me lo
puedo creer!¡He llegado bien!.
Devuelvo el
coche sin incidencias y me llevan al aeropuerto de Gatwick en un coche
que está a tope, pues ellos aprovechan el viaje para salir a desayunar.
Allí pillo el tren y me bajo en East Croydon, que es ya la estación
siguiente a Gatwick. Estoy radiante de
felicidad por haberme quitado de encima el coche. Cuando salgo de la
estación, entro en la oficina de turismo que tienen allí y pregunto por
la Travelcard: 21,20£ la de tres días, Off Peak y 6 zonas. Recojo mapas
de la zona y pillo el autobús 119, que ya he averiguado que es el que
me lleva al hotel. Cuando entro me encuentro a mi familia en el
restaurante dando cuenta del buffet del desayuno y me uno a ellos. Ya
han encontrado a alguien que habla castellano y les prepara unas
tortillas especiales a su gusto.
Como traigo los
deberes hechos tomamos sin demora el autobús 119 que nos recoge en la
parada que está junto al hotel y nos bajamos en la estación de tren.
Antes, entramos en la oficina de turismo para hacernos con las cuatro
Travelcards - que nos hubieran ahorrado las 2£ del autobús, por cierto
-, y nos subimos al tren que va a Victoria Station, que identificamos
enseguida porque está indicado en la entrada del andén. Con todo,
nos plantamos en Londres a las 11:45h aproximadamente.
Damos el paseo que nos separa de Buckingham Palace para
averiguar
inmediatamente que el cambio de guardia es mañana. Nos lo anuncia la
poca gente que hay y un cartel en la entrada del palacio. Aunque mañana
volvemos, como estará lleno de gente, aprovechamos para hacernos las
fotos con el palacio, sus impresionantes rejas doradas y el monumento
que preside la plaza frente al mismo, que no es más que el memorial de
la reina Victoria.
Nosotros ya lo conocíamos, pero estos lugares no pierden su
encanto. Estoy mosqueado porque no he encontrado por ningún lado dónde
están esas garitas con guardias que están ahí para que los puedas
molestar sin que se inmuten. Bueno, seguro que están por alguna razón
más, pero eso es lo que tenemos visto en películas. Sin embargo, las
únicas garitas con guardias de por aquí se encuentran lejos, tras las
rejas.
Acabada la sesión de fotos, nos alejamos del
palacio adentrándonos al parque que tiene en frente: St. James Park. Es
un parque pequeño, pero muy hermoso. Rebosante de fauna y flora. Nos
rodean palomas y ardillas y se nos acercan garzas, gansos, patos,
cisnes, y otras especies de palmípedas y zancudas. Todos estos animales
parecen haber perdido la timidez y conviven con los paseantes como no
he visto en ningún otro sitio. Si a nosotros ya nos encantara
en 2005,
a mis padres les entusiasma. En un momento se ven rodeados de aves y en
otro presencian los juegos de persecución de dos grandes ardillas en un
mismo tronco de árbol.
Un puente sobre el río que
cruza el parque permite tener vistas de los imponentes edificios a
ambos lados del recinto.
El parque acaba en el cuartel de la guardia, donde yo tengo
esperanza de encontrar las famosas garitas, ya que es un lugar al que
no nos acercamos la otra vez. También está cerca Downing Street, donde
en su famoso número 10 reside el primer ministro del país, pero es una
zona inaccesible. Y me refiero a la calle, no ya la puerta. Así que no,
no puedes pasar por allí y picar al timbre. Lógico, también.
Cuando atravesamos el enorme patio de tierra del cuartel de
la
guardia comienzo a entender que no es de toda la guardia, sino de la
montada, así que dentro, en un acceso que tienen para pasar a Parliament
St. , se ven turistas haciendo cola para posar con los guardias, pero
éstos van a caballo. Se mueven poco, y los caballos también, pero no sé
por qué es precisamente en mi turno que el caballo siente curiosidad y
gira la cabeza para escrutarme detenidamente. No se había movido con
nadie más.
Ya al otro lado nos espera el Londres más reconocible:
cabinas rojas y
autobuses de dos pisos en circulación. Al final se ve el edificio del
parlamento. Estamos en Westminster y pasar por la estación de metro
"Westminster Station" no hace más que confirmarlo. Aquí ya se ve el Big
Ben, que curiosamente también lo están reformando. Me empieza a
mosquear que cada vez que lleguemos a un sitio relevante haya andamios.
Éste no afecta a la torre sino a la parte del parlamento de donde sale.
Primero nos acercamos a la Abadía de Westminster para
deleitarnos
de su original fachada, tan diferente de las catedrales que conocemos.
Tiene un aire a Notre Damme por sus torres cuadrangulares, pero ahí
acaban sus similitudes. Destaca su reloj en la torre izquierda, que
rompe con la acostumbrada y detallista-hasta-lo-patológico simetría.
Decidimos no entrar por lo caro y porque no tenemos cupón de 2x1 para
este sitio. Después pasamos por el parlamento con la intención de
cruzar el puente de Westminster y tener las mejores imágenes, mientras
nos alejamos, del parlamento y el London eye, la modernísima y enorme
noria que pusieron aquí.
El cielo está encapotado
(no os engañéis por las dos fotos con cielo azul despejado de arriba, extraídas de nuestra
visita en Noviembre de 2005) y no hay nadie que lo desencapote, porque
esto es Inglaterra y aquí no hay de eso.
Una vez
cruzado el puente es momento de hacer balance: Van a ser las 14:00h,
así que nuestra visita matutina ha durado dos horas, y es momento de ir
mirando donde comer.
Al llegar al otro lado del
puente aparecen ofertas por doquier, pero nos metemos por la primera
calle solitaria en busca de precios menos turísticos. Es la Belvedere
Road y hay dos restaurantes: primero un italiano vacío y segundo un
chino con especialidad en fideos. Decidimos volvernos al italiano: los
precios nos cuadran. Se llama Locale.
Comemos dos grandes platos de pasta para nosotros y dos de
ensalada para mis padres, con un par de "antipasti" para compartir por
algo menos de 40£. No nos parece caro y las raciones son generosas. Un
acierto.
Cuando salimos a las 15:30h el sol se está
empezando a ocultar y continuamos nuestro paseo, pasando por el London
Eye, que obliga a recoger la nuca para mirar hacia arriba, y por unas
zonas abarrotadas de
graffitis, hasta llegar a la estación de Waterloo. Allí, la línea negra
(Northern) nos lleva, en tan sólo cuatro paradas, a Tottenham Court
Road, la estación más cercana al Museo Británico.
A
las 16:30h entramos en el Museo, ya de noche, así que tenemos una hora
para visitarlo. Recorremos la planta baja, con su biblioteca de libros
antiguos con algunos objetos expuestos aquí y allá. Cuando me
giro veo a Eva contemplando la piedra Rosetta y rascando los caracteres
para ver si se borran y yo entro en pánico. Miro alrededor para
asegurarme de que no lo ha visto nadie y, blanco, le digo en voz baja
"¿¡¡Pero qué haces!!?. Esa es la piedra Rosetta". Ella me dice que no
cree que sea la de verdad ahí puesta al alcance de todos y la verdad es
que a mí me extraña también. Efectivamente, no lo es.
El resto de la hora nos da para visitar la parte dedicada a
Egipto y la de Persia y Mesopotamia. No en vano era lo que habíamos
venido a ver. A mi madre le encanta todo lo que ve y parece querer
llevarse el museo entero en fotos. Algún día habrá que llevarla a
Egipto, pero mientras, aquí tiene un buen prólogo.
Salimos a la hora que cierran el museo, las 17:30h,
satisfechos.
El metro nos devolverá a Victoria donde el tren se encargará de
llevarnos a Croydon. Cuando anochece tan pronto, siempre parece que sea
más tarde de lo que es.
Para cenar yo me pillo una
pizza en un Pizza Hut cercano al hotel porque me he quedado con las
ganas de una en el restaurante italiano de este mediodía. Por lo demás,
nos recogemos temprano.
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