Usaremos el transfer gratuito del hotel para llegarnos a
Ciudad
del Vaticano donde dedicaremos el día a explorar su arquitectura y arte.
Los puntos marcados en la imagen son:
1- Plaza de San Pedro
2- Basílica de San Pedro
3- Oficina de Excavaciones
4- Museos vaticanos
Después
A las 9h estamos en recepción desayunados y listos
para
subirnos a la lanzadera gratuita que ponen a disposición de los
clientes del hotel para ir a El Vaticano. Vamos junto a un matrimonio y
su hija. Cuando le pregunto al conductor por el viaje de vuelta me
responde que sale de la Plaza Cavour. La conozco: ayer pasamos por ella.
Nos ponemos rápidamente en las murallas del estado más
pequeño
del mundo y, mientras nosotros vamos a buscar la Plaza de San Pedro, la
familia que ha venido con nosotros va en dirección contraria siguiendo
la señal que marca el camino a los museos vaticanos. No sabía que la
entrada estaba por fuera.
Pasamos los controles de seguridad y nos ponemos
en la Plaza de San Pedro a las 9:45h.
Su parte circular se nos muestra amplísima,
rodeada por la
columnata de Bernini, por la que hemos accedido. Su parte más estrecha
está vallada pues tiene preparada una zona con sillas para
espectadores.
Está todo montado para algún evento que seguramente tendrá algo que ver
con la Navidad, como apunta el enorme abeto decorado que han situado en
el centro de la plaza, junto al obelisco central.
Hay varias entradas en la basílica, con cortas colas en cada
una,
nosotros nos apuntamos a una y descubrimos que nos llava al lateral, a
las tumbas de los papas. Éstas se van sucediendo, una detrás de otra,
conforme avanzamos por el límpido pasillo. Hay carteles indicando la
prohibición a hacer fotos, pero como todo el mundo está usando su
cámara, nosotros también.
La tumba de Juan Pablo II es la más concurrida,
con diferencia.
Cuando finalizamos el recorrido entramos, por fin, a la
monumental basílica. Destaca el baldaquino de San Pedro,
presidiendo el espacio desde el centro, pero cuando se desvía la mirada
de él uno se da cuenta de que está en un museo: las paredes que limitan
la basílica están abarrotadas de monumentos a antiguos papas y motivos
religiosos que son, en su mayoría, esculturas en mármol, de entre las
que destaca la famosa Piedad de Miguel Ángel.
Exploramos
todos los rincones de la basílica, repletos de tesoros, hasta que falta
poco para las 11h. A las 11:15h tenemos la visita a la excavación a la
necrópolis y la tumba de San Pedro y nos indican en el email que
debemos presentarnos en la oficina de excavaciones 10 minutos antes.
Antes de salir nos paramos ante un gran expositor tapado con
dos
telas blancas, pero la separación central entre las dos deja ver parte
del enorme Belén que tienen montado. Un letrero indica que lo inauguran
el 24 de diciembre y, como ya no estaremos aquí, nos asomamos para
contemplar la gran y bonita representación del Nacimiento que exhiben
en El Vaticano.
Ya en el exterior preguntamos a un
guardia suizo por la oficina de excavaciones, pero no sabe de qué le
hablo, por lo que seguimos por el lateral, pero no encontramos a nadie
a quien preguntar. Sin embargo, un cartel en la pared, junto a una
austera puerta reza "Ufficio Scavi" e identifico la palabra "Scavi" de
los emails que he recibido. Sí, es aquí y somos los primeros en llegar.
A veces suena la flauta.
Nos han dado un par de
entradas como la de arriba a cambio de los 10€ por persona que ya nos
habían
explicado en el email que llevo imprimido. A las 11:15h, una guía se
lleva al reducido grupo que formamos hacia unas escaleras oscuras, ya
de nuevo en el interior de la basílica, donde bajamos de nivel y de
temperatura.
¡Hay toda una ciudad ahí abajo! La
toma de imágenes no está permitida, por lo que saco este video de uno
de los patios de la necropolis rápidamente, entrando sólo cuando los
demás ya han salido. Hay calles con paredes de ladrillo y uno podría
decir que está en el exterior si no fuera por el techo, que baja hasta
comerse el final de esas paredes.
La visita es
interesantísima, y transcurre en todo momento bajo el suelo de la
basílica. Yendo hacia la tumba de San Pedro, logro ver el baldaquino a
través de una rejilla en el techo. De hecho, la tumba de San Pedro está
justo debajo de él. Contemplamos esa sala preciosa que ya viéramos en
el circuito por las tumbas de los Papas, porque lo que nos queda por
ver está tras lo que se exhibe
como tumba del primer Papa de la historia. Allí podemos apreciar, en
una
parte de tierra sin decoración alguna, una mandínbula y otro pequeño
hueso humano, que se han identificado como pertenecientes a esta figura
histórica por una serie de pistas y grafitis grabados de forma burda en
el lugar.
Salimos a un pasillo repleto de estatuas
que nos acaba llevando a las tumbas de los papas, donde nos deja la
guía concluyendo una visita que no ha llegado a la hora de duración.
Salimos de allí al exterior completando lo que queda de recorrido.
Dejamos El Vaticano para seguir su muralla por el exterior
hacia
los museos vaticanos, por el camino que ya viéramos al llegar, y pronto
nos ponemos en la entrada, donde también tienen un pesebre, y pasamos
por los tornos con los billetes que nos han dado al pagar los 14€ por
persona que vale el acceso.
El nombre de "museos" no
es caprichoso, en realidad hay numerosos museos aquí: de monedas, de
sellos, arqueológico romano, arqueológico egipcio, de mapas, de arte
sacro, de carruajes, una pinacoteca, etc... Y eso a parte de las
estancias y salas de los edificios donde se encuentra la sala de Rafael
o la Capilla Sixtina.
Aunque no hay que agobiarse,
nosotros seguimos el camino marcado que nos lleva a través de largos
pasillos repletos de esculturas, uno muestra una exposición de grandes
tapices y alfombras, otro muestra mapas pintados en las
paredes. Estas galerías tienen objetos en exposición y los techos están
decorados con pinturas exquisitas.
Cuando acaban
los largos pasillos atravesamos estancias de diferentes tamaños, todas
con murales y esculturas. Cuando llegamos a la Sala de Rafael nos
quedamos contemplando "La Escuela de Atenas" un rato. No imaginé que
este famoso mural sería tan grande.
Es sólo un poco
más tarde cuando no topamos con la Capilla Sixtina. No parece una
capilla, sino una sala de techo altísimo y paredes lisas donde sólo hay
bancos de madera para sentarse. Esta sala rectangular no tendría nada
de especial - ni una escultura, ni una columna... - si no fuera porque
cada centímetro de pared y techo está cubierto por murales de vivos
colores, tanto, que impresiona lo recargada que está. Pero los murales
no son cualquier cosa: hay que ocupar uno de los numerosos asientos
para tratar mínimamente de asimilar todo lo que Miguel ángel ha puesto
ahí.
Lástima que precisamente aquí prohiban fotos y
videos hasta tal punto que hay varios guardias atentos a cualquier
intento. Por eso la calidad del que consigo extraer no es la que
debería, pero es la única muestra de esta maravilla que he logrado
traerme.
Al salir de ahí se acaba el itinerario
unidireccional y llegamos a una zona común con salidas a los diferentes
museos. También hay un restaurante buffet y lavabos que usamos. Los
platos que escojemos nos valen 7€ y 9€, con lo que por 16€ comemos los
dos. También nos sirve como descanso. Nosotros hemos preferido el
cálido interior, pero al otro lado de la pared los jardines y terrazas
están llenas de gente disfrutando del sol.
De todos
los museos que nos quedan, nosotros pasamos la tarde primero por los
arqueológicos, entre las momias y las figuras egipcias y, después, las
grandes esculturas romanas donde me sorprende la exposición de bañeras
de piedra.
Finalizamos en la pinacoteca, ya
cansados e inciamos la salida del recinto sobre las 17h, a través de
las impresionantes escaleras de caracol de Giuseppe Momo.
Paseamos por las calles de Roma hacia el Norte, donde sabemos
que
está la estación de metro "Ottviano", que ya usáramos ayer. Por el
camino hacemos algunas compras y nos tomamos un chocolate con pastas.
Pasan de las 20h cuando llegamos al hotel con
nuestros cuerpos reclamando un merecido descanso.