Después
Como la hora de comer nos tocaba en ruta, cuando
aterrizamos ya nos hemos comido el bocadillo que cada uno traía de
casa, así que no tenemos apuros por este tema.
Al salir del aeropuerto nos repartimos en tres taxis que nos
llevan juntos al Hotel Clarion Liffey Valley por unos 20€ cada taxi. Ya
habíamos hecho el cálculo y nos salía más a cuenta que el Flybus, que
son 8€ por persona y sería la mejor opción si fuéramos una o dos
personas.
Hacemos el check in y las habitaciones
nos gustan: son espaciosas y bonitas. Están colocadas a los lados de
larguísimos pasillos. Pero nosotros estamos deseando ver la ciudad y
encima el frío es menor del que nos imaginábamos al estar tan al Norte
y en invierno.
Así que enseguida nos ponemos en la
parada de autobús. Son las 17h y no deben quedar más de dos horas de
luz. Tras una espera de unos 10 minutos pillamos el 25A por 1,40€ el
billete. Todos son autobuses de dos pisos de color amarillo y, como es
la novedad, nos vamos al piso de arriba a disfrutar de nuestras
primeras vistas de Dublín. En media hora nos bajamos, tras
haber tenido ya nuestras primeras vistas del río Liffey - que le da
nombre a nuestro hotel - y sus puentes. También hemos podido ver
algunos edificios emblemáticos de la ciudad a la otra orilla del río,
como el The Four Courts de la foto. También hemos pasado por la
estación de Heuston, en la que deberemos estar mañana temprano.
El puente Ha'Penny ha sido la referencia para bajarnos, todos nos
hemos provisto de mapas en el hotel y sabemos que la zona de Temple Bar
está junto a ese puente. Lo primero que queremos comprobar es si
realmente están todos los pubs cerrados en Viernes Santo, como hemos
leído, o la norma se relaja un poco, como suele pasar.
De momento, lo que son los locales de esta zona muestran su
persiana bajada, así que paseamos hasta Dame St., donde pasamos ante el
ayuntamiento y la entrada al Castillo de Dublín, un lugar que tenemos
previsto visitar.
Sin perder esta calle, que va cambiando de nombre varias veces,
nos plantamos ante la Christchurch Cathedral. Es espectacular, muy
grande y de un estilo arquitectónico al que no estamos
acostumbrados. La piedra gris de la que está hecha le da un toque
diferente también. Esta primera visita nos encanta y nos pasamos el
rato explorando todos sus rincones.
Cuando estamos volviendo ya sabemos dos cosas: que esta ciudad
nos va a gustar y que definitivamente no podremos tomar una cerveza en
ningún sitio hasta mañana. Bueno... existe una única opción, ya que he
leído que los hoteles suelen saltarse la norma con sus huéspedes. Así
que emprendemos el camino de vuelta a la vez que el sol se va marchando
ya que la noche no tiene nada que ofrecernos hoy. ¡Es el único día del
año que es así!
Desandando exactamente hasta donde
nos bajamos del bus, aunque en la otra orilla para ir en dirección
contraria, pillamos el 25X, que resulta ser ligeramente más caro:
2,10€. Vamos muy atentos para no saltarnos la parada, reconociendo, a
pesar de la noche, la rotonda donde hay que bajarse para llegar al
hotel.
Sin embargo, cuando estamos cenando en el
hotel, nos llevamos la sorpresa de que nos niegan la cerveza.
Entendería como funciona este tema: un día en el que no se sirve
alcohol a nadie, si no fuera porque podemos ver un par de tipos con una
cerveza puesta. Pero aunque lo preguntamos no recibimos más respuesta
que la ya conocida "No podemos servir alcohol". Así que nos vamos a dormir para poder madrugar mañana.
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